Un jubilado lo pierde todo por la dana menos su bien más preciado: "La Virgen no perdió ni la aureola"

La historia de Germán Roses, un florista jubilado de Catarroja, es una de las muchas que dejó la trágica dana de hace un año. Aquella tarde, la riada le sorprendió cuando volvía a casa tras recoger a su nieta de una estación de metro, cuyo servicio había sido interrumpido por las fuertes lluvias. Una ola de agua y barro les impidió el paso, obligándoles a buscar refugio de inmediato.

Una odisea en el supermercado

Germán y su nieta se refugiaron en el parking elevado de un supermercado, donde vivieron una auténtica odisea durante toda la noche. Completamente, a oscuras y con el agua subiendo hasta el pecho, tuvieron que encaramarse a las estanterías, como él mismo explica en Mediodía COPE Valencia, "tuvimos que subirnos a las estanterías y a las cajas". A pesar de las llamadas al 112, el rescate no llegó hasta las cuatro de la madrugada, cuando el nivel del agua por fin comenzó a descender.

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El milagro entre los escombros

Al ser rescatados, Germán y su nieta emprendieron el camino a casa a través de un escenario de guerra, sorteando coches amontonados, escombros y barro. Al llegar, descubrieron que la riada había arrasado por completo la planta baja de su vivienda, llevándose todos los muebles y enseres. Sin embargo, su mayor disgusto fue la pérdida de una imagen de la Virgen de los Desamparados de gran valor sentimental, preparada para ser llevada al panteón familiar y vinculada a una tradición familiar de más de 50 años como floristas de la imagen peregrina.

La sorpresa llegó a la mañana siguiente, cuando la imagen apareció a unos 150 o 200 metros de su casa. Según el relato de los vecinos, que lo presenciaron desde sus balcones, vieron la figura flotando por la corriente hasta que, inexplicablemente, las puertas de una casa se abrieron, la virgen entró y las puertas volvieron a cerrarse. Lo más asombroso fue que la imagen, de aproximadamente un metro de altura, estaba completamente intacta a pesar de la brutalidad del agua.

No había perdido ni la aureola, ni la corona, ni una perla, ni la azucena que lleva la mano

German Roses 

Afectado por la dana

El propio Germán ha detallado la magnitud del milagro: "No había perdido ni la aureola, ni la corona, ni una perla, incluso tenía la azucena que lleva la mano. El bastón, ese bastón se hubiera podido perder el agua. Nada, la virgen no perdió nada". El disgusto inicial por la pérdida de la figura, superior al de los bienes materiales, se transformó en un asombro mayúsculo.

Un símbolo de consuelo para el barrio 

El propio Germán ha detallado la magnitud del milagro: "No había perdido ni la aureola, ni la corona, ni una perla, incluso tenía la azucena que lleva la mano. El bastón, ese bastón se hubiera podido perder el agua. Nada, la virgen no perdió nada". El disgusto inicial por la pérdida de la figura, superior al de los bienes materiales, se transformó en un asombro mayúsculo.

Tras el hallazgo, Germán decidió colocar la imagen en el balcón de su casa, tal como la encontró, aún con restos de barro. Durante semanas, la figura se convirtió en una fuente de consuelo para los vecinos y voluntarios que trabajaban en la zona devastada. "La gente estaba, pues, deshecha, aterrorizada de ver tanto daño, de verse las casas vacías", explica Germán, pero ver a la virgen era una señal de esperanza para un barrio donde muchos lo habían perdido todo.

Tal fue el impacto de la imagen que, cuando Germán consideró que la situación había mejorado y decidió retirarla, algunos vecinos se quejaron. "¿Cómo nos quitas a la virgen?", le decían, considerándola la protectora que los había acompañado "en las semanas más duras de sus vidas". Como concluye el propio Germán, "durante el mes y durante los daños, la virgen ha estado ahí, amparando a quien lo necesitara".