“La última vez que intenté ver a mi padre, me dio plantón”. Las palabras son de Yaiza. Esta joven sevillana tiene 31 años. Y se crió, igual que sus tres hermanos, pensando que lo que ocurría en su casa era "normal".

Yaiza fue una de las miles de niñas víctimas de violencia de género en sus casas. En una entrevista concedida a COPE Andalucía, nos cuenta que cuando era pequeña no se relacionaba mucho con otros niños. Así era más difícil darse cuenta de que su situación no se vivía en otras casas.

El olvido contra el dolor

La soledad era enorme. En el colegio nunca se dieron cuenta. Pensaban que simplemente no quería estudiar. Jamás la vieron como una víctima en su propia casa. Solo como una mala estudiante.

Cuando le preguntamos qué era lo peor de aquel infierno, tarda en responder: “Borré de mi cabeza los malos recuerdos. Necesité diez años de terapia para volver a recordar”.

Nadie podía imaginar lo que pasaba en mi casa

Lo que sí recuerda perfectamente es cómo se sentía. La confusión la invadía. Yaiza era sólo una niña. Una niña que dudaba si realmente era víctima de agresiones por parte de su padre. “Porque en público él era encantador y tenía muchas habilidades sociales. Nadie podía imaginar lo que pasaba de puertas para adentro”.

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La culpa nunca la abandonaba. “Los niños piensan que ellos provocan las discusiones y peleas entre sus padres”. Y ella ha cargado desde muy pequeña con esa mochila que le suponía la relación que mantenían sus padres. Aquello terminó para ella. Aunque la realidad es que nunca termina del todo. “Él siempre va a ser mi padre”.

¿Que si lo ha superado? Ahora Yaiza es terapeuta. Ha encontrado su camino. E incluso reconoce que lo ha perdonado. “Es mi padre”, nos dice.

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