Excelente muralista y dibujante, Paulino Vicente practicó diversos géneros como la pintura costumbrista, paisaje, bodegones, pintura religiosa y, sobre todo, retratos. De hecho, fue el retratista preferido de la burguesía ovetense desde los años cuarente. Nacido y fallecido en Oviedo, ciudad de la fue nombrado hijo predilecto en 1979, fue un artista con una manejo extraordinario del dibujo y del color. La pintura de Paulino Vicente diferencia de forma clara dos etapas. La primera la encontramos en el marco de una línea innovadora que coincide con sus años de formación académica y que se cierra con el estallido de la Guerra Civil Española. Son unas obras marcadas por el realismo, y entre las que contramos cuadros como De Endecha (1925) o La Cuatreada (1926), obras que se enmarcan en una línea regionalista, aunque nunca se adentró en el realismo político. En esta época, la pintura más innovadora de Paulino Vicente la encontramos en los retratos realizados a comienzos de los años 30 y en los que encontramos influencia de la pintura italiana. La segunda etapa del pintor asturiano y que se podría denominar "formalista", se inicia con el comienzo de la década de 1940. En estos años encontramos una producción pictórica que se mantiene fiel al realismo adoptando un academicismo más clasicista. Fue en esta década cuando comenzó a desarrollar su faceta muralista y que le convierten en el muralista más significativo del panorama asturiano. Muy conocido es el mural que alberga la capilla de La Cadellada, en Oviedo, y en el que se puede contemplar la Ùltima Cena. Artista polifacético; podemos disfrutar del diseño de las vidrieras del Gobierno Militar de Oviedo, sin olvidar el desaparecido grupo escultórico del Apostolado para la iglesia de San Lorenzo de Gijón.