El nuevo frente abierto en el RCD Mallorca por Dani Rodríguez

Análisis de Jordi Jiménez de la crisis abierta por las críticas del jugador a Jagoba Arrasate

Dani Rodríguez

Dani Rodríguez

Jordi Jiménez

Mallorca - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

El RCD Mallorca se encuentra ante un escenario comprometido que debe saber gestionar y al que no está acostumbrada la dirección del club. Un futbolista alzándose contra la decisión de su entrenador tras quedarse fuera del equipo no es algo nuevo en el fútbol, más bien es tan antiguo como el deporte, aunque en el club bermellón no están acostumbrados porque además siempre han dejado esa gestión de vestuario en manos del entrenador de turno. 

Los entrenadores suelen decir que quieren jugadores enfadados cuando no juegan porque eso significa que les duele, que son competitivos, que están comprometidos, que lucharán por jugar. Ocurre sin embargo que la forma de canalizar ese enfado es importante. Un jugador montándole un número en el banquillo a su entrenador no gusta, un jugador destrozando la autoridad del entrenador en una declaración no gusta, pero gusta aún menos un jugador con mala actitud en el trabajo, lo que sería una pieza tóxica hacia el equipo.

En el caso de Dani Rodríguez, queda encuadrado en el segundo grupo, no ha montado ningún lío en la banda tras quedarse sin jugar en el Santiago Bernabéu, tampoco que se sepa ha entrenado peor porque siempre ha tenido una alta estima de su trabajo, está acostumbrado a pelear pues no le resultó fácil llegar a Primera División, pero sí está encuadrado entre quienes canalizan su frustración desautorizando a su jefe

Es una situación aún más comprometida al ser uno de los capitanes del equipo, es posible que deje de serlo si no hay una petición de disculpas o arrepentimiento, porque las palabras de Dani en sus redes sociales hablando de una decisión de su entrenador, Jaboba Arrasate, que no puede aceptar y que según Dani manda un "mensaje horrible" al vestuario, comprometen su ascendencia en el equipo.

Es un dardo al entrenador pero es mucho más, abre la veda contra el técnico y además en un momento de "debilidad", con el equipo con un punto en tres jornadas, además parece erigirse en alguien con ascendencia dentro del club para decidir cómo debe regir la entidad. Y aún peor, es una peculiar bienvenida a un compañero, un chico que acaba de llegar a Primera División pero en el que el Mallorca tiene depositadas grandes esperanzas, Jan Virgili, que a esta hora no debe entender nada de lo sucedido. Todo por cinco minutos en el Bernabéu, porque el entrenador pusiera a Jan antes que a él, ¿tanto daño le ha hecho?

Cuando Dani recuerda que Jan llevaba un entrenamiento olvida que Darder debutó en el Mallorca sin haber entrenado con sus compañeros, puede discutirse si los técnicos aciertan o no, Aguirre desde luego no dudó un momento a la hora de poner al mallorquín aquel día de 2023, y Jagoba tampoco a la hora de poner a Jan, porque piensa en lo mejor para buscar el mejor resultado en un momento de partido determinado. Para eso le pagan.

Si Dani no estaba de acuerdo en el proceder de su entrenador, tenía muy fácil expresárselo. Este martes tocaría con los nudillos en la puerta de su vestuario y seguro que Arrasate le hubiera explicado lo que piensa, y eso no desautoriza a ningún entrenador. Si algo tiene el de Berriatúa es ganas de  convencer al futbolista, cree más en el convencimiento que en la imposición, y no le ha ido mal en su carrera. Sin embargo, las últimas generaciones de futbolistas, como en gran parte de la sociedad, prefieren el mensaje unilateral virtual al diálogo cara a cara. Por qué decirle en las redes algo a tu entrenador o a un compañero que deberías decírselo en persona y de esa manera encontrar un diálogo productivo, no se trata de faltarse al respeto. Tengo claro cómo hubiera reaccionado hoy Luis Aragonés en el entrenamiento y lo que le hubiera dicho ante sus compañeros, no significa que sea el único camino, cada entrenador tiene el suyo, los jugadores también son distintos como queda patente.

Llueve sobre mojado.-

El problema que transmite la crisis abierta por Dani es que no es el primer caso de jugador que se queja públicamente de lo suyo, sino que en el Mallorca en el último año van unos cuantos jugadores que se han quejado de algo, o que han expresado su deseo de irse, algo sin precedentes en la entidad.

Hasta ahora no había sido el entrenador el objetivo al menos públicamente, lo de Dani abre la veda pero también llueve sobre mojado en la gestión interna del club. La sensación de que falta autoridad es lo que transmite el vestuario, en el que cada uno puede decir lo que le dé la gana. Esta vez no podrán culpar a ningún medio de comunicación de haber provocado a un jugador y un incendio, ha sido el mismo jugador quien conscientemente ha empleado sus redes sociales para abrir este frente.

Hay quien considera que Dani debiera recibir el finiquito en el Mallorca, triste final sería a un jugador de la generación del último ciclo, uno de los más longevos, desde 2018 en el club. Hay otra forma de arreglarlo, el expediente de turno del club y la decisión deportiva correspondiente del técnico, ya sea dialogar con el jugador y hacerle ver que va a tener su rol, o sea dejarlo sin jugar como medida disciplinaria.

 Quien no parece asumir su rol en el equipo es el propio Dani, ha pasado de ser habitual no ser tan determinante ni tener tantos minutos. A Dani no le pagan por pensar cómo puede ganar el Mallorca ni diseñar el mejor equipo posible, sino por ponérselo difícil al entrenador.

 Un equipo debe tener relevo generacional y éste necesita como el comer savia nueva porque lo sucedido en la segunda vuelta pasada no puede repetirse, cuando pareció ciclo agotado de gran parte del equipo.

Finalmente, la dirección tranquila que supone Pablo Ortells quizá necesite tomar decisiones más firmes y transmitir una ascendencia mayor sobre el vestuario. 

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