Isabel Barreto, la primera mujer almirante del mundo: la gallega que navegó más allá de los límites
Lideró una flota en pleno Pacífico, sobrevivió a motines y tomó decisiones que ningún hombre se atrevía a tomar. La increíble historia de Isabel Barreto sale por fin a la luz.

Mapa centrado en Filipinas
Barcelona - Publicado el - Actualizado
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Pionera, valiente y prácticamente olvidada. La historia de Isabel Barreto, considerada la primera mujer almirante del mundo, merece contarse a lo grande. Nacida en Pontevedra alrededor de 1567, esta mujer se enfrentó al océano, a la política colonial y a los prejuicios de su tiempo para comandar una expedición en pleno siglo XVI. Todo ello sin perder pie en un mundo en el que las mujeres tenían prohibido prácticamente cualquier poder.

El destino quiso que se casara con Álvaro de Mendaña, explorador español famoso por descubrir las Islas Salomón.
Una vida marcada por la mar desde el inicio
Se sabe poco sobre su infancia, pero parece claro que Isabel creció rodeada de marineros, comerciantes y navegantes. El destino quiso que se casara con Álvaro de Mendaña, explorador español famoso por descubrir las Islas Salomón. Y con él se embarcó en una de las expediciones más ambiciosas de la Corona: colonizar nuevas tierras en el vasto océano Pacífico, todavía muy desconocido para Europa.
A bordo viajaban unas 400 personas, entre soldados, religiosos, mujeres y niños, que buscaban una nueva vida. Pero no todo sería aventura: la travesía se convirtió en un auténtico infierno de enfermedades, hambre, tormentas e incluso motines.

Galeón de Manila
El giro inesperado: la muerte de Mendaña
Durante la expedición, la tragedia golpeó fuerte. Mendaña murió de fiebre en pleno Pacífico, dejando sin líder a la flota. Fue en ese momento cuando ocurrió algo impensable para la época: Isabel tomó el mando. Y no como simple acompañante del fallecido, sino como Almirante y Gobernadora de los territorios descubiertos, con autoridad absoluta reconocida por el propio virrey del Perú.
En un mundo donde las mujeres no podían ni pisar muchos barcos, ella dirigió la expedición, repartió alimentos, frenó rebeliones y mantuvo en pie el rumbo hacia Filipinas.
Decisiones difíciles en un entorno hostil
Las crónicas cuentan que Isabel gobernó con mano firme, lo que generó devoción en algunos… y críticas feroces en otros. Se dice que ordenó castigos duros para quienes se amotinaron o pusieron en riesgo la misión. En aquellos tiempos, la disciplina naval era cuestión de vida o muerte, y Barreto lo sabía bien.
Finalmente, y contra todo pronóstico, consiguió llegar a Manila en 1595. No todos sobrevivieron, pero gracias a su liderazgo la misión no se perdió en el océano.
Una mujer poderosa en un imperio de hombres
Lejos de detenerse, Isabel volvió a casarse, esta vez con un alto militar llamado Fernando de Castro, y se instaló en Perú. Allí defendió sus derechos como almirante y gobernadora, administró extensas propiedades y se convirtió en una figura de peso social y político.
No tuvo hijos conocidos, pero su legado fue su propia hazaña: haber roto todas las barreras de su tiempo.
El olvido… y un merecido reconocimiento
Durante siglos su historia quedó enterrada entre documentos y crónicas que minimizaban su papel. Pero hoy, cada vez más historiadores y divulgadores le dan el lugar que merece:
Isabel Barreto fue la primera mujer en comandar una armada y ostentar el título de Almirante en toda la Historia.
Ni corsaria, ni reina que gobernaba desde palacio: ella navegó, decidió y sobrevivió en la mar real, donde las vidas dependían de un solo mando.
Un ejemplo de coraje, liderazgo y tenacidad. Una gallega que, sin pretenderlo, se convirtió en símbolo del poder femenino siglos antes de que nadie hablara de igualdad. Y que, desde la inmensidad del Pacífico, demostró que no hay océano que pueda frenar a quien está dispuesto a conquistarlo.
Un final usurpado en tierra
Volvieron a Perú para organizar una nueva expedición a las Islas Salomón, pero allí descubrieron que el piloto Fernández de Quirós había conseguido las licencias de exploración de los territorios que ella consideraba suyos. A pesar de años de pleitos, nunca volvió a navegar y murió en Perú en 1612. Fernández de Quirós sí continuó sus viajes en busca de la Terra Australis, encontrando por el camino el archipiélago de Vanuatu. De él sí existe retrato.



