Cuando el sistema falla, actúa la policía: un brote psicótico revela las carencias en salud mental

El inspector Israel González lideró la intervención que evitó una tragedia en plena crisis psicótica con arma blanca

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Borja Rodríguez

Valencia - Publicado el

5 min lectura

El pasado domingo, la ciudad de Elche fue escenario de una escena de tensión extrema que, por fortuna, no acabó en tragedia. Un hombre en pleno brote psicótico, armado con un cuchillo y lanzando objetos desde su balcón, sembró el pánico en el barrio de Carrús antes de ser reducido por una actuación policial que rozó la heroicidad. Lo que en un primer momento pudo parecer un incidente aislado, es en realidad el reflejo de un problema más profundo: la desatención crónica a la salud mental en nuestra comunidad.

El protagonista de esta historia, desde el lado de la ley, es el inspector Israel González, de la Policía Local de Elche. Fue uno de los primeros en llegar al lugar de los hechos y quien, junto a sus compañeros y en colaboración con la Policía Nacional, consiguió frenar una situación que amenazaba con descontrolarse. Nada más llegar, vimos que el individuo lanzaba objetos contundentes a la vía pública desde su balcón. Algunos llegaron a impactar en los coches patrulla. También observamos que se autolesionaba con el cuchillo, lo que nos obligó a intervenir con rapidez”, relata González, que describe una escena de tensión máxima.

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Video del momento delicado de la detención

El individuo, de confesión musulmana, pronunciaba frases en árabe mientras arrojaba macetas y otros objetos a la calle. Algunos testigos aseguraron que tenía el “rostro desencajado” y un comportamiento “totalmente fuera de sí”. La preocupación por un posible ataque terrorista fue descartada enseguida por las autoridades, que centraron el foco en lo que realmente se trataba: un episodio de salud mental grave, posiblemente vinculado a una esquizofrenia descompensada o una psicosis aguda.

“En cuanto entramos en la vivienda, él se percató de nuestra presencia y nos atacó directamente con el cuchilloHubo momentos muy críticos. Gracias a los medios de contención y a la formación que tenemos, pudimos reducirle sin tener que lamentar heridas graves ni para él ni para los agentes”, explica González, quien no escatima elogios para su equipo y para los agentes de la Policía Nacional.

“Estoy tremendamente orgulloso del trabajo de mis compañeros. Hemos demostrado que la cooperación entre cuerpos funciona y que, unidos, somos mucho más fuertes”, afirma con contundencia el inspector.

Más allá de la espectacularidad del vídeo que se ha difundido por redes, y que muestra cómo los agentes irrumpen en el domicilio mientras el hombre sangra por las muñecas y grita desde el balcón, lo que preocupa de fondo es el contexto: la Comunidad Valenciana es la autonomía con mayor prevalencia de trastornos mentales, según los últimos datos epidemiológicos.

Para analizar esta situación, en Herrera en Cope Comunidad Valenciana también conversamos con el psicólogo Nacho Coller, especialista con amplia experiencia en salud mental. Su mensaje es tan claro como preocupante: “La mayoría de personas con trastornos mentales no son violentas. Lo que estamos viendo en estos casos es el resultado de un abandono prolongado del sistema sanitario”.

Coller explica que la agresividad asociada a los brotes psicóticos aparece normalmente cuando la persona ha dejado el tratamiento o no recibe atención médica“Esto no ocurre por la enfermedad en sí, sino por la descompensación. Muchos pacientes interrumpen su medicación o pierden el seguimiento clínico, y eso puede derivar en episodios como el de Elche”, subraya.

Lo más inquietante es que, tal y como señala el psicólogo, este hombre ya era conocido por las fuerzas de seguridad. “Eso indica que no estamos hablando de un caso nuevo, sino probablemente de alguien que ya había dado señales de alarma”. La falta de recursos, la escasa ratio de psicólogos y psiquiatras por habitante y la saturación del sistema hacen que muchos pacientes queden abandonados a su suerte. “Y ese abandono, en algunos casos, puede terminar afectando también a los demás”, advierte.

Según los datos oficiales, el número de psicólogos por cada 10.000 habitantes es uno de los más bajos del continente. En comparación con países como Alemania o Francia, España —y en especial esta comunidad— está claramente desfasada. “Estamos al nivel de Portugal o Grecia. Y eso no se puede tolerar”, dice Coller con firmeza.

Además de la inversión económica, el especialista insiste en la necesidad de campañas de sensibilización y de formación para familiares y entorno social. “El estigma sigue muy presente. Muchos no piden ayuda por miedo a ser juzgados. Eso agrava aún más el problema”.

En este caso concreto, afortunadamente no hubo que lamentar víctimas. El inspector González lo tiene claro: Nuestro papel no debería ser el de gestionar crisis de salud mental. Estamos formados para actuar, sí, pero también pedimos más apoyo y más medios para evitar que se llegue a este punto”.

Y es que lo ocurrido en Elche no es un caso aislado. Cada vez más policías y sanitarios denuncian que las llamadas por episodios psiquiátricos se están convirtiendo en parte habitual del trabajo diario. En algunos municipios, incluso, se han habilitado protocolos específicos para este tipo de intervenciones, muchas veces con más voluntad que recursos.

“Lo que necesitamos no es solo más inversión, sino también coordinación. Que las diferentes áreas —sanidad, servicios sociales, seguridad— trabajen juntas desde el primer momento”, apunta Coller.

La historia de este domingo en Elche se cierra con una imagen que, sin duda, merece ser recordada: varios agentes reduciendo con profesionalidad a un hombre fuera de sí, sin causar daño alguno más allá del que el propio protagonista se infligió. Un ejemplo de actuación valiente y también una llamada urgente a revisar un sistema que está dejando demasiadas grietas.

En cada intervención de este tipo, hay una cadena de errores sistémicos que se podrían evitar. Porque cada agente que arriesga su vida merece un respaldo institucional. Y porque cada persona que sufre un trastorno mental debe tener la garantía de que no será ignorada hasta que sea demasiado tarde.  En palabras del propio inspector: “Hoy ha salido bien. Pero mañana puede no ser así”.

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