Nadie está a salvo de recibir un golpe, de caerse o hacerse una torcedura. Y cuando esto ocurre, siempre nos surge la misma pregunta:
ante una lesión es: ¿hielo o manta eléctrica? La respuesta no es trivial y depende fundamentalmente del tipo y la fase de la lesión.
Para resolver esta duda, el doctor Vicente De la Varga, traumatólogo y experto en cirugía ortopédica desde su clínica CAMDE de Málaga, considerado uno de los 50 mejores médicos privados de España por Top Doctors, nos ofrece las pautas a seguir.
norma general
Frío (Crioterapia): El Aliado
Inmediato. El frío es la intervención de elección en las lesiones agudas, es decir, aquellas que acaban de ocurrir (en las primeras 24-48 horas).
Da igual la lesión que sea, un fractura, un esguince o un rotura fibrilar. Una lesión aguda=frío.
Su objetivo principal es controlar la inflamación y el dolor. Ahora veremos cómo lo consigue.
Calor (Termoterapia): Para la
Recuperación y la Cronicidad.
El calor, por otro lado, se utiliza en las fases subagudas o crónicas de las lesiones, o para preparar los tejidos antes de la actividad física.
No debe aplicarse en las primeras horas de una lesión aguda, ya que podría aumentar la inflamación.
Es útil para relajar músculos tensos, mejorar la flexibilidad y aliviar el dolor crónico.
El Papel del Frío:
Controlar la inflamación, No Eliminarla
La filosofía actual detrás del uso
del frío en lesiones agudas no es "cortar" o "detener"
completamente la inflamación, sino modularla y
controlarla para evitar sus efectos perjudiciales, sin
suprimir por completo los procesos curativos.
Reducción del Edema y el
Dolor: El frío, a través de la vasoconstricción inicial,
ayuda a limitar la cantidad de líquido que se acumula en el espacio
intersticial. Esto reduce la hinchazón y, por ende, la presión
sobre las terminaciones nerviosas, aliviando el dolor. Un edema
excesivo puede dificultar la llegada de oxígeno y nutrientes a las
células, y también la eliminación de desechos, lo que
paradójicamente podría retrasar la curación.
Limitación del Daño Secundario: Al reducir el metabolismo celular y la hipoxia en la zona circundante a la lesión, el frío puede ayudar a preservar el tejido sano que aún no ha sido dañado, pero que está en riesgo debido a la inflamación y la falta de oxígeno.
El dolor crónico requiere de aplicaciones de calor
Cómo
conseguirlo
Fase Aguda (primeras 24-48h): El frío es útil para controlar la respuesta inflamatoria inicial y el dolor.
No bloquear la
inflamación por completo
Las aplicaciones de frío suelen
ser intermitentes (máx 20 minutos) y no continuas. 20 minutos frío
y 20 minutos nada. Esto permite que, entre aplicaciones, haya
periodos de reperfusión y que los procesos inflamatorios
necesarios sigan ocurriendo, aunque de forma más controlada. La
vasoconstricción no es total ni permanente.
Los geles de frío y calor son cada más comunes
Fase Subaguda y Crónica: Una
vez que la inflamación aguda ha cedido, el enfoque cambia hacia la
movilización temprana, la carga progresiva y, si es necesario, el
uso de calor para promover la circulación y la relajación
muscular, facilitando la rehabilitación.
temperatura ideal para aplicar el frío
La temperatura adecuada para aplicar
frío en lesiones deportivas agudas (en las primeras 24-48 horas) es
generalmente entre 10°C y 15°C) en la superficie
de la piel.
Es importante destacar que no se busca
congelar el tejido, sino reducir la temperatura local para
lograr los efectos fisiológicos deseados (vasoconstricción,
analgesia, disminución del metabolismo) sin causar daño.
puntos claves para aplicar frío
Aquí algunos puntos clave sobre la
temperatura y su aplicación:
Nunca se debe aplicar hielo
directamente sobre la piel sin una barrera. Siempre usa una
toalla fina o un paño entre el hielo y la piel para evitar
quemaduras por frío. Y no las notas porque la piel se acaba
anestesiando. Los paquetes de gel congelado también deben usarse
con una barrera, ya que pueden alcanzar temperaturas muy bajas (por
debajo de 0°C).
Temperatura de los tejidos: El objetivo es que la temperatura de la piel baje alrededor de 10-15°C. Temperaturas por debajo de 5-7°C pueden aumentar el riesgo de daño nervioso.
Duración de la aplicación: Las aplicaciones suelen ser de 15 a 20 minutos. Periodos más cortos (10-15 minutos) pueden ofrecer un efecto analgésico inicial, pero para una reducción significativa del edema y la inflamación se requieren los 15-20 minutos.
Frecuencia: Se recomienda repetir la aplicación cada 2-3 horas durante las primeras 24-48 horas, permitiendo que la zona se recupere la temperatura entre cada ciclo.
Sensaciones: Es normal sentir varias fases durante la aplicación de frío: frío intenso, escozor/quemazón, dolor y finalmente entumecimiento. Cuando se llega al entumecimiento, es un buen indicador para retirar el frío.
Bolsas de hielo triturado: Es uno de los métodos más efectivos y seguros, ya que el hielo triturado se adapta bien a la superficie del cuerpo y mantiene una temperatura constante.
Métodos de aplicación
Compresas frías o bolsas de
gel: Son convenientes, pero hay que tener precaución con
su temperatura inicial (algunos geles pueden estar muy fríos) y
siempre usarlas con una barrera.
Baños de inmersión en agua
fría: La temperatura del agua para inmersión suele
oscilar entre 10°C y 20°C, con tiempos de inmersión controlados
(ej. 1-2 minutos si el agua está más fría, o 10-12 minutos si
está en el rango de 10-15°C).