Una iglesia visigoda y varios enterramientos de adultos e infantiles. Es lo que han destapado los arqueólogos en la segunda campaña de excavaciones del yacimiento de El Rebollar, en El Boalo. Los resultados han sido más sorprendentes de lo que suponían al inicio y revelan la importancia de este enclave entonces y ahora.

El yacimiento de El Rebollar se conoce desde los años 60, cuando se descubrieron varias tumbas dispersas por el cerro del mismo nombre. Se encontraron tanto esqueletos humanos como ánforas de barro y monedas de cobre. En 1999, unas excavaciones previas a la construcción de una urbanización en la zona determinaron la existencia de una necrópolis con cerca de un centenar de tumbas de época visigoda, e incluso una posible ermita.

Existía un centro de culto que era un lugar de referencia

Las excavaciones arqueológicas comenzaron en 2018 y permitieron situar en el tiempo este yacimiento, así como vislumbrar la Ermita de la Virgen de El Sacedal. Ahora se ha podido definir bien la nave y cabecera de la iglesia, una estancia al norte y un posible pórtico de entrada al oeste. “Hay documentación escrita del siglo XVIII que nos habla de la Ermita de la Virgen del Sacedal y ahora hemos podido localizarla. Vemos que en El Boalo existía un centro de culto que era un lugar de referencia para un lugar de paso, que acabará siendo la Cañada Real, que está muy cerca del yacimiento”, explica Javier Salido, profesor de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid.

Tumbas y enterramientos infantiles

Entre los hallazgos más destacados, las tumbas y los enterramientos infantiles. Algunos de los niños portaban monedas que datan del siglo XV, del reinado de Juan II, para que San Pedro les abriese las puertas del Cielo. En el caso de los mayores, el presente para entrar era una botella llena de vino o aceite. Pero destacan dos sarcófagos de granito con los cuerpos de adultos intactos del siglo VII. “Nos apareció una tumba muy interesante con un individuo que se conservaba de una manera excelente y realizamos una datación por Carbono 14 que nos ofreció una datación de segunda mitad del siglo VII, siglo VIII d.C.”, añade Salido. Se han localizado 10 tumbas más y otros 11 enterramientos perinatales, de niños que nacieron y murieron al poco tiempo o que lo hicieron después del parto. “En el interior de las tumbas se encontraba la clave de la época”.

Ahora toca trabajar con toda la información obtenida en el campo para interpretar el yacimiento y analizar el proceso de ocupación del lugar.  La cronología coincide con la fase de transición del periodo tardoantiguo y el contacto con las influencias, cultura y costumbres de las poblaciones musulmanas llegadas a la Península Ibérica.