Vuela de Londres a Ibiza rodeada de ingleses y la experiencia que vive es imposible de olvidar: "Pasé miedo"
La joven Erika Barrachina ha compartido en sus redes sociales las imágenes de los incidentes vividos a bordo

Tramo final del vuelo Londres Ibiza donde una usuaria de TikTok vivió una pesadilla de terror "made in Great Britain"
Barcelona - Publicado el
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Imagina estar en un vuelo rumbo a tus vacaciones soñadas. Estás cómodo en tu asiento, con los auriculares puestos, cuando de repente, un pasajero en la fila de atrás empieza a gritar, a reír a carcajadas o, peor aún, a discutir con la tripulación. ¿La causa? Un par de copas de más.
Los pasajeros borrachos en los aviones son un problema más común de lo que parece, y aunque a veces puede parecer una anécdota divertida, las consecuencias pueden ser serias, tanto para la seguridad del vuelo como para los demás viajeros.

Cabina de pasajeros de un avión comercial
Un problema que despega con el avión
El alcohol y los aviones no siempre son una buena combinación. Aunque muchos pasajeros ven en el bar del aeropuerto o en el carrito de bebidas a bordo una forma de relajarse o celebrar el inicio de un viaje, el consumo excesivo puede convertirse en un dolor de cabeza.
En un espacio cerrado, a 30.000 pies de altura, donde no hay escapatoria, un pasajero ebrio puede generar desde molestias leves hasta situaciones peligrosas.
Según datos de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), los incidentes relacionados con pasajeros disruptivos, muchos de ellos bajo los efectos del alcohol, han aumentado en los últimos años.
En 2023, se reportaron más de 2.000 casos de comportamiento disruptivo en vuelos comerciales, y el alcohol fue un factor clave en al menos el 30% de ellos.
Los peligros son claros. Un pasajero borracho puede volverse agresivo, desobedecer las instrucciones de la tripulación, intentar abrir puertas o incluso provocar peleas con otros viajeros.
En un entorno donde la seguridad es lo primero, estas conductas no solo incomodan, sino que pueden poner en riesgo la operación del vuelo. Además, la altitud potencia los efectos del alcohol: la menor presión de oxígeno hace que el cuerpo absorba el alcohol más rápido, lo que significa que unas pocas copas pueden tener un impacto mucho mayor que en tierra.
el vuelo londres-ibiza que se convirtió en una pesadilla
Una usuaria ibicenca de TikTok, @kiribarrachi, Erika Barrachina, embarcó en el vuelo de Londres-Ibiza y la explicación del horror de vuelo que sufrió no tiene desperdicio.
"Mi viaje de ayer London-Ibiza con easy jet fue un auténtico horror!!. Pasé miedo, un avión lleno de auténticos animales ingleses!! ¡Todo el mundo de pie, chillando, chicos pegándose, bebiendo botellitas de alcohol una detrás de otra… impidiendo a los asistentes del avión hacer su trabajo! Un auténtico infierno!!!"
El video subido a sus redes solo representa el final del trayecto, pero la "fiesta" ya había comenzado antes de embarcar.
"Este vídeo solo és el final, lo que paso durante el trayecto no pude grabar. Antes de subir al avión ya iban borrachos, colocados! ¡Tomando pastillas y alcohol a la vez( lo vi con mis propios ojos) fue un vuelo de 2h1/2 muy muy salvaje!"
La usuaria se pregunta cómo han podido subir ya borrachos al avión y plantea si ese es realmente el tipo de turismo que necesita la isla pitiusa.
"¡Esto no se puede permitir! No deberían dejar subir a esta gentuza al avión ni vender alcohol dentro! ¡No queremos este tipo de turismo en Ibiza, que se queden en su casa!! Lo pasé muy muy mal, y los azafato@ sin poder hacer nada porque ¿Como controlas dentro de un avión a estos animales salvajes? ¡¡Tiene que haber una solución!!"
¿Qué dice la ley?
Legalmente, las aerolíneas y las autoridades aeronáuticas tienen herramientas para lidiar con estos casos.
Según las regulaciones internacionales, como las establecidas por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), los pasajeros que representen un riesgo para la seguridad pueden ser expulsados del vuelo antes del despegue o incluso desviados a un aeropuerto cercano si el incidente ocurre en el aire.
En muchos países, emborracharse y causar problemas a bordo puede acarrear multas, prohibiciones de volar con ciertas aerolíneas e incluso cargos penales.
Por ejemplo, en Estados Unidos, la Administración Federal de Aviación (FAA) puede imponer multas de hasta 37.000 dólares por comportamiento disruptivo. En Europa, las sanciones varían, pero países como Reino Unido son especialmente estrictos, con penas que pueden incluir hasta siete años de prisión en casos graves.
otro caso que dió que hablar
Un ejemplo reciente ocurrió en un vuelo de Ryanair de Manchester a Ibiza en 2022. Un grupo de pasajeros británicos, visiblemente ebrios tras una larga espera en el aeropuerto, comenzó a cantar, gritar e incluso a lanzar objetos en la cabina.
La situación escaló tanto que el piloto decidió desviar el avión a Toulouse, Francia. Los pasajeros fueron desalojados por la policía, enfrentaron multas y algunos fueron incluidos en listas negras de la aerolínea.
Este caso, que se volvió viral en redes sociales, dejó claro cómo un momento de "diversión" puede convertirse en un problema serio, no solo para los implicados, sino también para los demás pasajeros, que llegaron a su destino con horas de retraso.
¿Quiénes son los más fiesteros a bordo?
Aunque no hay estadísticas oficiales que clasifiquen a los pasajeros borrachos por nacionalidad, la experiencia y los reportes sugieren que ciertos grupos tienden a destacar, especialmente en rutas asociadas con destinos turísticos populares.
Los británicos, por ejemplo, suelen ser señalados en vuelos hacia destinos de fiesta como Ibiza, Mallorca o Las Vegas, donde los viajes suelen empezar con un ambiente festivo que a veces se desborda.
Los australianos también tienen cierta fama, especialmente en vuelos largos donde el consumo de alcohol es una forma de "matar el tiempo".
Por otro lado, en rutas hacia eventos deportivos o festivales, no es raro ver pasajeros de diversas nacionalidades, desde estadounidenses hasta alemanes, animándose con unas cervezas de más.
Sin embargo, hay que ser justos: el problema no es exclusivo de ninguna nacionalidad. Cualquier pasajero, independientemente de su origen, puede cruzar la línea si no mide su consumo.