Alfonso (65), profesor jubilado: "Cuando los alumnos entran en el colegio nos traen lo que es la vida de casa; muchas veces tratan de salirse con la suya, porque es lo que hacen allí"
Alfonso Casais se jubiló tras pasar 57 de sus 65 años de vida en su colegio, el Maristas Cristo Rey de A Coruña. "Ese era mi sueño, un sueño conseguido", subraya. Fue alumno, profesor, tutor y jefe de estudios.

Coruña - Publicado el
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Alfonso Casais Lezana nació el día de la Patrona de la ciudad de A Coruña, el 7 de octubre y se jubiló también el día de la patrona coruñesa, la Virgen del Rosario. Entre una fecha y otra pasaron 65 años. Y de esos 65 años, 57 los pasó en el mismo colegio, el Maristas Cristo Rey de A Coruña. Primero, como alumno y después el alumno terminó como profesor, tutor y jefe de estudios en el mismo centro en el que aprendió.
Entró por primera vez en este colegio de A Coruña con cinco años. Desde entonces, y hasta los 17, vivió como alumno una etapa que recuerda con emoción: "Me sentí muy feliz con los compañeros de mi promoción, con los que estuve 12 años, desde los cinco a los 17. La relación con los compañeros fue siempre muy familiar, muy cercana. Éramos una gran pandilla de amigos. Y con los profesores, que, en aquel momento, sobre todo eran hermanos, tuvimos un acompañamiento que iba mucho más allá del aula", relata.
un sueño cumplido
Fue precisamente en los dos últimos cursos de bachillerato cuando nació en él un sueño claro: ser profesor en su propio colegio. "Ese era mi sueño. Me llamaba mucho la atención los profesores, su manera de estar ante los alumnos y yo quería, bueno, pues, ser profesor de mi colegio. Yo desde los 16 años se afianzó en mí ese sueño y fue un sueño conseguido. Tuve la suerte y las circunstancias me apoyaron y me dieron opción a ellos", recuerda. Y lo logró: 45 años como docente en el mismo centro durante los cuales ejerció como profesor de Religión y Lengua, tutor y jefe de estudios. A lo largo de su carrera dio clase a una media de 8 a 9 grupos por curso, muchos de ellos con más de 40 alumnos por aula.

Alfonso Casáis, en los estudios de COPE Coruña
el rol de tutor
De todos los roles que ha ejercido, Alfonso se queda con el de tutor. "Siempre les explicaba el primer día de clase que el tutor es el profe que defiende a los niños. Tenía bastante horas con ellos y podía disfrutarlas", explica. En una trayectoria tan larga ha visto también cómo ha evolucionado la educación. "Ha cambiado. Ha mejorado en cosas y ha cambiado en otras. Hoy ya estamos rectificando pasos que se han dado. A veces, compruebas que era mejor lo clásico".

Foto de archivo de un estudiante
La disciplina es uno de los grandes retos, según este profesor coruñés, porque "ha cambiado en las casas. Nosotros necesitamos disciplina, necesitamos el poder impartir nuestra materia en un clima de respeto, de seriedad, de trabajo. Ellos hoy muchas veces tratan de salirse siempre con la suya, pero es que lo hacen en casa, ellos cada mañana cuando entran en el colegio, pues nos traen lo que es la vida de casa", reflexiona.
VARIAS GENERACIONES
Durante sus 45 años como docente ha visto pasar por sus clases varias generaciones. "Te pones a multiplicar y son miles de alumnos. El año que celebramos el centenario pudimos reunir de alguna familia a abuelo, padre e hijo", comenta. La relación con los alumnos siempre ha sido cercana. Asegura que nunca le llamaron "don Alfonso ni de usted". "Me conocieron muy joven. Siempre me trataron de tú, pero con un tú de cariño, de cercanía, de confianza, de respeto como el que llaman a su padre".
jubilación
El día de su jubilación, coincidiendo con su 65 cumpleaños, Alfonso vivió un pequeño gran homenaje por parte de la comunidad educativa del centro. Compañeros, alumnos y familias se unieron para despedirle. Muy emocionado recordaba que "se te mezclan todos los sentimientos. Quería que ese último mes con los chicos fuera útil, que no se perdiera nada. Y así fue. Los compañeros fueron muy cariñosos, muchos de ellos habían sido mis alumnos", confiesa.
Aunque se ha jubilado como docente, este hombre comprometido con la fe, no se detiene. Ahora dedica como diácono permanente sus mañanas a su labor en la iglesia de los Capuchinos y las tardes en Bergondo. "Me estoy reubicando, pero feliz.
Tengo la suerte de haber vivido dos vocaciones complementarias: la educación y el diaconado", afirma. Subraya que su familia, su mujer y su hijo, le han acompañado en "todo esto". "Mi hijo fue alumno del colegio, alumno mío solo en religión y también fue una experiencia", destaca. Su mujer, dice, se ha unido a los "homenajes, a las sorpresas, se ha involucrado y se ha implicado mucho en este momento", concluye.





