El calendario escolar cántabro que divide a las familias: descanso para los niños y “malabares” para los padres
La semana no lectiva en Cantabria reabre el debate sobre la conciliación familiar mientras miles de familias reorganizan sus rutinas para cuidar de los más pequeños

Mediodía COPE en Cantabria
Santander - Publicado el
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Esta semana no lectiva en Cantabria ha dejado una imagen de contraste: aulas vacías y parques llenos. Mientras los escolares disfrutan de un descanso, miles de familias se ven obligadas a hacer “malabares” para cuadrar horarios y atender a los más pequeños. Este parón forma parte del singular modelo educativo cántabro, único en España, que divide el curso en cinco bimestres y reparte las vacaciones a lo largo del año. La medida, implantada en 2016, nació con el objetivo de mejorar el rendimiento del alumnado, pero en la práctica genera un intenso debate sobre su idoneidad y, sobre todo, sobre la dificultad para conciliar.
El reto de la conciliación
Para muchos hogares, esta semana se convierte en un auténtico quebradero de cabeza. La palabra conciliación sigue siendo “fácil de decir, pero muy difícil de aplicar”. Detrás de las escenas de niños jugando al sol, hay familias que asumen la situación con calma y otras con resignación. Las opiniones son diversas: “Está bien que los chicos tengan un poco de tiempo libre”, comenta un padre, aunque reconoce que “se complica” para quienes no pueden teletrabajar o coger días libres.
En este escenario, los abuelos vuelven a convertirse en un pilar fundamental. Muchas familias dependen de ellos para sostener el día a día. Algunos incluso viajan desde otras comunidades autónomas para cuidar de sus nietos, una ayuda que, como ellos mismos afirman, prestan encantados, aunque admiten que “no siempre se puede”.
Opiniones divididas sobre el modelo
El calendario no convence a todos. Hay quien considera que estas vacaciones llegan demasiado pronto y rompen el ritmo del curso. “A los niños pequeños les viene bien el descanso, el parón. A partir de secundaria, yo creo que les trastoca bastante y pierden mucho el ritmo”, opina una madre. Otros, en cambio, lo viven como una oportunidad para pasar más tiempo en familia, aunque implique alterar rutinas y pedir favores.
A partir de secundaria, yo creo que les trastoca bastante y pierden mucho el ritmo
Al debate se suma el factor económico. El descanso a menudo se convierte en un gasto añadido para los padres. Los campamentos, talleres y actividades, si se encuentran, suelen tener precios elevados o agotar sus plazas rápidamente. Es el caso de Gabriela, una joven madre portuguesa, que expone la situación de muchas familias: “Nosotros necesitamos un apoyo más, porque no es suficiente, y los campamentos son una locura de precio y se agotan muy rápido”.
Los padres, nosotros necesitamos un apoyo más, porque no es suficiente
Un debate agravado por las huelgas
Este año, la situación se ha visto agravada por las recientes huelgas de profesores. Una madre señala que, sumando las huelgas a la semana de descanso, los niños acumulan casi dos semanas sin una rutina estable justo después de empezar a adaptarse al curso. Esta interrupción preocupa especialmente a la Federación de Padres y Madres de Alumnos (FAPA), que ya ha mostrado su inquietud sobre cómo afectará al rendimiento de los estudiantes de cara a los próximos exámenes.
A pesar de la controversia, el modelo también tiene sus defensores. Hay docentes que aseguran que los alumnos rinden mejor con estos descansos intermedios. Mientras el debate continúa, los parques de Cantabria seguirán siendo el reflejo de esta semana: niños jugando felices al sol y familias haciendo todo lo posible por convertir el descanso de sus hijos en un problema menos.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.



