La intrépida travesía de un pequeño pesquero gallego que cambió la historia de la energía nuclear en Europa
En septiembre de 1981 zarpaba del puerto de Ribeira (A Coruña) el Xurelo, primero en testimoniar y documentar el lanzamiento de bidones con residuos nucleares en la fosa atlántica a 300 millas frente a Galicia

Hablamos con Rogelio Pérez Moreira, miembro de la primera travesía del Xurelo y con Manoel Santos, de Greenpeace
Santiago - Publicado el
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Era un 15 de septiembre de 1981 cuando desde el puerto coruñés de Ribeira zarpaba en Xurelo, un pequeño palangrero que a diferencia de lo que hacía cada día, en esta ocasión no se dirigía a largar sus redes a la búsqueda de pescado en la costa gallega, sino que se iba mar adentro con una extraña dotación a bordo a la búsqueda de los buques que durante décadas, estuvieron arrojando decenas de miles de bidones con residuos nucleares en la fosa atlántica.
Al timón del Xurelo su patrón, Ánxel Vila, único en responder al llamamiento hecho por la entonces formación política Esquerda Galega para poner en marcha esta expedición, respondiendo a su vez al llamamiento realizado por Greenpeace que ya por aquel entonces denunciaba esta práctica que se venía produciendo desde finales de la década de los años 40 por parte de países como Francia, Gran Bretaña, Holanda, Suiza o Bélgica.
Y que durante cuatro décadas habrían arrojado al Océano Atlántico a unas 300 millas frente a las costas de Galicia alrededor de 220 mil bidones con residuos radioactivos procedentes de plantas nucleares, aunque no existe un registro exacto de la cantidad, como tampoco de las consecuencias que ese enorme vertido habría y estaría produciendo en la fauna y flora de la zona.

Captura del vídeo con uno de los bidones posándose en el lecho arenoso del Atlántico
Ya que, aunque se trata de una zona de gran profundidad de alrededor de 3.000 y 5.000 metros, "ahora sabemos que en esas zonas abisales también hay vida y biodiversidad, además de relaciones entre especies que emigran hacia la superficie y corrientes oceánicas que mueven las aguas y cadenas tróficas".
Lo cuenta Rogelio Pèrez Moreira, doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad de Santiago y que junto a periodistas, ecologistas y políticos, formaron la extraña dotación del Xurelo en aquella intrépida travesía que recuerda "perfectamente y con cierta nostalgia porque fue una gesta heroica, algo romántica y esa emoción queda para siempre".
UNA SEMANA DE TRAVESÍA PARA ENCONTRAR DOS AGUJAS EN UN PAJAR
De hecho, una de las primeras incidencias que se encontró el Xurelo poco después de zarpar de Ribeira fue el requerimiento de las autoridades marítimas que, enteradas de la travesía por los medios de comunicación, enviaron por radio un mensaje al capitán en el que instaban a que regresara a puerto al contar con una dotación no autorizada, aunque posteriormente se revocó la orden, permitiendo al patrón seguir con la misma bajo su responsabilidad, y conllevándole una simbólica multa a su regreso.
A lo que se sumó un temporal "de cierta importancia" en el viaje de vuelta, añadiendo si cabo más sensación de aventura a esta travesía que zarpó "hacia algo incierto y como decía el entonces periodista Manuel Rivas, íbamos al corazón de la oscuridad", como recuerda Rogelio.
Una oscuridad que, además, estaba diseminada en una amplísima zona de océano "con forma de rectángulo a unas 340 millas de la costa gallega, en un área de 2.400 km2 y que había que rastrear en zigzag", para lo que fue fundamental la pericia de Ánxel Vila que ya avisaba a sus compañeros de travesía que "a veces volvemos a casa sin peixe" aunque, tras varios días lo que era la búsqueda de una aguja en un pajar, dio su resultado.
DOS PUNTITOS EN EL RADAR
Todo comenzó cuando de noche en el radar del Xurelo, única herramienta por entonces para localizar objetos en el agua, aparecieron dos puntitos que el capitán del pesquero identificó como dos embarcaciones, aunque no fue hasta el amanecer cuando tuvieron constancia de que se encontraban frente a dos grandes buques de bandera holandesa largando bidones radioactivos.
Y cuyos capitanes no dudaron en flanquear por estribor y babor al Xurelo mientras lanzaban bidones al agua en una clara muestra de que, primero, sabían de alguna forma de la llegada del pesquero y, segundo, no les importaba amedrentar con una maniobra que se repetiría un año después para cambiar la historia de los residuos nucleares en Europa.

Imágenes del Xurelo frente a los buques holandeses en la fosa atlántica
SEGUNDA TRAVESÍA DEL XURELO, EL AROSA I Y EL SIRIUS DE GREENPEACE
Tras recoger testimonio gráfico de lo que allí estaba aconteciendo gracias a fotoperiodistas como Xurxo Lobato, el patrón del Xurelo decidió el regreso al puerto de Ribeira a donde llegaban una semana después de haber zarpado y donde ya entonces les esperaba una buena cantidad de personas, enteradas de la travesía "gracias a la comunicación con tierra con Radio Costera de Vigo", recuerda el profesor Pérez Moreira donde ya se hablaba "de la gesta romántica, del buque ecologista, del buque de la vida frente a los buques de la muerte", lo que conllevó un inmediato impacto en los medios de comunicación de la época.
Provocando que a esta primera travesía del Xurelo le siguiera una segunda al año siguiente, aunque en esta ocasión le acompañaban dos pesqueros fletados por los ayuntamientos de Vigo y A Coruña, como el Arosa I, donde se embarcó el propio Rogelio que fue testigo de nuevo de la flotilla que junto al buque insignia de Greenpeace, el Sirius, ponía rumbo a la fosa atlántica.
Y que a su llegada sí se enfrentó a los grandes buques que lanzaban bidones radioactivos al océano, algunos de ellos de los últimos que acabarían en el fondo oceánico ya que las grabaciones de aquellas imágenes que dieron la vuelta al mundo cambiaron definitivamente la forma de tratamiento de los residuos nucleares que tras una primera moratoria temporal firmada en 1983 y convertida en indefinida dos años después, quedaban definitivamente prohibidos en la Convención de Londres de 1993.

Imágenes de 1982 con lanchas de Greenpeace enfrentándose a los buques en la fosa atlántica
MÁS DE 220.000 BIDONES EN EL FONDO DEL OCÉANO
Han transcurrido más de 40 años desde entonces y llama la atención que hasta este pasado verano nadie haya vuelto a acudir a la zona para comprobar el estado de los bidones y los posibles efectos que el escape de radiactividad podría estar produciéndose en el fondo del océano.
Y lo ha hecho gracias a la expedición oceanográfica francesa con el buque L´Atalante, como recuerda en responsable de Greenpeace en Galicia, Manoel Santos que reconoce que "no sabemos cómo se encuentran ni cuántos son porque no fueron monitorizados" ya que, cuando se realizaron estos vertidos se adujo que eran de bajas emisiones.
Aunque en la primera inspección realizada por la expedición francesa que logró detectar unos 3.000 al poco de llegar al punto "ya se observan algunas grietas y alquitrán o sustancias de las que se emplean para diluir los residuos radiactivos" por lo que, según el responsable de Greenpeace en Galicia, "habrá que esperar a que se den a conocer los primeros resultados de las muestras obtenidas para determinar qué es lo que está ocurriendo allí".
Y todo tras décadas en las que los países originantes de estos vertidos "se han inhibido del problema, incluso ya con la Unión Europea constituida", extendiendo Manoel Santos sus críticas hacia España, que no vertió allí, pero que en todo este tiempo se ha limitado "a tomar los niveles de radioactividad en sus costas, sin presionar para que desde la Unión Europea se destine inversión para investigar lo que está allí pasando".
Eso sí, y volviendo a la travesía del Xurelo, Manoel Santos desvela que en aquella acción está el germen "incluso de Greenpeace en España, que abrió su primera oficina aquí dos años después y que tuvo a Manuel Rivas como uno de sus impulsores".

Histórica imagen de una de las lanchas de Greenpeace a punto de ser hundida por los bidones nucleares arrojados desde uno de los buques
Por lo que no duda en calificar aquellos hechos de hace ahora 44 años como "un punto de inflexión en las reivindicaciones ecologistas no sólo de organizaciones como la Sociedade Galega de Historia Natural que ya estaba, sino de toda la sociedad" que se movilizó masivamente con la llegada del Xurelo y del resto de expediciones en puertos como el de Ribeira o A Coruña, propiciando un cambio fundamental en el tratamientos de residuos radiactivos y el fin del vertido de bidones en aguas internacionales del Océano Atlántico frente a las costas de Galicia.
Tanto que a día de hoy, una placa recuerda en Ribeira a la dotación del Xurelo y a su patrón, Ánxel Vila a quien, coincidiendo con su fallecimiento en 2011 desde Greenpeace se le hizo también un reconocimiento público por lo que supuso aquella travesía de 1981 desde el puerto de Ribeira hacia el "corazón de la oscuridad".