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Cincuenta años de Emigrantes

Qué momento tan emocionante, cuando el pasado domingo, después de dos años sin poder hacerlo, vimos entrar el Simpecado de la querida Hermandad del Rocío de Emigrantes

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Juan Ignacio Reales | Doctor en Derecho. Ex-Presidente de la Hermandad Matriz de Ntra. Sra. del Rocío.

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 14:03

Qué momento tan emocionante, cuando el pasado domingo, después de dos años sin poder hacerlo, vimos entrar el Simpecado de la querida Hermandad del Rocío de Emigrantes, esa bellísima concha peregrina, en la Iglesia Parroquial de Almonte, para postrarse a las plantas de la Virgen del Rocío, en este año que están celebrando su cincuenta aniversario fundacional, y celebrar la Eucaristía, en su peregrinación anual. ¡Qué larga se ha hecho la espera! Pero todo lo damos por bueno, por poder estar de nuevo ante la Virgen, encontrarnos y abrazarnos tantos amigos y hermanos.

Tras dos días peregrinando desde Huelva, de encontrarse de nuevo con la naturaleza, con nuestros caminos, llegaron hasta Almonte, para celebrar la Eucaristía, magnífica y muy provechosa, presidida por su Director Espiritual, D. Jaime J. Cano, espléndidamente acompañada por su coro, y seguida con fervor y emoción por todos los que pudimos asistir.

Ya el pasado 26 de septiembre, la Hermandad de Emigrantes, salía en procesión gloriosa por las calles de Huelva, presididos por su Simpecado, para celebrar su cincuenta aniversario y celebrar una solemne Eucaristía, en la Iglesia Catedral, donde tiene su sede canónica. En nuestro recuerdo agradecido, aquellos almonteños, que allá por tierras germanas, fundaron una Hermandad de emigrantes rocieros. Es este un año de inmensa alegría para esta querida Hermandad, a la que desde esta ventana de la COPE, quiero de nuevo, transmitir mi más calurosa y entusiasta felicitación.

La peregrinación del pasado fin de semana, estuvo llena de alegrías y emociones, por muchos motivos, por esos cincuenta años, por volver a postrarse ante la Virgen, porque afortunadamente, la favorable evolución en los últimos tiempos, de la pandemia que atravesamos, hicieron que por fin ese acto pudiera celebrarse, y los hermanos, con otros muchos rocieros de Huelva, de Almonte y de tantos otros lugares, que nos unimos fraternalmente a la Hermandad, pudimos por fin abrazarnos y alegrarnos juntos, lo que es algo consustancial a nuestra forma de ser.

Acontecimientos como éste, nos dan motivos para alegrarnos y felicitarnos, no sólo a la Hermandad que celebra su aniversario, sino a toda la familia rociera; porque a todos nos une un vínculo de fraternidad, de verdadera hermandad, al sabernos hijos de una misma Madre.

Hemos pasado casi dos años muy difíciles, a causa esta pandemia de la covid, en la que nuestras vidas han dado un vuelco que no podíamos ni imaginar; un tiempo en el que todos hemos sufrido mucho; dos años que no hemos podido celebrar la Romería del Rocío, ni nuestros cultos habituales a la Virgen u otros actos de hermandad y nos hemos visto privados durante mucho tiempo, del afecto y la cercanía de amigos y familiares.

Por eso, ahora, damos gracias al Señor y a la Virgen, porque parece que lo peor va pasando; el culto público ha vuelto a los pueblos y ciudades de nuestra tierra, y todos los rocieros tenemos nuestra esperanza puesta en el próximo Pentecostés, con la ilusión de celebrar la Romería del Rocío, donde llegaremos por nuestros caminos de siempre, para postrarnos ante la Virgen, en Su Santuario, junto a las marismas.

Permítanme tener también una palabra de felicitación, para los hermanos de otra querida Hermandad del Rocío, ésta en el corazón del aljarafe sevillano, la de Villanueva del Ariscal, que también celebra este año su cincuenta aniversario, y el pasado 24 de septiembre, pudieron celebrar una solemne Eucaristía de acción de gracias y salir con su Simpecado, en procesión por las calles del pueblo.

Porque a eso estamos llamados, esa es nuestra misión y nuestra vocación, dar culto público a Dios y manifestar el amor y devoción que sentimos por su Madre, la Virgen del Rocío. Porque al conmemorar un aniversario, las Hermandades no lo hacen sólo por tener algo que celebrar, o para recrearnos en los hitos pasados, sino que asumen también un compromiso, una renovación del testimonio de fe y devoción a la Virgen que dieron nuestros mayores.

En el Evangelio del pasado domingo, se nos decía: El Cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán; y así es en verdad, es ésta una lección que debemos aprender para nuestras vidas, sobre todo a la luz de lo que hemos vivido. Todo pasa, lo bueno y lo malo, pero nunca olvidemos elevar nuestra mirada al cielo, porque lo único que permanece y nos sostiene es Cristo, el Pastor Divino, y su palabra, su evangelio, han de testimoniarse en nuestras vidas.

Creo que algo parecido, es lo que expresó en su acción de gracias, el presidente de la Hermandad, al finalizar la Eucaristía, con estas bellas palabras:

Pastora y madre almonteña

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Las gracias venimos a darte,

Llenos de Fe y Esperanza

Con una concha como estandarte,

Con un te quiero que se escapa

Entre lágrimas a rezarte.

Y por más que aprieten los tiempos,

Lo mismo ahora que antes,

Siempre que Tu nos llames,

Aquí tendrás a Emigrantes.

Antes de terminar este artículo, quisiera tener un recuerdo y mandarle mi abrazo, a mi querido tío el P. Luis Espina Cepeda, S.I., quien fuera capellán de la Hermandad de Emigrantes en los años 2018-2019, que ahora lucha por recuperarse del ictus que sufrió hace un par de años.

Concluyo con mi abrazo y felicitación, a todos los amigos de la querida Hermandad del Rocío de Emigrantes.


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