30 años después de la riada: "Oí una voz y vi una mano saliendo del agua a la luz de los relámpagos"
Este sábado 9 de agosto se cumple el 30 aniversario de la riada que asoló Almoguera y Yebra, municipio en el que, además de la destrucción material, el agua arrastró la vida de 10 personas: hablamos con testigos

Guadalajara - Publicado el
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En la víspera del 30 aniversario de la noche más aterradora para los vecinos de Yebra y Almoguera, en Herrera en COPE en Guadalajara hemos escuchado los testimonios reales de tres supervivientes de aquella riada devastadora, desatada por una violenta tormenta de verano que descargó cerca de 100 litros por metro cuadrado en menos de una hora.
Sonia Torres estaba en el bar juvenil del pueblo cuando, de repente, en Yebra se hizo de noche. "Lo llevaban unos hermanos que tenían un bar también a la entrada del pueblo y justo llamó su madre diciendo que no saliéramos porque bajaba una cantidad inmensa de agua" -ha recordado esta yebrana que contaba por entonces 18 años, reconociendo que, aunque al principio se tomaron la advertencia a broma, "en escasos minutos" el caudal de agua que entraba por la puerta del establecimiento les impedía cerrarla.

Los vecinos de Yebra unieron fuerzas para la recuperación de sus viviendas y de todo el municipio
Inmediatamente todos se subieron a la barra, pero, a la vista de que el nivel crecía por momentos, se vieron obligados a buscar escapatoria hacia el tejado del bar. "Pudimos salvarnos gracias a dos señores de más avanzada edad, que con un barril de cerveza hicieron un agujero para acceder al tejado y así pudimos ir subiendo todos los que estábamos, porque no sabíamos si el agua iba a alcanzar unos niveles como para ahogarnos" -ha asegurado con gratitud.
Sobre el tejado del bar, la panorámica era dantesca, ya que pudieron ver cómo "el agua arrastraba coches, un autocar, unas planchas grandes de asfalto que había arrancado de la carretera y, cuando fue bajando el nivel del agua, fuimos encontrando a gente desesperada, gritando que faltaban muchas personas".
Ahora, 30 años después, Sonia Torres, que se estremece "cuando llega el tiempo de tormentas y empieza a llover muy fuerte", recuerda aquel aciago 9 de agosto de 1995 "con mucho miedo y, sobre todo, con mucha tristeza por las personas que se fueron, que el agua se las llevó".

Interior de viviendas en Yebra colapsadas por el lodo y el barro tras la riada
A Víctor Torre, otro vecino de Yebra que trabajaba como encargado de una empresa constructora de Guadalajara, la riada le sorprendió en su viaje de vuelta de una obra en Madrid. "Lo primero que oigo es que el agua sale por donde salió la mayor cantidad, de un pequeño barranco, así que abro la ventanilla y veo de frente un montón de alpacas de paja, que me pegan un golpe y me sacan de la carretera" -ha relatado en presente como prólogo de la infernal odisea que jamás habría podido imaginar y revive cada vez que habla de lo ocurrido.
En el interior del coche desbocado y "dando trompos", fue bajando hacia el pueblo, "hasta llegar a la pared de la finca de unos primos míos, que se cae; salto por encima del tejado del garaje, cierro los ojos y me empiezo a despedir de toda mi gente" -ha confesado Torre, aunque con la gran satisfacción de haber salvado otra vida además de la suya propia.
Y es que, después de haber cruzado "todo el pueblo con los ojos cerrados", el vehículo se quedó por fin frenado y Víctor pudo abrir la ventanilla y saltar afuera.
"Me quedo clavado en el barro y mi única obsesión es subirme a la pared del cementerio, pero, cuando voy a llegar, oigo una voz y veo una mano que sale del agua con la luz de los relámpagos" -ha contado mientras le tiembla la voz al traer a la memoria el momento en el que pudo "sacar a la chica, que estaba enterrada entre ramas, y eso es un poco lo que me ha dado también más aliciente y más valor a la vida".
Por eso, aunque la riada de aquel 9 de agosto de 1995 supuso un antes y un después para los vecinos de Yebra y Almoguera, Víctor Torre es perfectamente consciente de que, de milagro, no estuvo entre las 10 personas que perdieron la vida en su pueblo, de ahí que considere que cada mes de agosto celebra dos cumpleaños: el suyo, el 19 de agosto, y otro, diez días antes.

En Almoguera no hubo pérdidas humanas pero sí cuantiosas pérdidas materiales
En Almoguera, aunque no hubo víctimas mortales, la destrucción fue enorme. Así lo guarda en su recuerdo infantil Sergio Villalba, que tenía casi 11 años cuando, mientras jugaba en la calle de su pueblo con amigos y primos, el cielo se tiñó de naranja y empezó a soplar un fuerte viento.
"Fueron segundos, por más que intentamos cerrar la puerta, no podíamos, entonces un tío mío desde arriba dijo que dejáramos la puerta y nos subiéramos para arriba" -ha narrado con el mismo nudo en la garganta que sintió aquella noche en la que su padre no llegó a cenar a su hora habitual después de la jornada de trabajo.
"Estaba trabajando en el río, sacando unas bombas, porque estaban haciendo unos depósitos y unas historias, entonces estuvimos toda la noche con el runrún de qué había pasado con mi padre" -ha explicado, recordando la inmensa alegría que le invadió a la mañana siguiente, cuando "apareció con una patrulla de la Guardia Civil y nos abrazamos a él. Eso fue lo más, que mi padre estaba vivo, que no se lo había llevado el agua".

En Almoguera, así quedó la confluencia de los arroyos Albares y Aradóñiga
Al salir el sol al día siguiente, Sergio y todos los almogueranos pudieron comprobar con nitidez "el desastre que había ocurrido", pero también sumar fuerzas para superarlo, incluso los más pequeños, que salían a jugar a la calle "entre muebles rotos de lo que sacaban de las casas; ayudábamos a sacar cosas a la calle para echarlas a los vertederos con las máquinas".
Toda una lección de superación bien aprendida del precedente, otra riada anterior que había afectado a Almoguera el 25 de julio de 1987, desde la cual muchas casas de la localidad sumaron una planta más que, a buen seguro, permitió salvar vidas hace 30 años.
Testimonios reales de la riada como estos forman parte de dos documentales que, junto con más de 200 fotografías tomadas por el fotoperiodista guadalajareño Javier Castañón dos días después de la tragedia, componen el proyecto conmemorativo '30 años de la riada'. La exposición se enriquece, además, con material audiovisual proveniente del archivo de la Diputación de Guadalajara y del Centro de la Fotografía y la Imagen Histórica de Guadalajara (CEFIHGU), que han cedido valiosas imágenes de vídeo utilizadas en los documentales.

Momento de la presentación del proyecto '30 años de la riada' el pasado martes 5 de agosto en el centro de prensa de Guadalajara
El proyecto tiene como objetivo honrar a quienes ya no están, pero también impulsar a los vecinos de ambos municipios a seguir adelante, juntos, sin olvidar que el cambio climático no avisa y que, frente a él, sólo caben la prevención y la conciencia colectiva.