El abad Gasch reivindica a Montserrat como pilar de la cultura catalana

El legado de Abat Oliba inspira paz y estabilidad tras mil años de historia

El abad de Montserrat, Manel Gasch

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El abad de Montserrat, Manel Gasch

Carlos Losada

Barcelona - Publicado el - Actualizado

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El abad de Montserrat, Manel Gasch, ha subrayado la importancia de la “estabilidad” de la Abadía como referente cultural de Cataluña, durante una jornada de homenaje al Abat Oliba en el marco del milenario de la fundación del monasterio, acto que ha contado con la presencia de los Reyes Felipe VI y Letizia.  

Un milenio de estabilidad 

Gasch destacó que Montserrat lleva mil años consolidando su papel en la cultura catalana y su entorno: “Nos ha hecho estables en la cultura asociada geográficamente a este sitio, la cultura catalana, que hemos acompañado: la lengua y todas las expresiones musicales, literarias, etcétera, que Montserrat ha dado”.

El abad reivindicó que la permanencia física de la comunidad benedictina sobre las rocas de Montserrat es símbolo de una mirada larga, inspirada en la idea benedictina de ‘estabilidad’. “Cuando alguien lleva mil años en el mismo sitio ha construido algo más o menos estable”, afirmó.

Durante la visita en Montserrat

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Durante la visita en Montserrat

Gasch insistió en que esa estabilidad no es solo geográfica, sino espiritual. Montserrat quiere seguir siendo “estable en la fe cristiana” para ofrecer respuestas a los retos del mundo actual, manteniendo el diálogo con una sociedad diversa.

Oliba, pionero de la paz

En su intervención, Gasch describió al Abat Oliba como un monje, político y pacificador en una sociedad “muy compleja” de finales del siglo X, marcada por abusos feudales y conflictos internos y externos. Destacó su papel impulsando las asambleas de Paz y Tregua, que generaron prosperidad y seguridad en torno a monasterios e iglesias.

Un legado que cruza fronteras  

El comisario del milenario, Bernat Juliol, subrayó que Oliba fue un “catalizador de los valores de la regla de San Benito” y un motor de paz. Recordó que en el museo The Cloisters de Nueva York se conserva la mitad del claustro románico de Sant Miquel de Cuixà, el monasterio del que Oliba fue abad. “En medio del mundo moderno, en medio de la gran ciudad, nos puede ayudar a llevar este remanso de paz, este lugar de valores y de trabajo por la sociedad”, afirmó Juliol.  

Cristianismo como punto de encuentro  

Por su parte, Donato Ogliari reivindicó que los principios del cristianismo han contribuido a la formación de Europa “a nivel espiritual, ético, cultural y social”. Según él, la visión benedictina fomenta una cultura de paz basada en la convivencia de las diferencias y la creatividad compartida.

Ignasi Fossas, abad-presidente de Sublacense-Cassinesa, añadió que la universalidad del cristianismo no anula identidades locales. Así, ha indicado que “La identidad asumida y aceptada abre al mundo, no cierra. Abre porque es como una puerta al diálogo y la convivencia con el otro. Quien acude al monasterio busca precisamente eso: la diferencia y la identidad propia de monjes y monjas”.

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