No es fácil caer tan de pie y de forma tan rápida, pero es lo que tiene la buena gente. Es capaz de hacerse querida en un abrir y cerrar de ojos. Éste es el caso de Aritz Aduriz, el delantero guipuzcoano que hoy ha decidido poner punto y final a su dilatada trayectoria como futbolista. "Mi cuerpo ha dicho basta", ha publicado en una emotiva carta difundida a través de las redes sociales y, que a la velocidad del rayo, ha dado la vuelta al mundo del balón. El obligado paso por el quirófano para que le sea implantada una prótesis que reemplace su cadera le ha llevado a tomar esta difícil decisión a sólo unos meses de poder disputar con su actual equipo, el Athletic Club, la final de la Copa del Rey.

Pero Aduriz deja hueco en muchos sitios: en Burgos, en Valladolid, en Palma de Mallorca y, por supuesto, en Valencia.

En Mestalla aterrizó el 14 de julio de 2010, después de que se abonaran 4,3 millones de euros por él al Mallorca. Con Unai Emery al frente, se confeccionaba una delantera de auténtico lujo en la que además de Aduriz estaban Roberto Soldado, Jonas Gonçalves y Paco Alcácer. Seguían Vicente, Joaquín, Banega, Albelda, Jordi Alba o Isco. Muchos quilates en aquella plantilla que acabó la temporada en tercera posición con 14 goles del dorsal 11, Aritz Aduriz (10 en LaLiga, dos en Champions League y otros dos en la Copa del Rey). No estaba nada mal como tarjeta de presentación.

La siguiente (y última) temporada no fue tan brillante. Pese a jugar 45 partidos, sólo fue titular en 17 y su cuenta anotadora se redujo a los nueve goles (siete en LaLiga, uno en Champions y uno en Copa).

¡Mucho ánimo @AritzAduriz1! ��������

Siempre serás parte de nuestra familia valencianista ���� https://t.co/PQKvCjyFpr

— Valencia CF ���� #AMUNTDesdeCasa �� (@valenciacf) May 20, 2020

Ese verano, con cierta presión popular, quedándole una temporada de contrato, el club presidido por Manuel Llorente alcanzó un acuerdo con el Athletic Club para el traspaso de Aduriz por 2,5 millones de euros. Ahora ocho años después, cuelga las botas un futbolista que siempre fue ovacionado cada vez que volvió a pisar Mestalla. Es lo que tienen los caballeros.