El pueblo de Huesca que puso una bandera de Francia en su ayuntamiento y se declaró francés: no hay un caso igual en España
Esta localidad hizo creer a todos que era francés... pero en realidad tenía trampa y una historia muy simpática

La localidad de Alerre, en Huesca
Madrid - Publicado el - Actualizado
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A lo largo de la historia, las relaciones entre España y Francia han estado marcadas por alianzas, conflictos y curiosas anécdotas. En la frontera natural de los Pirineos, muchos pueblos han sido testigos directos de estos vaivenes históricos. Pero pocos pueden presumir de una historia como la de Alerre, un pequeño municipio oscense que, con una bandera y mucho ingenio, logró engañar a las tropas de Napoleón y evitar su conquista. Un capítulo único en la historia de España que aún hoy se recuerda con asombro.
Corría el siglo XIX y España sufría los embates de la invasión napoleónica. Era una época oscura para muchos municipios que fueron arrasados o saqueados por el ejército francés. Pero en plena comarca de la Hoya de Huesca, el pequeño pueblo de Alerre decidió tomar un camino muy diferente al de la resistencia armada.

Esta localidad de Huesca se burló literalmente de Napoleón
el brillante plan de Alerre: plantar una bandera... para confundir
Sus vecinos, sabiendo que oponerse era inútil y probablemente mortal, urdieron un plan tan simple como brillante: colocar una bandera francesa en el ayuntamiento y fingir que el pueblo ya había sido conquistado por las tropas napoleónicas. El engaño funcionó. Cuando los soldados franceses llegaron y vieron ondear su propia enseña, siguieron de largo sin ni siquiera detenerse.
De esta manera, Alerre evitó saqueos, destrucción y represalias, mientras muchas otras localidades cercanas sufrían las consecuencias de la guerra. Aquel gesto de supervivencia colectiva marcó para siempre la identidad del pueblo, hasta el punto de que algunos, en tono humorístico, aún se refieren a los alerreños como “los franceses”.

Engañaron a Napoleón... plantando la bandera francesa
No hay otro caso documentado igual en todo el país. Que un pueblo simule su rendición para evitar una invasión y lo consiga sin derramar una gota de sangre es algo que sólo ha ocurrido en Alerre. Su historia se transmite como una leyenda entre generaciones, pero está profundamente enraizada en el contexto histórico de la Guerra de la Independencia.
En un momento en el que la ocupación francesa avanzaba sin tregua, la acción de este municipio se convierte en símbolo de astucia, resistencia pasiva y amor por la tierra. Hoy, este episodio sigue despertando la curiosidad de historiadores, viajeros y amantes de las pequeñas grandes historias que no suelen aparecer en los libros de texto.
A los habitantes de Alerre se les conoce como "los franceses" por este cómico hecho
ALERRE, UNA LOCALIDAD QUE MERECE BASTANTE LA PENA
Alerre no sólo guarda esta increíble anécdota. También ofrece al visitante una rica herencia cultural y religiosa que se vive con intensidad a lo largo del año. Destaca su iglesia parroquial, donde se conservan importantes retablos, como el del Rosario, vinculados a siglos de devoción local.
Cada primer domingo de octubre, el pueblo celebra la tradicional Fiesta del Rosario, una festividad que conmemora la victoria en la Batalla de Lepanto y que mezcla religión y cultura popular. Otra fecha importante es el segundo domingo de mayo, cuando se organiza una romería hasta un santuario cercano. Allí, los vecinos comparten torta y vino, en una jornada que celebra la identidad alerreña y refuerza los lazos comunitarios.
Alerre se encuentra muy bien comunicado. Desde Zaragoza, el viaje dura apenas 55 minutos por la autovía A-23. Si se parte desde Huesca capital, en menos de 15 minutos se llega al corazón del pueblo tomando la A-132. Una escapada perfecta para quienes buscan descubrir rincones con historia, tranquilidad y encanto rural.

Alerre está situado a unos cuatro kilómetros de Huesca
En tiempos donde las gestas suelen ser sinónimo de grandes batallas, la historia de Alerre demuestra que la inteligencia colectiva también salva pueblos. Frente al poder militar, este municipio apostó por la astucia y logró salir indemne de una de las épocas más duras de la historia de España.
Hoy, Alerre no sólo merece ser recordado como "el pueblo que fingió ser francés", sino como un símbolo de ingenio, dignidad y memoria histórica. Un lugar donde cada calle recuerda que a veces, las victorias más grandes no se libran con armas, sino con cabeza.