Una grieta en la ley ha permitido a un juez la creación de 120 pisos turísticos en la calle Tarragona de Barcelona, cerca de plaza España. El año 2017 el ayuntamiento aprobó la prohibición de dar licencias para pisos turísticos. Sin embargo, en 2019 el Tribunal Superior de Justicia anuló la restricción por una cuestión formal. Los vecinos damnificados ven ahora las consecuencias, ya que desde enero conviven con las obras interminables y la marcha de vecinos de toda la vida.

Los pocos vecinos que quedan no quieren hablar por precaución. Aquellos que si se lo pueden permitir, tienen contratos de alquiler indefinidos. Principalmente, cargan contra el juez y la administración. “Estamos desprotegidos, deberían hacer algo”, señala Jose, vecino desde hace 50 años.

La Rosa también tiene un contrato indefinido. Ella lo tiene claro, dice que su crítica a Ada Colau se verá a las urnas. “Cuando voté, hablaré. Cada acción tiene su reacción”, amenaza. Convivir con los ruidos y el polvo no es plato de buen gusto. Pero muchos sufren por el próximo problema: convivir con los turistas. “Fiestas y ruidos por las noches, imagínate ahora 120 pisos turísticos”, explica Jose.

La llegada de estos pisos, así como las obras, han tensado cada vez más la situación entre la inmobiliaria y los vecinos de toda la vida, que, además, están preocupados de que la situación caiga en el olvido.