Cómo guardar la ropa de verano para mantenerla como nueva hasta el próximo año

Lavar correctamente, doblar con cuidado y proteger de la humedad son las claves para conservar las prendas en perfecto estado durante meses

Cómo guardar la ropa de verano para mantenerla como nueva hasta el próximo año

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Cómo guardar la ropa de verano para mantenerla como nueva hasta el próximo año

Caterina Ruiz Ponce

Barcelona - Publicado el

3 min lectura

Con la llegada del otoño y el descenso de las temperaturas, es momento de hacer el cambio de armario. Los vestidos ligeros, las camisetas de tirantes y los tejidos frescos dejan paso a prendas más cálidas. Pero antes de guardarlo todo, conviene dedicar un poco de tiempo a preparar correctamente la ropa de verano para evitar que se estropee, coja olor o pierda su color. Un buen almacenamiento puede marcar la diferencia. 

El primer paso es lavar todas las prendas antes de guardarlas, incluso aquellas que parecen limpias. El sudor, los restos de perfume o de crema solar pueden dejar manchas o marcas con el tiempo. Además, la ropa guardada sin lavar puede atraer polillas o generar malos olores. Lo mejor es utilizar un detergente suave y dejar que las prendas se sequen completamente antes de doblarlas. Guardar ropa húmeda es uno de los errores más comunes, ya que puede provocar moho y manchas difíciles de eliminar.

Una vez limpia y seca, conviene revisar qué prendas realmente vale la pena conservar. Aquellas que estén en mal estado o que ya no se usen pueden donarse o reciclarse. Guardar solo lo necesario ayuda a mantener el espacio ordenado y facilita el cambio de armario la próxima temporada.

Para almacenar la ropa de verano, lo ideal es utilizar cajas o bolsas de tela transpirables. Las de plástico hermético pueden retener la humedad, especialmente en lugares cerrados como trasteros. Las bolsas de algodón o las cajas de cartón grueso permiten que la ropa “respire” y se conserve mejor. Si se usan cajas de plástico, se pueden añadir bolsas de gel de sílice o antihumedad para evitar la condensación.

Los tejidos delicados, como la seda o el lino, deben doblarse con cuidado y envolverse en papel de seda o fundas de algodón para que no se arruguen ni se adhieran entre sí. Las prendas que tienden a deformarse, como camisetas de punto o suéteres finos, conviene guardarlas dobladas y no colgadas. En cambio, los vestidos o camisas ligeras pueden colgarse dentro de fundas de tela protectoras para evitar el polvo.

Para mantener la ropa con buen olor, se pueden añadir sachés aromáticos de lavanda, romero o eucalipto, que además ahuyentan a las polillas. Otra opción es colocar pastillas de jabón natural entre las prendas o bolsitas con granos de café, que absorben la humedad y dejan un aroma suave. Es mejor evitar ambientadores artificiales o perfumes intensos, que pueden impregnar demasiado los tejidos.

Otro punto importante es elegir bien el lugar donde guardar la ropa. Si hay espacio en el armario, las baldas altas son perfectas siempre que no haya humedad. También pueden utilizarse cajas bajo la cama o contenedores herméticos en zonas secas y ventiladas. Se recomienda evitar los trasteros fríos o las buhardillas calurosas, ya que los cambios bruscos de temperatura dañan los tejidos con el tiempo.

Antes de cerrar definitivamente las cajas, asegúrate de que todas las cremalleras estén subidas y los botones abrochados, para evitar que se enganchen y rasguen otras prendas. Colocar una hoja de papel fino entre capas de ropa también ayuda a proteger los colores claros de los oscuros.

Con un poco de organización y mimo, la ropa de verano se mantendrá limpia, fresca y lista para usar cuando vuelva el calor, evitando malos olores, polillas o desperfectos innecesarios.

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