¿12 maratones en un año? El verdadero motivo que hay detrás del reto de Javier Lara
Corredor de ultradistancia y alma solidaria, ha decidido poner su cuerpo al límite para algo mucho más grande que él: dar visibilidad a enfermedades graves y raras, recaudar fondos y acompañar con cada paso a quienes luchan cada día en silencio

Javier Lara, corredor de ultradistancia de Múnera (Albacete), se ha propuesto un reto físico y solidario sin precedentes: correr 12 maratones en un año, cada uno dedicado a una enfermedad grave o poco conocida.
Albacete - Publicado el
4 min lectura
Correr un maratón es una prueba de fondo que desafía cuerpo y mente. Pero correr doce en un año, uno cada mes, va mucho más allá del rendimiento deportivo. Supone constancia, determinación y, en el caso de Javier Lara, una profunda vocación de servicio a los demás. Este corredor de ultradistancia, natural de la localidad albaceteña de Múnera, ha iniciado en 2025 una hazaña sin precedentes: 12 maratones en 12 meses, cada uno vinculado a una enfermedad diferente, con el objetivo de recaudar fondos y dar visibilidad a patologías graves, muchas de ellas poco conocidas pero con gran impacto en la vida de quienes las padecen.
"Pensé: ¿por qué no convertir mi pasión en una plataforma solidaria?”
Corredor de ultradistancia
“Los que somos corredores de ultradistancia tenemos que alimentar constantemente ese pequeño monstruo interior que siempre pide más: más retos, más caminos, más superación”, explica Javier en una entrevista.
Así nació este reto, que no solo pone a prueba su resistencia física, sino que se convierte también en una experiencia profundamente humana y emocional. A día de hoy, Lara ya ha completado seis maratones —uno más de lo que correspondería por calendario—, superando etapas tanto geográficas como personales, cada una dedicada a una causa distinta.
Correr con propósito: visibilizar lo invisible
Aunque el cáncer es el eje central del proyecto —una enfermedad que sigue marcando millones de vidas cada año—, Javier ha querido incluir en su reto a otras dolencias menos conocidas pero igual de devastadoras. Es el caso, por ejemplo, del sarcoma de Ewing, un tipo de cáncer poco común que afecta sobre todo a niños y adolescentes y que él vivió de cerca a través de un familiar. O el síndrome de Usher, una enfermedad genética que causa sordoceguera, y que visibilizó a través de un reto paralelo: correr 12 horas seguidas en cinta junto a un joven diagnosticado con esta condición, quien logró completar el desafío y convertirse en la primera persona con esta discapacidad en lograrlo.
“Detrás de cada enfermedad hay historias muy duras, personas y familias que luchan cada día en silencio. Poder poner mi granito de arena para que su voz se escuche, para que no se sientan solos, es lo que realmente da sentido a este reto”, afirma el atleta.
La emoción detrás de cada kilómetro
Cada maratón es también un encuentro con la emoción. Javier no solo corre por una causa, sino que se involucra con las personas afectadas, con sus familias, con asociaciones pequeñas que muchas veces carecen de recursos y visibilidad. “Hay momentos que te sobrecogen. Ver la gratitud en la mirada de alguien que se siente acompañado, comprendido… eso no tiene precio”, confiesa con la voz entrecortada.
"Ver la gratitud en la mirada de alguien que se siente acompañado, comprendido… eso no tiene precio”
Corredor de ultradistancia
Y aunque la exigencia física es inmensa, lo más duro, dice, no son los kilómetros: “Lo difícil es gestionar la carga emocional. Cada testimonio que escuchas te deja una huella. Y sin embargo, es eso lo que me impulsa a seguir. Me da fuerza para levantarme, entrenar, correr, y continuar”. Preparación física y mental: la trastienda del reto
No hay que subestimar el nivel de preparación que conlleva un reto como este. Javier no es un corredor amateur. Es un atleta con años de experiencia en pruebas de ultradistancia, habituado a escuchar su cuerpo y entender sus límites. Sin embargo, incluso para él, encadenar doce maratones en un año es un desafío mayúsculo.
“Siempre digo que esto no es algo que se pueda improvisar. Hay que conocerse muy bien, respetar los tiempos de recuperación, cuidar la alimentación, el descanso, y sobre todo, tener la cabeza bien fuerte. Si la mente no está alineada con el cuerpo, es fácil rendirse. Hay semanas en las que he llegado a correr dos maratones… y eso solo lo puedes afrontar si estás mentalmente preparado”, explica.
A todo esto se suma su trabajo como entrenador, guiando a otros corredores a lograr sus metas. “Intento transmitirles siempre que cada cuerpo es distinto. No todos tenemos que correr un maratón para sentirnos realizados. Lo importante es hacer lo que esté dentro de nuestras posibilidades y disfrutarlo”.
¿Cómo sumarse al reto?
Javier no está solo en esta carrera. Durante cada etapa, se acompaña de voluntarios, amigos, otros corredores y personas que, de una u otra manera, quieren formar parte del proyecto. Para él, el apoyo colectivo es fundamental: “Aunque yo sea el que corre, esto no va de mí. Va de todos los que quieren cambiar las cosas desde el esfuerzo, la empatía y el compromiso”.
Quienes deseen colaborar con su causa pueden hacerlo de varias formas: realizar donaciones, difundir el proyecto en redes sociales, acompañarle en alguna de las carreras o simplemente compartir el mensaje. “Cada gesto cuenta. Cada granito de arena suma. Si consigo que una sola persona se sienta apoyada o que una asociación reciba una ayuda que no esperaba, ya habrá valido la pena”.