“O Bruselas abre los ojos o comeremos pasta”: el grito de auxilio del arroz valenciano ante el avance del hongo piricularia
Los agricultores alertan de que podrían abandonar las variedades tradicionales si Europa no permite el uso de productos eficaces contra la plaga

“Se van a abandonar todas las variedades tradicionales, y si esto sigue así, se dejará de cultivar arroz en la Albufera”
Valencia - Publicado el
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“Yo nunca en mi vida he visto un ataque como el de este año”. Así de tajante se muestra Miguel Minguet, tesorero de AVA-ASAJA y presidente del grupo de trabajo del arroz en COPA-COGECA, en Herrera en COPE Comunidad Valenciana, al hablar del avance imparable del hongo piricularia oryzae, una enfermedad que está devastando los arrozales del Parque Natural de la Albufera.
El campo ha cambiado su habitual color dorado por un ceniza parduzco que revela que algo no va bien. “La espiga se queda congelada, no madura, el arroz no se desarrolla y se pierde”, lamenta Minguet. La enfermedad afecta especialmente a las variedades tradicionales como Bomba, Albufera o J. Sendra, pilares de la identidad gastronómica y cultural valenciana.
El origen del problema no está solo en la climatología, sino en una política europea de fitosanitarios que ha dejado a los agricultores sin herramientas. “Antes teníamos un botiquín de productos eficaces, ahora solo nos queda uno y ya no funciona”, explica. El abuso de este único producto ha generado resistencias, del mismo modo que ocurre con los antibióticos en medicina humana. Y lo más grave: cuando la patente de este último fungicida expire, “nadie va a defender su uso y nos quedaremos sin nada”.
La situación es el resultado de un sistema perverso, en palabras de Minguet, que penaliza los productos cuando dejan de ser propiedad de una empresa. “Como ya nadie quiere pagar los estudios que exige Europa para mantenerlos activos, dejan de ser legales, aunque hayan demostrado su eficacia durante décadas”, denuncia.
El resultado es demoledor: “Se van a abandonar todas las variedades tradicionales, y si esto sigue así, se dejará de cultivar arroz en la Albufera”. Esto supondría una pérdida irreparable de valor etnológico, cultural y gastronómico.
Ante esta realidad, los agricultores piden que se actúe con urgencia. La solución, aseguran, es tan sencilla como autorizar excepcionalmente productos que ya se usan con éxito en países del primer mundo como Japón, Estados Unidos o Australia. “Allí también hacen estudios de seguridad, no vemos que la gente se muera por usarlos. ¿Por qué nosotros no podemos?”, se pregunta Minguet.
Mientras tanto, desde AVA-ASAJA siguen presionando al Gobierno valenciano y al Ministerio de Agricultura para que reclamen ante Bruselas un cambio normativo o, al menos, una autorización de emergencia que les permita salvar esta campaña.
“Llevamos años advirtiendo que esto iba a pasar. Ya no es una amenaza, es una realidad. Y si no cambian las reglas, el arroz tal y como lo conocemos desaparecerá”, concluye Minguet con desesperación.
El grito es claro: el arroz valenciano necesita ayuda urgente o se perderá no solo un cultivo, sino un símbolo de identidad y de vida para muchas familias. Y lo más paradójico es que la solución ya existe, solo falta voluntad política para aplicarla.