Resuelto el misterio de la desaparición de la imagen de san Isidro de Chiva: "no sobrevivió"
La figura de escayola, de apenas 60 o 80 centímetros, colocada en una urna de cristal había desaparecido sin dejar rastro

Valencia - Publicado el
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En Chiva, donde las cicatrices de la última riada aún están frescas, los vecinos han perdido mucho más que calles, fachadas o enseres. Han perdido un símbolo, una figura que desde hace décadas formaba parte de su vida cotidiana: la imagen de San Isidro Labrador ubicada en una hornacina, y que no ha resistido esta vez el envite del agua.
"La imagen no ha sobrevivido a la riada", confirmó el párroco del municipio, don Javier Costa, en una entrevista en Mediodía COPE Más Valencia. Se trataba de una figura de escayola, de apenas 60 o 80 centímetros, colocada en una urna de cristal que no logró evitar la entrada del agua. “No sabemos en qué momento exacto se rompió, pero la humedad y la cantidad de agua provocaron que la escayola se fragmentara por completo”, explicó el sacerdote.
La imagen era profundamente querida por los vecinos, aunque no pertenecía a la parroquia. “Es una de esas imágenes que los propios vecinos costean y cuidan. Está en la fachada de una casa y durante muchos años se sacaba en procesión en la festividad del santo”, recordó Costa. De hecho, en la hornacina aún se leía una placa que indicaba que la imagen fue inundada en 1949 y restaurada en 1982. Esta vez, sin embargo, no ha habido milagro posible.
La confusión inicial hizo pensar a algunos vecinos que la figura seguía en su sitio, al confundir una mancha con su silueta. Pero la realidad terminó por imponerse: “La imagen ya no está. Ha desaparecido”.
Un duelo más para Chiva
La pérdida ha tocado profundamente a los habitantes del pueblo. “No es por su valor material, sino por lo que representaba”, aseguró el párroco. “Es como un símbolo más de todo lo que se ha perdido. Igual que el puente viejo, que mientras no se reconstruya está ahí como anhelo. La imagen de San Isidro era parte de ese proceso de duelo”.
La calle donde estaba ubicada la hornacina ha sido una de las más castigadas por la riada. “Se perdió completamente”, relató Costa, con resignación. El daño en esta zona ha sido tan profundo que las obras aún no han devuelto la normalidad a las viviendas ni a sus moradores. En este contexto, la desaparición de una figura modesta pero cargada de significado se ha sentido con especial intensidad.
"La vida es así. Las cosas desaparecen y se vuelven a hacer, o se mejoran", reflexionó el sacerdote. Ya hay vecinos que han empezado a hablar de buscar una nueva imagen, una réplica o una restauración que devuelva algo de luz a esa esquina de Chiva donde, hasta hace poco, San Isidro parecía vigilar el paso del tiempo.
El valor de lo simbólico
Lo ocurrido con esta imagen no es una anécdota menor. Es la evidencia de que, en medio de una catástrofe, también se rompen los vínculos emocionales que los vecinos tienen con su entorno. Por eso, aunque la imagen de San Isidro no tuviera un valor artístico elevado, sí tenía uno incalculable para los que la veían cada día al salir de casa.
"Después de tanta pérdida, uno está muy sensible a cualquier cosa que se rompe, por pequeña que sea", apuntó el párroco. La comunidad sigue adelante, paso a paso, con la mirada puesta en la reconstrucción de todo lo que el agua se llevó. Pero con la certeza de que, como tantas veces en la historia de los pueblos, hay cosas que no se olvidan, sino que se rehacen con aún más fuerza.