El proyecto pionero para prevenir incendios en Huelva que maravilla al mundo
La Asociación El Burrito Feliz emplea 18 burros para prevenir incendios forestales en los montes de Hinojos, un proyecto pionero que despierta interés internacional pero que reclama apoyos

Entrevista a Luis Bejarano, presidente de la Asociación El Burrito Feliz
Huelva - Publicado el
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En plena ola de incendios que asola España, el municipio onubense de Hinojos, en el entorno de Doñana, se ha convertido en ejemplo de cómo la naturaleza puede protegerse con la ayuda de los propios animales. Allí trabaja la Asociación El Burrito Feliz, que emplea a 18 burros para desbrozar y mantener cortafuegos, reduciendo el riesgo de propagación del fuego en uno de los ecosistemas más sensibles del país.
Luis Bejarano, presidente de la entidad, asegura que “los burros son los verdaderos héroes”. Estos animales se dedican a limpiar de pasto seco zonas estratégicas del monte, lo que permite crear barreras naturales contra los incendios. Según explica, no se trata simplemente de soltarlos en el campo, sino de un trabajo planificado con cortafuegos de entre 30 y 40 metros, delimitados con vallas desmontables. El sistema, añade, garantiza que los animales tengan agua fresca y que su labor no perjudique a los árboles jóvenes.
El proyecto ha traspasado fronteras. Bejarano cuenta que un vídeo viral en el que se veía a linces ibéricos acercarse a los burros superó las 800.000 reproducciones y que incluso medios de países como Argentina o Alemania se han interesado por la iniciativa. “Los linces se llevan muy bien con los burros, y hasta parece que vienen a agradecerles su trabajo”, comenta en tono romántico.
La experiencia también ha despertado el interés de asociaciones de otras comunidades autónomas, como el País Vasco o Cataluña, que han invitado a El Burrito Feliz para aprender de su modelo. “Siempre ha habido burros desbrozando, pero una unidad planificada con un plan de prevención de incendios no existía”, subraya Bejarano, orgulloso de que su idea sirva para salvar bosques más allá de Andalucía.
Además de prevenir incendios, los burros desarrollan otras funciones: terapia con personas, limpieza de playas e incluso atractivo turístico, ya que reciben visitas de familias de distintos puntos de España. Para Bejarano, es una forma digna de dar continuidad a una especie que durante siglos estuvo relegada a trabajos duros en el campo: “Queremos que sigan otros 5.000 años con nosotros, pero en tareas diferentes, más acordes con nuestro tiempo”.
Sin embargo, el proyecto se enfrenta a un gran obstáculo: la falta de apoyo institucional. “Llevamos diez años trabajando prácticamente con nuestros propios recursos, sin ningún tipo de ayuda de la Junta de Andalucía”, denuncia. El presidente de la asociación reconoce que reciben colaboración de voluntarios, incluso de fuera de la provincia, pero lamenta que la administración autonómica les mantenga “en el ostracismo” pese a los resultados obtenidos.
La asociación pide materiales como vallados o depósitos de agua, pero no financiación directa. “No queremos ni un solo euro, lo que pedimos es que se mojen, que hagan algo”, insiste Bejarano, quien añade que su equipo no puede ampliar el número de burros sin arruinarse.
Pese a estas dificultades, la motivación del colectivo sigue intacta. Recientemente, además, se han unido a la labor del grupo ecologista Mujeres por Doñana, que cuenta con perros entrenados para rescatar erizos tras los incendios, evitando que mueran de inanición.
Consciente de la importancia de difundir su labor, Bejarano recuerda que quienes deseen colaborar pueden encontrar fácilmente a la entidad en redes sociales buscando “Asociación El Burrito Feliz”.
Mientras tanto, en Doñana, dieciocho burros continúan cada día con su silenciosa misión: proteger el bosque, cuidar la biodiversidad y demostrar que, en la lucha contra el fuego, la naturaleza también puede ser parte de la solución.