El proceso de vacunación que se está siguiendo en España tiene como objetivo que, para el verano, ya esté inmunizado el 70 % de la población, un porcentaje que ahora parece difícil de alcanzar. Desde las autoridades sanitarias se insiste en que será posible, amparándose en que el ritmo de inoculación aumentará en abril con la llegada de más dosis y la incorporación al proceso de la vacuna de Janssen. El número de personas vacunadas tiene importancia si hablamos del uso de la mascarilla.

Hay expertos que aseguran que, para cuando alcancemos ese porcentaje de vacunación, ya no será necesario llevarla en espacios abiertos. Pero otra cuestión es hasta cuándo será necesario llevarla en lugares cerrados.

No hay una respuesta exacta todavía, porque hay que analizar distintas variables, pero hay algunos expertos que abogan por su mantenimiento en determinadas circunstancias.

EFECTO BENEFICIOSO

El neumólogo del Hospital Doctor Negrín, Miguel Ángel Ponce, considera que si todo sale bien, para verano, otoño, podremos alcanzar ese porcentaje de inmunidad que nos permitirá prescindir de la mascarilla al aire libre, pero sigue recomendando su uso en el interior, al menos durante un tiempo, bajo determinadas circunstancias, como “en épocas de epidemia gripal, en lugares cerrados, la pondría en centros sanitarios, pero también en transportes públicos cerrados o incluso en grandes aglomeraciones de espacios cerrados, las mantendría”.

Hace referencia de esta manera al efecto beneficioso que ha tenido su uso, en una época en la que las emergencias se llenaban de personas que padecían procesos gripales, un virus que este año ha pasado casi inadvertido, por medidas sanitarias como lavarnos las manos o la propia mascarilla.

En esta línea ya hay ciudadanos que apuestan por llevarla cuando acabe la pandemia, por ejemplo, durante los meses de invierno, para evitar problemas respiratorios asociados a esa época del año.

Por otra parte, Miguel Ángel Ponce reconoce su preocupación porque la curva de pacientes covid en las UCI no descienden, y por el efecto que puede tener la Semana Santa. “A ver si la gente se acaba de comportar, pero están cansados y quieren hacer fiesta”, reconoce.

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