El número que cambió su historia: Tadeo, el joven que convirtió las matemáticas en refugio y futuro

Con una nota de más de 13,4 en Selectividad, ahora su futuro se dibuja en Sevilla, donde continuará viviendo en un piso tutelado

Tadeo Morín, en los estudios de COPE
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Conocemos la historia de Tadeo Morín

Fran Durán

Córdoba - Publicado el

4 min lectura

A sus 19 años, Tadeo Morín ha conseguido lo que muchos sueñan y pocos alcanzan: una nota por encima del 13,4 en la prueba de acceso a la universidad. Pero lo que realmente lo hace excepcional no es el número, sino la historia que lo respalda. Su objetivo está claro: quiere estudiar Matemáticas en la Universidad de Sevilla, y así lo hará porque ya cuenta con su matrícula. Lo curioso no es solo su brillantez académica, sino la determinación con la que ha llegado hasta aquí, atravesando obstáculos que habrían frenado a muchos.

Cursó Bachillerato en el IES Ángel de Saavedra, en Córdoba, donde no pasó desapercibido. Sus profesores lo recuerdan como un alumno entusiasta, participativo, con una sed de conocimiento inusual. Francisco Gil —Paco, como le gusta que lo llamen— fue su profesor de Dibujo Técnico. “Tadeo se toma los estudios como un juego, pero en el buen sentido. Para él, aprender es como resolver un rompecabezas: todo es un reto. Siempre preguntaba, siempre respondía… hasta el punto de que a veces teníamos que decirle que dejara hablar a los demás”, cuenta entre sonrisas. "Alumnos así no abundan. El resto viene a clase por obligación, pero Tadeo venía a descubrir el mundo."

Tadeo Morín y Paco Gil

Tadeo Morín y Paco Gil

LA HISTORIA DE TADEO

Descubrir el mundo, precisamente, ha sido su manera de sobrevivir. Porque detrás de ese expediente brillante hay una historia de vida que merece ser contada. Tadeo vive en un piso tutelado. Entró en el sistema de protección de menores con solo 15 años, después de que la situación en su casa se volviera insostenible. “Ni mis padres ni ningún otro familiar podían o querían hacerse cargo de nosotros”, explica con entereza. Fue él quien tomó la decisión de buscar ayuda, quien llamó a la Policía y tuvo que insistir más de una vez para que creyeran su relato. “Cuando contaba lo que me pasaba en casa, en otros centros educativos se lo tomaban a broma. No me creían. Costó mucho que me escucharan”, recuerda.

Al final, acabó en un centro de acogida junto a su hermana y más tarde fue derivado a un piso tutelado. Allí, el reto fue otro: la convivencia. “Lo más duro eran las noches. Algunos compañeros se acostaban muy tarde, hacían ruido, y eso afectaba a mi descanso y, por tanto, a mi nivel académico. Pero intenté mantenerme firme. Tenía claro que quería seguir estudiando.”

Tadeo Morín

Tadeo Morín

Lo tuvo claro desde siempre: lo suyo eran los números. Durante la entrevista, cita a Galileo Galilei con naturalidad: “Las matemáticas son el lenguaje con el que Dios escribió el universo”. Una frase que, en su voz, no suena grandilocuente, sino profundamente íntima. Las matemáticas, de alguna manera, le han dado orden a un mundo que durante mucho tiempo fue caótico.

Cuando finalmente compartió su historia con el profesorado del Ángel de Saavedra, encontró algo que hasta entonces había sido esquivo: comprensión y apoyo. “Me sentí arropado. No me juzgaron. Me animaron a seguir.” Ese entorno de confianza fue fundamental para que pudiera concentrarse en lo que de verdad le apasionaba: aprender.

En los pisos tutelados, explica, la mayoría de los jóvenes tienen como meta inmediata conseguir un empleo. “Hay muchas formas de supervivencia. La mía ha sido el estudio.” Ahora que ha alcanzado la mayoría de edad, podría verse obligado a abandonar el piso tutelado. Pero en su caso, la empresa que gestiona el recurso donde vive ha visto algo más: ha detectado su potencial y ha decidido apoyarlo también en su etapa universitaria. Gracias a ello, podrá trasladarse a Sevilla y continuar viviendo en un piso adaptado para jóvenes universitarios bajo tutela, con manutención incluida.

Este respaldo es clave para él, que no cuenta con apoyo familiar. “No se trata solo de tener un lugar donde dormir. Se trata de poder seguir creciendo.” La continuidad en el sistema de protección hasta los 20 años es posible, pero no automática. Requiere que haya voluntad por parte de las entidades responsables, y, en el caso de Tadeo, ha pesado su compromiso, su esfuerzo y sus resultados.

Su historia es la de un joven que, frente a la adversidad, eligió estudiar. Que, en lugar de dejarse arrastrar por las circunstancias, decidió ver los números como una tabla de salvación. Que convirtió el esfuerzo en rutina, y la esperanza, en camino.

Tadeo Morín es mucho más que una nota brillante. Es la prueba de que el talento puede nacer en cualquier parte, de que el mérito tiene muchas caras y que, a veces, lo más extraordinario no está en el número final, sino en todo lo que hubo que superar para escribirlo.

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