Regresa lo analógico: ¿nostalgia o necesidad?
El coleccionismo de vinilos y cámaras analógicas se ha transformado en un negocio pujante

Existe un hartazgo digital sobretodo entre los jóvenes
Barcelona - Publicado el
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En un mundo hiperconectado, donde todo parece suceder a la velocidad de la luz y bajo la mirada constante de algoritmos, hay una generación que está empezando a decir “basta”. La Generación Z, nacida entre mediados de los 90 y principios de los 2010, está liderando una curiosa revolución: la vuelta a lo analógico. Vinilos, cámaras con carrete, libros físicos, teléfonos sin internet… objetos que parecían destinados al olvido están resurgiendo con fuerza entre los más jóvenes.
Pero, ¿por qué esta generación, que ha crecido rodeada de pantallas, está recuperando las tradiciones de sus abuelos?
La respuesta no es tan simple como decir que “todo vuelve”. Según expertos como Michael Beverland y Giana Eckhardt, investigadores de la Universidad de Sussex y el King’s College de Londres, el fenómeno va mucho más allá de la nostalgia. Lo analógico ofrece algo que lo digital no puede: fricción, lentitud y autenticidad.
Usar una cámara de carrete, por ejemplo, implica pensar antes de disparar, esperar el revelado, aceptar los errores. Escuchar un vinilo requiere tiempo, atención y compromiso. Leer un libro físico nos desconecta del bombardeo de notificaciones. En definitiva, lo analógico nos obliga a estar presentes.

Vuelven las cámaras de carrete
¿estamos hartos de lo digital?
Este movimiento también responde a un hartazgo digital. La sobreexposición a redes sociales, la presión por estar siempre disponible y la constante comparación han generado una fatiga emocional en muchos jóvenes. Según estudios recientes, la Generación Z es la única que ha reducido su tiempo en redes sociales desde 2021.
Y no es casualidad que cada vez más adolescentes opten por “dumbphones” —teléfonos sin acceso a apps—, planificadores de papel y gadgets retro como forma de proteger su salud mental.
Además, hay un componente estético y de identidad. Lo vintage se ha convertido en una forma de expresión. Personalizar un viejo Nokia, coleccionar vinilos o escribir en una libreta Moleskine no solo es funcional, también es una declaración de principios. Es decir: “no quiero que todo lo que hago esté mediado por una pantalla”.

La generación Z ha reducido el tiempo que dedica a redes sociales
En plataformas como TikTok, el fenómeno se ha viralizado. Hashtags como #BookTok han impulsado la venta de libros físicos entre jóvenes, mientras que el coleccionismo de vinilos y cámaras analógicas se ha transformado en un negocio pujante.
Pero no se trata de rechazar la tecnología por completo. La mayoría de estos jóvenes no abandonan sus smartphones, sino que buscan un equilibrio más sano. Como explican los expertos, el objetivo no es demostrar fuerza de voluntad, sino elegir herramientas que respeten la atención y la energía mental.
Lo analógico también permite recuperar habilidades que se estaban perdiendo. Tomar notas a mano, escribir cartas, jugar juegos de mesa… actividades que fomentan la concentración, la creatividad y la conexión humana. En palabras de Eckhardt, “volver al mundo físico es una forma de reaprender lo que la tecnología nos hizo olvidar”

Escribir cartas fomenta la concentración y la creatividad
El regreso de lo analógico entre la Generación Z no es una moda pasajera. Es una respuesta consciente a un entorno digital que, aunque útil, puede resultar abrumador. Es una forma de reconectar con lo tangible, con lo imperfecto, con lo humano.