En Córdoba, donde la Semana Santa se respira en cada rincón, el Viernes Santo emergió con un velo de tristeza mientras la inclemencia meteorológica continuaba siendo la protagonista. Tras una tarde desoladora del Jueves Santo, las esperanzas de ver procesiones en las calles se desvanecieron aún más al llegar la madrugada del Viernes Santo.

La céntrica colegiata de San Hipólito se convirtió en testigo de la decisión de la Hermandad de la Buena Muerte, única programada para procesionar en la madrugada, al anunciar la suspensión de su estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral. La comunidad jesuita, en un acto de recogimiento, compartió un vía crucis junto a sus devotos, seguido por la apertura de las puertas del templo para permitir la veneración de los titulares de la cofradía. El Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora Reina de los Mártires, vestidos con exornos de clavel cardenal y rosa blanca, respectivamente, aguardaron en silencio la visita de sus fieles.

La jornada estuvo marcada por las suspensiones anunciadas previamente, como la de la Hermandad de la Conversión, cuya estación de penitencia del Viernes Santo fue cancelada debido a los daños sufridos por la estructura que protege el paso del Santísimo Cristo de la Oración y Caridad.

La tarde vio caer la cancelación de más procesiones, incluyendo la de los Dolores, que dejó a la plaza de Capuchinos colmada de devotos expectantes. A pesar de la suspensión, los pasos de la hermandad fueron expuestos para la visita pública, destacando el exorno floral del Santísimo Cristo de la Clemencia con sus emblemáticas rosas rojas y el de la Virgen de los Dolores con jarras y frisos decorados con rosas y calas.

En Levante, la parroquia de Santa María de Guadalupe se llenó de Hermanos de la Soledad, ansiosos por acompañar a la Virgen por las calles de la ciudad. Sin embargo, la suspensión de la estación de penitencia sumió a la congregación en una atmósfera de pesar. Tras un momento de intimidad en el templo, se abrieron las puertas para que los fieles pudieran admirar el exorno floral predominado por las rosas rojas en el paso de la Virgen de la Soledad.

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En la céntrica iglesia de San Pablo, la Hermandad de la Expiración se preparaba para iniciar su estación de penitencia, pero la lluvia tuvo la última palabra. La corporación realizó un acto litúrgico seguido de la apertura del templo para que los ciudadanos pudieran contemplar los pasos de la cofradía. El Cristo de la Expiración, adornado con un friso de rosas rojas, y la Virgen del Rosario, con un palio exornado de jarras con rosas blancas, esperaron en silencio la visita de sus devotos mientras la banda Ars Sacra ofrecía melodías sacras.

El Viernes Santo avanzó con la desilusión palpable en cada rincón de la ciudad. La Hermandad del Descendimiento se sumó a las cancelaciones, privando a los fieles de la esperada procesión. A pesar de ello, los cordobeses se acercaron a contemplar los pasos expuestos en el Campo de la Verdad, donde el nuevo techo de palio de la Virgen del Buen Fin brillaba entre las distintas variedades florales, mientras que el Cristo del Descendimiento, adornado con un friso de rosas rojas, era honrado por la banda Caído-Fuensanta.

En la parroquia de la Compañía, el silencio reinaba en torno al Señor del Santo Sepulcro, cuya estación de penitencia también fue suspendida. Los fieles tuvieron la oportunidad de visitar los pasos expuestos, entre ellos la impresionante urna del Santo Sepulcro y el palio de la Virgen del Desconsuelo en su Soledad, con sus nuevas maniguetas de metal plateado y piezas de microfusión, adornado con piñas cónicas de clavel blanco y azahar.

Así, el Viernes Santo se despidió en medio del silencio y la melancolía, con la sensación de que la Semana Santa aún no había comenzado. La ausencia de las procesiones en las calles dejó un vacío que solo podrá llenarse en el próximo año, cuando las cofradías vuelvan a emerger con renovada fuerza y devoción.

VILLAFRANCA DE CÓRDOBA

En Villafranca de Córdoba la procesión salía de la ermita de Las Angustias, uno de los días más esperado en esa localidad por su emotividad. A las 20:30 horas, los sonidos de las marchas de la Asociación Cultural Ateneo Musical de Écija comenzaban a sonar por las pintorescas calles del pueblo.

La procesión, guiada por capataces expertos, avanza con paso firme y solemne, mientras nazarenos, mantillas, costaleros y porteadores se unieron en un gesto de fervor religioso. El Santo Sepulcro iba acompañado por la música de cámara de tres miembros de esta banda ecijana, y el paso sin palio, por el resto de músicos. El gran trabajo de estos músicos puso ese toque de emotividad al ambiente, impregnando las calles con preciosas marchas procesonales mientras se respiraba aromas de incenso,rosas y cera derretida.

Este año el recorrido tuvo que ser acortado por la amenza de lluvia. La procesión es una hermosa representación de la fe y el sufrimiento, con el Cristo yacente acompañado por la Virgen de la Soledad, cuya expresión de dolor conmueve a todos los presentes. En cada curva y cada parada, la comunidad se une en oración y reflexión, renovando su compromiso con la espiritualidad y la tradición ancestral que define a Villafranca en este día tan especial.