El «Kilómetro Cero» de la tauromaquia en España está en este pequeño pueblo de Castilla: "Antes que Madrid, Sevilla o Ronda"
Con planta rectangular, pavimentada con cantos rodados, es hoy Conjunto Histórico-Artístico. Allí se celebró en 1128 la primera corrida documentada de la historia

La primera plaza donde se celebró una corrida de toros
Palencia - Publicado el - Actualizado
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La tauromaquia, una de las tradiciones culturales más arraigadas y antiguas de España, cuenta con varios siglos de historia documentados que incluso se remontan a épocas ancestrales. La tauromaquia, una de las tradiciones culturales más arraigadas y antiguas de España, cuenta con varios siglos de historia documentados que incluso se remontan a épocas ancestrales.
Definido por la Real Academia de la Lengua como “el arte de lidiar toros tanto a pie como a caballo”, este fenómeno cultural es uno de los más famosos a nivel internacional. Su origen etimológico proviene del idioma griego en la unión de dos terminos. en primer lugar, ταῦρος (taūros, ‘toro’) y en seegundo μάχομαι (máchomai, ‘luchar’), reflejando con precisión la esencia de este ritual: el enfrentamiento o lucha entre el hombre y el toro bravo.
Tradición con raíces profundas
La presencia del toro en la historia y la mitología de múltiples culturas subraya su fuerte arraigo como símbolo de poder, fertilidad, sacrificio y desafío. En la mitología griega, por ejemplo, el toro aparece recurrentemente como una figura clave en varios mitos fundacionales.
El Toro de Creta, asociado con el ciclo de trabajos de Hércules, es un ejemplo notable. Según la tradición, el toro fue enviado por el dios Poseidón al rey Minos como señal divina. El rey, impresionado por la belleza del animal, decidió no sacrificarlo como le había prometido al dios, sustituyéndolo por otro ejemplar. Como castigo, Poseidón hizo que la esposa de Minos, Pasífae, se enamorara del toro, y de su unión nació el Minotauro, criatura mitad hombre y mitad toro.

Ánfora del toro de Creta. (Museo del Louvre)
Este toro, el mismo que originó el mito del Minotauro, fue el objetivo del séptimo trabajo de Hércules. El héroe griego fue enviado a Creta por orden de Euristeo con la misión de capturarlo. Tras un enfrentamiento, logró reducir al animal y lo condujo hasta Micenas. Sin embargo, cuando Euristeo vio la fiereza del toro, intentó sacrificarlo a Hera, pero la diosa lo rechazó. El toro fue liberado y vagó libremente por Grecia, causando estragos hasta que fue abatido por Teseo en la llanura de Maratón.
Este relato, al igual que otros encontrados en las culturas celta, tartésica, cartaginesa y romana, revela cómo el toro fue más que un simple animal: representó desafíos heroicos, castigos divinos y transgresiones humanas.

Hércules luchando con el toro de Creta. 1728–1729. Lorenzo Mattielli, Viena
De los mitos griegos al circo romano
La mitología griega también tiene al toro como figura central. El mito del rey Gerión y los rebaños de toros en la península ibérica demuestra la antigüedad del vínculo entre estos animales y las tierras hispanas. Los juegos con toros practicados en Tesalia fueron adoptados por Julio César e introducidos en Roma como espectáculos públicos.

Gladiadores luchando contra un toro
Durante el Imperio romano, estos eventos eran parte de festivales religiosos y políticos. Los saltos con pértiga sobre toros –los contomonobolon– y combates entre animales reflejan los orígenes de muchas suertes taurinas actuales. En Hispania, estas prácticas evolucionaron hasta integrarse en celebraciones locales, sentando las bases de la tauromaquia moderna.

Salto de un toro en un mosaico ubicado en Knossos
Los toros, animales majestuosos e imponentes, eran traídos desde distintas regiones del vasto imperio romano para protagonizar combates en los anfiteatros junto a los gladiadores.
Estos enfrentamientos eran considerados como una muestra de valentía. Se trataba de una lucha en la que el objetivo del gladiador no era matar al toro, sino demostrar su dominio sobre él y su capacidad para enfrentarse situaciones peligrosas.
Enfrentarse a un toro en la arena no era una prueba sencilla. Los gladiadores debían demostrar un control técnico impecable, valiéndose de diversas armas y estrategias para dominar al toro sin caer bajo sus embestidas.
La rapidez, la sangre fría y la valentía eran cualidades indispensables, pues un solo descuido podía tener consecuencias fatales
El medievo: consolidación de las fiestas de toros
En la Edad Media, los juegos con toros se convirtieron en un elemento festivo vinculado a celebraciones reales, bodas y entrenamientos militares.
Uno de los momentos históricos más relevantes para la tauromaquia ocurrió en el siglo XII, concretamente en el año 1128, cuando se celebró la primera corrida de toros de la que se tiene constancia escrita. Tuvo lugar con motivo del enlace matrimonial entre Alfonso VII de Castilla —hijo de Urraca I de León— y Berenguela de Barcelona. Según recogen las crónicas de la época, “...en que casó Alfonso VII en Saldaña con Doña Berenguela la chica, hija del Conde de Barcelona, entre otras funciones, hubo también fiestas de toros”.

Plaza Vieja de Saldaña
No es este ya un hecho aislado, Alfonso X el Sabio cuenta, en la "Crónica" del siglo XIII, que convertida Oviedo en corte por Alfonso II el Casto, convocó Cortes en el año 815: "Mientras duraron aquellas se lidiaban de cada día toros"; lidia que se practicaba a lo caballeresco, realizada por nobles personajes, pero sin especificar el lugar exacto de estas celebraciones. Durante los años posteriores las corridas nupciales y los encierros persistieron, como lo muestra tambien la Cantiga CXLIV de Alfonso X el Sabio, titulada "Como Santa María guardou de morte un ome bôo en Prazença dun touro que vera polo matar" (Cómo Santa María salvó de la muerte a un hombre bueno en Plasencia cuando un toro venía a matarlo), narra un milagro que ocurre durante una corrida de toros en Plasencia.

Cantiga CXLIV de Alfonso X el Sabio.
La plaza Vieja de Saldaña
La plaza Vieja de Saldaña, en la localidad palentina donde tuvo lugar aquel festejo, es hoy uno de los elementos urbanísticos tradicionales mejor conservados de Castilla y León. Sus orígenes se remontan a los siglos X y XI, época de esplendor del Condado de Saldaña. Aunque su configuración actual, con soportales de madera y columnas de piedra, data de los siglos XVI al XVIII. Declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1995, la plaza ha sido recientemente protagonista del cupón de la ONCE, difundiendo su imagen por toda España. Además, acoge eventos culturales como la Feria de la Alubia y continúa siendo el corazón cultural y social de Saldaña.

Plaza Vieja de Saldaña
Tiene planta con tendencia rectangular, pavimentada con cantos rodados, y entradas en las cuatro esquinas. Las construcciones que la forman son generalmente de dos alturas y, excepto en un caso, de modestas dimensiones, asentadas sobre parcelas rectangulares y estrechas, empleándose con profusión los entramados. Su estructura porticada de madera y ladrillo ha sido restaurada en varias ocasiones, la última en 2019.