OPINIÓN

Ad Libitum con Javier Pereda. Hoy: Globalización

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Lleva proyectándose varias semanas en los cines con notable éxito “España, la primera globalización”, un oportuno documental de José Luis López-Linares. La gesta mundial iniciada por la monarquía hispánica es para llenarse de orgullo; conocerla nos ayuda a construir el futuro, indica Marcelo Gullo. Durante casi dos horas, 39 profesores y expertos comentan nuestra apasionante historia. Esta iniciativa cultural puede ayudar a despertar la curiosidad, ante la incomparable hazaña del imperio español. Supone un acierto contrastar las voces críticas de reconocidos historiadores como Stanley G. Payne, el académico Miguel Ángel Ladero, el economista Ramón Tamames o la escritora María Elvira Roca Barea, para desmontar el relato histórico distorsionado. En expresión de la autora de “Imperiofobia y leyenda negra”: “la lucha por el pasado es la lucha por el futuro”; eso pretende este trabajo. Para afrontar la manipulación y las contradicciones de la historia, se hace preciso un estudio contrastado, para superar la propaganda lesiva de potencias rivales. Sin embargo, la leyenda negra se ha aceptado en nuestro país, señala Alfonso Guerra, sin apenas sentido crítico. La directora de la Real Academia de la Historia, Carmen Iglesias, apunta la trascendental repercusión de la Hispanidad: “La historia del mundo no se puede explicar sin la historia de España”.

Aquella maravillosa aventura bajo la encomienda de los Reyes Católicos, presenta a conquistadores excepcionales como Hernán Cortés, Magallanes o Elcano, que fueron los artífices de la primera globalización. El descubrimiento de la Nueva España tuvo mayor relevancia que la llegada del hombre a la luna. Desde Burgos (donde se elaboran las 35 leyes en defensa de los pueblos originarios) y Sevilla (Casa de la Contratación de Indias), se transmitió lo mejor al Nuevo Mundo en México, Filipinas y China. El primer mapamundi completo lo confeccionó Nuño García de Toreno, en 1523, al descubrirse el orbe con los océanos y continentes. Manila se convierte en el epicentro de la globalización, produciéndose el primer intercambio comercial entre Oriente y Occidente. La vía marítima desde Filipinas a México, gracias al agustino Andrés de Urdaneta y el almirante Legazpi, supuso el origen de la ruta de la seda; las especias se transportan en el Galeón de Manila. Allí se embarcaban los preciados mantones de Manila, que se hacían en China; ésta en 1580 poseía la cuarta parte de la población mundial y el 40% de la riqueza del planeta.

Todo ese potencial comercial recaía sobre la Corona de Castilla, que se convirtió en la catalizadora del intercambio económico y cultural. Las transacciones con China se realizaban con el patrón plata, cuya materia prima se extraía de las minas de Potosí en Perú. El liderazgo económico mundial entre el imperio de los Austrias y el imperio Ming suscitó las envidias de otras potencias. Así surge la leyenda negra provocada por el nacionalismo protestante alemán (luteranismo), inglés (anglicanismo) y holandés (calvinismo), que comenzaron a denigrar el imperio hispano, de origen católico. Se critica los 1.500 procesos de la Inquisición, aunque se ejecutaran la mitad; se omiten, por el contrario, la quema en la hoguera de 20.000 brujas en Alemania. Se calumnia sobre la expulsión de 380.000 judíos, cuando sólo fueron 80.000 no conversos. A diferencia del colonialismo protestante, la monarquía de la Casa de Habsburgo era integradora: convierte a México en capital del imperio español.

La presencia de la Iglesia Católica —que compatibiliza ciencia y fe— en la primera globalización es patente: Domingo de Soto, dominico y confesor de Carlos V, se adelantó a Galileo y a Newton con la ley de la gravedad; José de Acosta, jesuita, aventajó a Darwin y a Humboldt; el dominico Francisco de Vitoria, fue un adelantado de los derechos humanos y el derecho internacional de gentes; de la Universidad de Salamanca se exportaría el conocimiento; el Calendario Gregoriano mejoraría al juliano; el obispo Juan Rodríguez de Fonseca organizó la política de Indias; el geógrafo Pedro de Medina manifestó: “un marinero es hoy más sabio que Aristóteles”. La dinastía borbónica, con Felipe V, creó vínculos entre Francia y España, y mantuvo la propaganda antiespañola y anticatólica. La ideología “woke” (marxismo cultural) continúa con esta lacra histórica, destruyendo estatuas como la de san Junípero Serra; el franciscano que fundó nueve misiones españolas en California, defensor del apache Gerónimo, deportado por los anglosajones. La ignorancia se cura con la lectura, la ideología tiene difícil tratamiento.

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