La historia de cómo una familia y un pueblo valenciano salvan su horno
La Dana ha dejado historias increíbles y sin duda alguna la del horno pastelería Galán es una de ellas. Ahora, tras siete meses, vuelve a reabrir sus puertas con la ayuda de todo el pueblo.

El horno Galán reabre sus puertas tras siete meses de la Dana
Valencia - Publicado el
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Horno Galán no es una pastelería cualquiera. Aunque por fuera luzca una imagen renovada y moderna, su esencia permanece intacta, lleva más de 50 años, siendo una parte fundamental de la vida de Albal, casi ininterrumpidamente. Casi porque, la Dana que asoló la provincia de Valencia, también se llevó este horno al completo. Ahora, gracias a un proyecto de la ONG Cesal y al Gremio de Pasteleros y Panaderos de Valencia, ahora luce una imagen impecable.
“Parece que estemos en otra pastelería”, comenta una de las clientas al entrar.
José Vicente Galán, tercera generación, ha tomado el relevo con ilusión y determinación. A pesar de las adversidades de estos últimos meses, su objetivo es devolverle a Albal el horno de siempre. "Hemos empezado de cero. El obrador, todo, todas las máquinas se nos fueron, hemos tenido que montarlo todo de cero”.

El horno Galán reabre sus puertas tras siete meses de la Dana
Curiosamente, la reforma ya estaba prevista para realizarse en agosto de ese mismo año, pero José Vicente decidió posponerla. “Un día se me cruzaron los cables y dije, mira, no, vamos a posponerlo para el año que viene y nada, a los tres meses, nos vemos con todo destrozado”.
El apoyo que HA CONSEGUIDO LA REAPERTURA
Lo que más ha conmovido a José Vicente y su familia ha sido la reacción del pueblo. Desde el minuto uno, el apoyo desbordó todas sus expectativas, “los voluntarios que vinieron de otras ciudades, de otros pueblos, ya nos quedamos perplejos”, de hecho a este esfuerzo se sumaron los bomberos, el ejército y el Gremio de Panaderos y Pasteleros de Valencia, "fue increíble".

El horno Galán reabre sus puertas tras siete meses de la Dana
Además, ONGs como Cesal, a través del programa Renacer Panadero, ofrecieron ayudas económicas esenciales para reactivar el negocio. “Cesal nos ha dado una inyección económica para comprar alguna maquinaria”, cuenta José Vicente. A estas ayudas se sumaron subvenciones estatales y, sobre todo, el apoyo del pueblo.“Pusimos un número de cuenta y la gente se volcó. Cada uno, en la medida que podía, fue haciendo sus aportaciones económicas”.
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Lo que más impactó emocionalmente a la familia Galán fue la solidaridad sincera de sus vecinos, “había aportaciones de 20 euros, que cada uno ha puesto su granito de arena para que Pastelería Galán vuelva a ser lo que es y lo que era”.
La emoción del reencuentro
La reapertura no solo significó el regreso de los productos de siempre, sino también la recuperación de una parte esencial de la vida del pueblo. La clientela respondió con entusiasmo. “La gente tenía muchísimas ganas de volver a probar nuestros productos”, comenta José Vicente.
Incluso hubo quienes pospusieron celebraciones importantes para poder contar con una tarta de Horno Galán, "nos decían que se iban a esperar a celebrar el cumpleaños por tener la tarta nuestra”.

Entrevista en Mediodías COPE Más Valencia
La emoción aflora en José Vicente cuando recuerda cómo sus padres, fundadores del horno, vivieron el proceso. “Mi madre vino una semana antes de la inauguración, no quería ni venir. Y mi padre sí que quería venir, lo que pasa es que hasta el mes y medio no lo dejamos venir, se hubiera hundido”.
LA PARTE POSITIVA DESPUÉS DE LA DANA
La renovación del local ha permitido optimizar el espacio y mejorar la experiencia del cliente. “Nos ha servido nuestra experiencia para montar la tienda a nuestro gusto, mucho más práctica”, explica en Mediodía COPE. Las vidrieras, mostradores y neveras ahora brillan con luz propia, pero lo que realmente destaca es la fidelidad de los vecinos de Albal.
Horno Galán no solo ha vuelto: ha resurgido con fuerza, con la energía de quienes no se rinden y con el respaldo de una comunidad que cree en lo propio, en lo auténtico y en la memoria colectiva que se saborea en cada tarta, en cada dulce, en cada historia compartida frente al mostrador.