El drama del sinhogarismo en Barcelona: la ciudad cuenta a sus '''invisibles'''
Más de 600 voluntarios peinan la ciudad en un recuento nocturno organizado por Arrels Fundació para visibilizar una emergencia social que no deja de crecer

Beatriz Fernández, directora de Arrels Fundació, explica los motivos por los que cada vez hay más personas que duermen en la calle
Barcelona - Publicado el
4 min lectura0:50 min escucha
Más de 600 voluntarios han recorrido las calles de Barcelona durante la noche de este miércoles para realizar un recuento de las personas que duermen a la intemperie. La iniciativa, impulsada por Arrels Fundació, busca no solo actualizar las cifras sobre el sinhogarismo en la ciudad, sino también comprender el impacto de los recientes desalojos en asentamientos y obtener una radiografía precisa de una situación que la entidad prevé que se ha agravado. El último dato oficial, registrado en 2023, ya marcó un récord histórico con 1.384 personas, una cifra que, según la fundación, ha quedado "muy desactualizada" y que el nuevo recuento probablemente superará.
Las causas de una crisis creciente
La directora de Arrels, Beatriz Fernández, ha señalado que, si bien los motivos que llevan a una persona a vivir en la calle son "variados", existen dos factores estructurales que están agravando el problema de manera alarmante en los últimos años: la crisis de la vivienda y la precariedad laboral. "Son factores que no son nuevos, pero que cada vez están abocando a más gente a esta situación", ha remarcado Fernández. El constante aumento de los precios del alquiler en muchos barrios de la ciudad hace imposible que muchas personas puedan mantener un hogar.
A esta problemática se suma un mercado laboral "precario", que dificulta enormemente el acceso y mantenimiento de "habitaciones o espacios residenciales", cuyos precios también han experimentado una notable subida. Además, Fernández ha destacado que los desalojos de varios asentamientos en los últimos meses, como el del parque Joan Miró, han provocado una dispersión de las personas sin hogar. "Quizás eran zonas donde habitualmente no había habido personas durmiendo en la calle. Hoy pretendemos disponer de esta información, tanto del dato como de la fotografía más actualizada de las localizaciones", ha subrayado la directora de Arrels.
Una ciudad grande no es una gran ciudad"
Un despliegue metodológico para ser rigurosos
El recuento impulsado por Arrels Fundació persigue un doble objetivo. Por un lado, dimensionar la problemática, "porque sin la dada es difícil establecer la estrategia de los recursos necesarios", y por otro, "contar con la implicación de la ciudadanía". Para ello, se ha pedido a los más de 600 voluntarios que fueran "muy rigorosos" en su labor. Organizados en pequeños grupos, como el coordinado por Oriol Admetlla en los barrios de Hostafrancs y la Bordeta, y que contaba con la participación del exdiputado de la CUP David Fernàndez, los equipos han peinado las zonas asignadas entre las diez de la noche y las dos de la madrugada.
Para garantizar la precisión de los datos, los voluntarios han utilizado un mapa de papel de su área y una aplicación informática en el teléfono móvil. Admetlla ha explicado que esta herramienta "geolocaliza" a la persona que está durmiendo en la calle y permite a los voluntarios rellenar un breve cuestionario de forma "clara y técnica". En él se recogen datos como el número de personas, si utilizan tiendas de campaña o cartones para resguardarse, o si tienen animales de compañía o forman parte de núcleos familiares. Todo el proceso se ha llevado a cabo siguiendo un estricto protocolo de respeto.
No queremos despertar a nadie, queremos respetar los espacios"
La instrucción principal para los participantes ha sido la de no invadir el espacio ni la intimidad de las personas. "No volem despertar ningú, volem respectar els espais", había insistido Beatriz Fernández antes del inicio del recuento. La recogida de información se ha realizado de manera visual, sin establecer contacto directo, a no ser que se detectara una situación de riesgo evidente, como la presencia de menores o personas en estado de gran vulnerabilidad, en cuyo caso debían avisar a los responsables de la entidad.
La voz de la ciudadanía
Uno de los cientos de voluntarios que han participado en la iniciativa ha sido Cèsar Algora, un vecino de La Rambla. Para él era su primera vez, y decidió sumarse al ver a diario en la frontera entre el Raval y el Gòtic a "muchas personas expulsadas del sistema". Durante la primera hora de recorrido, su grupo ya había localizado a unas siete personas, algunas en pequeños grupos resguardadas con cartones y otras solas en bancos. Su participación es un reflejo de la creciente preocupación ciudadana ante una realidad que golpea el corazón de Barcelona.
Para Algora, la situación es una "vergonya" para una ciudad como Barcelona. Su reflexión es contundente y apela directamente a la responsabilidad de las administraciones: "Una ciutat gran no és una gran ciutat". En su opinión, "Barcelona debería destinar más fondos públicos para alojar a las personas, poderlas rehabilitar y darles las condiciones de vida que necesitan". Sus palabras encapsulan el sentir de muchos de los que han salido a la calle para poner cifras y rostro al sinhogarismo, un primer paso indispensable para exigir soluciones efectivas.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.



