Las Divinas Palabras con Ernesto Medina. Hoy: Jardín Colgante

Jaén - Publicado el - Actualizado
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Cuentan de un munícipe que paseaba por la Carrera de Jesús tras haber visto en la televisión un documental sobre los “Jardines colgantes de Babilonia”, una de las siete antiguas maravillas del mundo, mandados construir por el rey Nabucodonosor, quien de esta florida manera rendía amor a su esposa Amitis.
“Igual que el monarca babilónico -reflexionó el concejal- en ese lienzo de muralla lucirá un jardín vertical para mayor gloria de mi señor alcalde”. Encomendose a técnicos municipales que nada objetaron. Ignoraba que algunos eran taimados agentes dobles, infiltrados por la enemiga oposición. Buscó financiación privada para el proyecto. Hasta que siendo un día casi la madrugada unos operarios encaramados en una grúa taladraron las piedras para clavar la estructura metálica que andando el tiempo debía derramar una lisura floral que fuera envidia de las poblaciones vecinas y aun de aquellas más alejadas de la capital del Santo Reino. Habremos de suponer que agrónomos, astrónomos, agrimensores, floristas y técnicos de riego formaron parte de la magna obra porque maravillosamente no se veían conducciones de agua para su mantenimiento y los paseantes habituales convenían en que la orientación solar era idónea para la proliferación de geranios, claveles, pensamientos o cualesquiera otras plantas que allí habrían de lucir.
No contaba el esforzado artífice de la empresa con la ignorancia artística del paisanaje. Quien se escandalizó por el atentado contra el patrimonio, al tiempo que afeaba la estructura metálica y su inconveniente ubicación. Sin dar tiempo siquiera a que los primeros esquejes prestasen su policromía al recoleto rincón de Jaén el escándalo alcanzó tales proporciones que magnánimo el alcalde decidió que fuese retirado el invento. Si la máxima autoridad municipal agradeció o, por el contrario, reprendió al concejal su empeño, es secreto que guardan los muros del Ayuntamiento.
De tal historia -ni verídica ni tampoco inventada, piense cada oyente lo que más le plazca- extraigo un ramillete de reflexiones. Que sitios más propicios había para el invento siendo frecuentes en el centro de la ciudad fachadas cubiertas por lonas que tapan su ruina. Que la precipitación no suele ser buena consejera cuando, además, el enemigo está a la que salta. Que en política no hay que fiarse ni de los consejos más asépticos porque seguro que portan celada. Por último, lo más lamentable. Es de pronta necesidad averiguar quién nos ha echado una maldición en lides botánicas. Antaño la retirada del expediente de “Paisajes del olivar”, hogaño la renuncia a una nueva maravilla universal. ¡Oh desdicha giennense!
Palabras, divinas palabras