VIERNES 28 DE JULIO DE 2023

Ad líbitum, con Javier Pereda. Hoy: Investidura

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Redacción COPE Jaén

Jaén - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Ha sorprendido el resultado electoral del 23-J. Ninguna de las encuestas ha conseguido predecir la “foto finish”. Esto nos lleva a cuestionar su razón de ser, porque han orientado de forma partidista el voto. Las de GAD3 daban por hecha la victoria (amarga) del PP, que necesitaría el apoyo del socio natural Vox, para la mayoría absoluta. Para el CIS el partido más votado sería el PSOE. Un reflejo de las dos Españas machadianas, cuyo bipartidismo insuficiente precisaría el apoyo de socios minoritarios. La publicación constante de encuestas ha operado a modo de la propaganda goebellsiana, sobre todo en el bloque de la derecha, que ha potenciado el voto útil a favor del PP. Esta formación ha aumentado en 47 escaños, con un trasvase de 19 diputados de Vox (que al perder los 52 no podrá presentar recursos de inconstitucionalidad al tribunal de Conde Pumpido, ni mociones de censura) y 10 de la extinta Ciudadanos. El bloque de la izquierda PSOE-Sumar consigue también su techo electoral, que sólo han disminuido en dos escaños, pese al proceso de transformación de la extrema izquierda de Podemos a Sumar. La diferencia entre los dos bloques radica en que en la izquierda se observa una mayor cultura electoral para pactar, como se comprobó en el segundo debate. Sin embargo, los dos partidos de centro-derecha (nada del sambenito del cordón sanitario sanchista-comunista de extrema derecha y derecha extrema) han protagonizado un lamentable enfrentamiento autodestructivo. Especialmente del PP a Vox, que, con más poder, controla más medios de comunicación. Por eso cobra sentido que la formación de Abascal se queje de la brutal campaña infligida por su socio natural (con estos amigos no hace falta enemigos o al suelo que vienen los míos). A modo de oráculo de Delfos Esperanza Aguirre critica el tremendo error del líder popular al asegurar que prefería llegar a acuerdos con el PSOE que con un gobierno de Vox. Éstos han espetado con ironía al gallego que, si encuentra para la investidura diputados del “PSOE bueno”, ellos se abstendrán. Con esta política esquizofrénica de Feijóo de derogar el sanchismo y a la vez ofrecerle pactos antes que a Vox, se arroja piedras sobre su propio tejado, al movilizar a la izquierda. El político gallego ha dejado que los bulos y cordones sanitarios de la izquierda se propalen contra su aliado natural, pensando que así obtendría ganancias electorales. Sin embargo, Pedro Sánchez se enorgullece sin complejos de tener como aliado a la nueva marca comunista, heredera de Pablo Iglesias e Irene Montero. El buen rollo y besuqueo entre Yolanda y Pedro tiene una intención electoral inequívoca: sumar. Como el PP entiende que los tres millones de votos de Vox le pertenecen, exigen facilitar la investidura de López Miras en Murcia, que pretende “hacer un Guardiola”, a cambio de nada. Para colmo Aznar sermonea a esta formación para que no ponga palos en las ruedas. Los estrategas populares han diseñado una campaña para desactivar a su socio, sin darse cuenta que se provocan daño a sí mismos. Con esta estrategia suicida la derecha seguirá perdiendo elecciones a nivel nacional. El enemigo de las derechas no es el tendencioso serial de El País a Alberto Núñez con Marcial Dorado o la equivocación sobre las pensiones; sino la falta de entendimiento entre socios naturales, que ha provocado la formación socialista y en la trampa que han caído los populares. Para Ferraz el éxito electoral pasaba por limitarse a mantener el número de votantes socialistas-comunistas, y el resto, hasta los 176 escaños, se completaría con la coalición parlamentaria Frankenstein de separatistas, golpistas y prófugos (ERC, JxCat, Bildu, PNV y BNG); les sobrarían incluso los escaños de CC y UPN. Que Alberto Núñez Feijóo insista en la “GroBe Koalition” —hasta Massiel de forma más coloquial—, sería lo conveniente para España, pero donde prima el sectarismo parece imposible. Resulta paradójico que la dulce derrota de la coalición social-comunista (153 escaños frente a 169 de la ganadora) alcance la investidura. Antes habrá que realizar el escrutinio definitivo y contabilizar los votos del exterior, constituir el Congreso y el Senado, que la presidenta de la Cámara informe al rey Felipe VI y éste inicie ronda de consultas. El avezado candidato volverá a repetir la faena, incluyendo esta vez en la coalición de independentistas al prófugo de Waterloo.

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