El movimiento que indica el final del verano: Miles de ovejas bajan de las montañas de Seurí, donde han pasado la última temporada estival pastando

El oso ha provocado algún susto entre los animales y los ganaderos piden que la montaña se incluya en la zona de protección

Miles de ovejas bajan de las montañas de Seurí

Miles de ovejas bajan de las montañas de Seurí

Mar Puerto

Barcelona - Publicado el

4 min lectura

 La tradición manda que por San Miguel los rebaños deben bajar de las montañas, donde han pasado el verano, antes de que llegue el frío y las primeras nevadas. En la montaña de Seurí, en el Pallars Sobirà, han pasado el verano unas 3.000 ovejas de una decena de ganaderos. Antes de comenzar la trashumancia de regreso a casa, ha sido necesario separar los animales de cada propietario. En Seurí, los ganaderos lo hacen manualmente con la ayuda del "gancho", de la misma forma que lo hacían sus antepasados desde tiempos inmemoriales. Los ganaderos explican que han pasado "un buen verano", salvo algún "susto" por la presencia del oso. Por todo ello, piden que esta montaña se incluya dentro de las zonas de protección del oso.

Los rebaños subieron hacia la montaña de Seurí a principios de julio y bajan a finales de septiembre, por San Miguel. Todos los pastores suben las ovejas el mismo día y las entregan al pastor de la montaña, que las cuida durante tres meses. Igualmente, todos los pastores hacen bajar las ovejas el mismo día. 

Unos días antes de subir a la montaña, con las ovejas ya esquiladas, cada pastor marca sus animales con "la marca de casa" en el lomo. Así, en el momento de escoger las ovejas, cada propietario identifica rápidamente las de su rebaño. Con la ayuda del "gancho", los ganaderos van separando una a una las ovejas. Un trabajo manual que ya en muy pocos lugares del Pirineo se sigue haciendo.

Miles de ovejas bajan de las montañas de Seurí

Miles de ovejas bajan de las montañas de Seurí

Contadas las 3.000 ovejas y separadas por rebaños, llega la hora de deshacer el camino que hicieron en junio para volver a casa. Algunas se quedarán cerca, en el mismo pueblo de Seurí; otras irán un poco más lejos, a Peramea o Costcastells; y las que harán más camino son las del Pallars Jussà, que caminarán hasta Sant Joan de Vinyafrescal, Toralla o Puigverd.

 Presencia del oso en la montaña de Seurí  

Este verano, el pastor que cuidaba de las casi 3.000 ovejas en la montaña vio al oso cerca de donde estaba el rebaño. La convivencia de los plantígrados con la ganadería es "imposible" y han alertado de que donde se observó al oso había 3.000 ovejas, pero también el pastor que las cuidaba.

La bajada de los rebaños de la montaña, más allá de una tradición ancestral, representa un modelo de gestión sostenible del territorio. La trashumancia permite aprovechar de forma equilibrada los recursos de alta montaña durante el verano, mientras que en invierno los animales regresan a zonas más templadas. Este ciclo contribuye a la conservación de pastos naturales, reduce el riesgo de incendios forestales y mantiene un equilibrio ecológico clave para la biodiversidad

Sin embargo, la presencia cada vez más habitual del oso pardo en estas zonas está generando preocupación entre los ganaderos. Aunque el oso es una especie protegida, su convivencia con la ganadería extensiva plantea desafíos. Los ataques a los rebaños no solo implican pérdidas económicas directas, sino también un aumento del estrés y riesgo para los pastores, que muchas veces deben pasar semanas en zonas remotas sin infraestructuras adecuadas.

Ovejas bajan de las montañas de Seurí

Ovejas bajan de las montañas de Seurí

El conflicto también pone sobre la mesa el debate sobre el futuro del mundo rural. La falta de relevo generacional, el abandono de las explotaciones ganaderas y las dificultades para vivir dignamente del pastoreo son factores que agravan la tensión. Algunos jóvenes que se inician en la ganadería lo hacen por convicción, pero muchos desisten ante la inseguridad y la falta de perspectivas claras.  

 Una llamada a proteger el modelo ganadero

Ante este panorama, entidades locales, cooperativas de pastores y asociaciones de defensa del territorio reclaman una mayor implicación de las administraciones para proteger no solo la fauna salvaje, sino también la actividad ganadera, que forma parte del patrimonio cultural y económico del Pirineo. La inclusión de zonas como la montaña de Seurí dentro de los programas de protección frente a la fauna salvaje sería un primer paso, pero los ganaderos insisten en que debe ir acompañado de políticas estructurales de apoyo al pastoreo tradicional

En resumen, la bajada de las ovejas por San Miguel no es solo el final del verano en la montaña; es también un símbolo de resistencia y de continuidad de un modelo de vida que necesita reconocimiento y apoyo real para poder seguir existiendo.

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