A qué hora es mejor desayunar, comer y cenar para cuidar tu salud

Respetar los horarios naturales de las comidas mejora la digestión, el descanso y el bienestar general

A qué hora es mejor desayunar, comer y cenar para cuidar tu salud

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A qué hora es mejor desayunar, comer y cenar para cuidar tu salud

Caterina Ruiz Ponce

Barcelona - Publicado el

3 min lectura

Cada día prestamos atención a lo que comemos, pero pocas veces nos paramos a pensar cuándo lo hacemos. Nuestro cuerpo sigue un ritmo circadiano, una especie de reloj interno que regula las funciones biológicas a lo largo del día. Adaptar los horarios de las comidas a este ritmo puede mejorar la digestión, la energía y el equilibrio metabólico. 

El desayuno es la primera oportunidad del cuerpo para obtener energía después de muchas horas de ayuno nocturno. Los expertos recomiendan hacerlo entre las 7:00 y las 9:00 de la mañana, idealmente dentro de la primera hora tras despertarse. Retrasarlo demasiado o saltárselo puede provocar bajadas de azúcar, falta de concentración y un apetito excesivo al mediodía.

La comida debe realizarse entre las 13:00 y las 15:00 horas, momento en que el cuerpo digiere mejor y aún tiene tiempo para aprovechar la energía ingerida. Comer demasiado tarde puede generar digestiones pesadas, somnolencia o sensación de cansancio por la tarde.

Pero si hay una comida clave para el equilibrio del organismo, esa es la cena.

El horario ideal para cenar se sitúa entre las 19:00 y las 21:00 horas, preferiblemente antes de las 21:00. Cenar dentro de este rango permite que el sistema digestivo trabaje con calma antes de dormir, favoreciendo el descanso y evitando molestias como la acidez o la pesadez estomacal. Cuando se cena tarde —después de las 22:00— el cuerpo todavía está en plena digestión mientras intenta descansar, lo que puede provocar insomnio, digestiones lentas e incluso sensación de agotamiento al despertar.

Además, cenar temprano contribuye a mejorar el metabolismo y regular las hormonas del apetito, lo que reduce los antojos nocturnos y facilita mantener un peso saludable. No se trata de comer poco, sino de elegir opciones ligeras y equilibradas: verduras, proteínas suaves y una cantidad moderada de carbohidratos.

Aun así, cada persona debe adaptar los horarios a su estilo de vida. Quienes trabajan por turnos o hacen deporte por la tarde pueden ajustar las comidas según sus necesidades, siempre manteniendo cierta regularidad. El cuerpo agradece seguir un patrón estable: comer más o menos a las mismas horas cada día ayuda a mantener un ritmo interno saludable.

Respetar los tiempos también mejora la calidad del sueño. Si la última comida se realiza con suficiente antelación, el organismo puede dedicarse por completo al descanso nocturno. Dormir bien no solo recupera energía, sino que también ayuda a regular el apetito y la producción de hormonas como la melatonina y la insulina.

Los beneficios de seguir estos horarios son claros: digestiones más ligeras, mayor energía por la mañana, mejor control del hambre y un sueño más reparador. Pequeños cambios en la rutina pueden marcar una gran diferencia en la forma en que el cuerpo responde a lo largo del día.

Desayunar temprano, comer al mediodía y cenar antes de las nueve de la noche son hábitos sencillos que favorecen el equilibrio natural del cuerpo. Ajustar los horarios a los ritmos biológicos no requiere grandes sacrificios, pero sí constancia. Con el tiempo, estos gestos se traducen en una mejor salud, más vitalidad y un bienestar duradero.

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