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A mi tío Luis Espina Cepeda, S.I. In memoriam

Siempre quiso estar presente en el trabajo pastoral a pie de calle, con los más pobres y sencillos.

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Juan Ignacio Reales | Doctor en Derecho. Ex-Presidente de la Hermandad Matriz de Ntra. Sra. del Rocío.

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 13:42

El pasado 8 de diciembre, día la Inmaculada, fallecía en la Residencia de los Jesuitas San Estanislao de Málaga, mi tío Luis Espina Cepeda, a los 82 años de edad. Fue un ejemplar jesuita y sacerdote almonteño, y hoy doy gracias al Señor por el inmenso regalo que nos hizo al concedernos un sacerdote jesuita a nuestra familia, que siempre es una bendición, y por haberlo tenido con nosotros tantos años, estando presente en los momentos más importantes de nuestra vida, pudiendo contar siempre con su ayuda y con su testimonio.

Su último destino y servicio pastoral, fue en la capital de nuestra provincia, como Administrador Espiritual de la última Comunidad Jesuita de Huelva, hoy tristemente desaparecida. Fue muy feliz en Huelva, como sacerdote en la Iglesia de los Jesuitas, atendiendo a los diferentes grupos parroquiales con los que trabajó, y a las otras responsabilidades que asumió en nuestra diócesis, como consiliario de los Scouts (como antes lo hiciera el también recordado P. Vivas) y sobre todo, como Director Espiritual de la Hermandad del Rocío de Emigrantes.

Para un sacerdote almonteño y gran devoto de la Virgen del Rocío, fue para él todo un regalo, ser capellán de la Hermandad de Emigrantes. Allí fue inmensamente feliz, encontrando otra familia en el grupo de hermanos con los que coincidió, que estaban al frente de la Hermandad. Fue para él una experiencia preciosa, el haber vivido y compartido con la Hermandad, el camino y la Romería del 2018, y los actos inolvidables del Rocío del Amor y Caridad, en noviembre de ese mismo año.

En el año 1949, siendo un niño de sólo diez años, entra como alumno en el Colegio de los Jesuitas San Estanislao, en Málaga. Ha querido la providencia, que fuera en ese mismo lugar, en la residencia que tienen los jesuitas junto al Colegio, donde, setenta y dos años después, fuera llamado a la casa del Padre. En ese Colegio sintió su vocación para ser sacerdote y jesuita, y en el año 1955, ingresa en el noviciado de la Compañía de Jesús, del Puerto de Santa María. Posteriormente, además de sus estudios eclesiásticos, de filosofía y teología, estudió magisterio y periodismo, y siempre procuró mantener una activa presencia en el mundo de la comunicación, desde sus primeros años, colaborando con el periódico decano de la prensa andaluza “El Correo de Andalucía”, o el diario YA, hasta su última etapa en Huelva, donde abrió un Blog en las redes sociales “Tras mi vidriera”, en el que escribía periódicamente.

Durante su vida como jesuita, estuvo muy ligado al mundo de los jóvenes y de la educación, asumiendo importantes responsabilidades, al frente de las instituciones educativas de la Compañía de Jesús; fue director de Radio Ecca en Canarias, Rector de la SAFA y Director de la Fundación Loyola Andalucía, antes de ser nombrado Provincial de los Jesuitas.

Pero aparte de esas actividades, siempre quiso estar presente en el trabajo pastoral a pie de calle, con los más pobres y sencillos. Cuando deja de ser Provincial de los Jesuitas, pide ser destinado a una de las parroquias más humildes de Sevilla, como es la de Torreblanca, que es uno de los lugares en los que se encontró más feliz, atendiendo a los que más lo necesitaban. Y así en las distintas Iglesias y Parroquias de la Compañía, en las que estuvo destinado, como en “La Isleta”, de Las Palmas de Gran Canaria, en el Sagrado Corazón de Málaga, o aquí en Huelva. Era en el trabajo en las parroquias, donde se sentía más feliz como sacerdote.

En sus últimos años, se centró en la impartición de los ejercicios espirituales de San Ignacio, a numerosos grupos y comunidades de toda España.

Cuando en agosto de 2019, estando destinado en la comunidad de Huelva, sufrió un infarto cerebral, tuvo que cesar toda su actividad, con enorme resignación por su parte, luchando contra las graves secuelas que le quedaron, que no pudo superar del todo. Fueron sus últimos dos años y medio en Málaga, todo un testimonio de Fe y de sacrificio, dedicado a la oración y asumiendo con cristiana resignación la enfermedad que padecía, hasta que el Señor lo llamó a su lado, el pasado 8 de diciembre.

Precisamente la mañana antes de su repentino fallecimiento, hablaba por teléfono con su hermana, mi tía Fátima, y hablando de la salud, de la edad, le decía mi tía, que por ley de vida, ya no les quedaba mucho por aquí, que veía cerca el final, porque eran muy mayores… a lo que tío Luis, respondía que cuando ese momento llegara, no sería el final, sino el principio de una nueva vida. Sólo pocas horas después, el Señor lo llamaba a su lado, para empezar esa nueva vida en el cielo.

Por mi parte, tengo la alegría de haber podido estar con él hace escasamente un mes en su residencia de Málaga, donde pasamos un rato estupendo, con Rocío, mi mujer y mi hija Pilar, recordando muchos momentos, hablando de la familia, de nuestro pueblo, de la Virgen, etc… tampoco podía imaginar, que esa fuera nuestra despedida, pero fue la última vez que estuvimos juntos.

Y si algo llevaba siempre por bandera, era su condición de almonteño y de rociero. Tenía una profunda devoción por la Virgen del Rocío, y siempre vio con mucho interés, la importante tarea pastoral y evangelizadora, que se podía llevar a cabo desde la Hermandad Matriz. Con nuestra Hermandad, que era la suya, colaboró siempre que se lo pedíamos, predicando en numerosas ocasiones, impartiendo retiros, escribiendo en nuestras revistas, etc… Procuraba estar siempre presente en la Romería, en el Rocío Chico y en las Venidas de la Virgen, y siempre aprovechaba para ir acompañado de algún compañero jesuita, al que le enseñaba y le contaba orgulloso todo sobre el Rocío y sobre la devoción a la Virgen.

Quiero agradecer, en nombre de nuestra familia, todos los cuidados y atenciones de sus compañeros y cuidadores éstos últimos años en Málaga, y los mensajes de cariño de tantos compañeros jesuitas, sacerdotes, y de otros amigos y colaboradores suyos, de Huelva, Sevilla, Málaga, Úbeda, Canarias y de los distintos lugares en los que desempeñó su ministerio.

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Uno de sus últimos deseos, con el que estaba muy ilusionado, era venir a Almonte esta Navidad, para ver a la Virgen. Por su estado, sabíamos que iba a ser muy difícil. Al final, fue la Virgen, la que quiso llevárselo con Ella al cielo, en día de su Concepción Inmaculada.

Descanse en Paz.

* Ofreceremos una Eucaristía por su alma en Almonte, ante la Virgen del Rocío, el próximo martes 21, a las seis y media de la tarde

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