Diez estrenos para todos los gustos: del universo mágico de Gabby al drama moral de Julia Roberts y el nuevo terror de Stephen King

“Un simple accidente”, “Exit 8” y “La cena”, algunas de las cintas destacadas

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Narci Gómez nos trae los estrenos de esta semana

Fran Durán

Córdoba - Publicado el

7 min lectura

 El otoño cinematográfico llega con una cartelera repleta de contrastes: desde aventuras familiares llenas de color hasta thrillers psicológicos que escarban en lo más oscuro del alma humana. Esta semana, los estrenos invitan a disfrutar de un viaje por todos los géneros: animación, drama, comedia, terror e incluso adaptaciones literarias de altura. Hay espacio para las emociones, la reflexión y, sobre todo, para el entretenimiento.  

En Caza de brujas, el tono cambia por completo. Julia Roberts encarna a una profesora universitaria cuya vida ordenada se ve sacudida cuando una estudiante brillante acusa a un colega. Andrew Garfield da vida al hombre cuestionado, cuya reputación, ética y secretos comienzan a desmoronarse bajo el peso de la sospecha. La cinta se mueve en el terreno del thriller psicológico: no basta con descubrir al culpable; lo que interesa es rastrear las grietas morales, los susurros de ambigüedad y la fragilidad de las apariencias. A medida que la acusación avanza, emergen secretos soterrados, lealtades quebradas y dilemas íntimos que cuestionan qué significa creer, acusar o perdonar. La película plantea también cómo el poder institucional —académico, mediático— puede deformar la verdad, y deja al espectador con la incómoda sensación de que las certezas nunca son inmunes al escrutinio. 

La vida de Chuck, adaptación de un relato de Stephen King por el director Mike Flanagan, es un ejercicio narrativo audaz: la historia de Charles “Chuck” Krantz se despliega en tres actos que parten de su muerte para retroceder al pasado, hasta su infancia. Con un tono que mezcla lo fantástico y lo introspectivo, la película sugiere que la vida no es una línea recta sino un tejido de pérdidas, decisiones y momentos aparentemente insignificantes que lo cambian todo. Durante su existencia media, Chuck lidia con pérdidas familiares, desencantos y sueños truncados; en su juventud, se ve moldeado por relaciones profundas, errores y afectos. El enfoque inverso no es mero artificio, sino invitación a ver cada tramo con ojos nuevos: entender primero el final para descifrar el sentido de los comienzos. Reconocida por el público en festivales, la cinta es celebrada por su sensibilidad, su elegancia emocional y su capacidad de transformar a King en algo más que terror convencional: una reflexión sobre la vida y la mortalidad.

Con La cena, el cine español ofrece una mirada ácida y estéticamente cuidada a la posguerra. Bajo la dirección de Manuel Gómez Pereira, la película recrea el montaje de una cena oficial en el Hotel Palace para el régimen franquista, pero hace de ella un escenario donde se juegan tensiones políticas, silencios cómplices y disparates camuflados bajo la etiqueta del protocolo. Los personajes, encarnados por Mario Casas, Alberto Sanjuán y Asier Etxeandia, entre otros, se debaten entre la obligación, la hipocresía y la necesidad de sobrellevar vidas privadas heridas. La ironía es constante: un brindis puede esconder una traición, un servicio puede ser símbolo de control, y un gesto mínimo puede tener ecos de resistencia interna. Lejos de idealizar el pasado, la cinta expone la complejidad moral de quienes sobrevivieron en esos años opresivos, recordándonos que muchas batallas fueron invisibles.

En La deuda, Daniel Guzmán se pone al frente y detrás de la cámara para ofrecer una comedia dramática con raíces sociales. Un hombre vive con una anciana cuya casa está al borde del desalojo —producto de la especulación y el alza de los alquileres turísticos—. Frente al peligro de perder el hogar, el protagonista urde planes cada vez más disparatados, atravesados por momentos de ternura, fracaso y humor negro. El reparto, que incluye a Itziar Ituño y Luis Tosar, contribuye con apuntes que oscilan entre lo realista y lo absurdo: vecinos que colaboran, burocracias implacables, gestos de solidaridad intergeneracional. La película no sólo denuncia una crisis de vivienda, sino que busca hacerlo con ligereza emocional: que la risa no borre el dolor, pero que permita que el espectador sienta la injusticia con las entrañas.

Sujétame el cubata es, en contraste, una comedia pura y desenfadada de factura española. JJ Vaquero interpreta a un hostelero desesperado, dueño del bar El Erizo, que ve amenazada su supervivencia. Para salvarlo sin que su esposa lo descubra, el protagonista arrastra a un conjunto de amigos cómicos —Goyo Jiménez, Patricia Conde, Dani Rovira, entre otros— en planes imposibles, caóticos y con giros absurdos. La película mezcla el humor de enredo con la complicidad del público: promesas incumplidas, identidades ocultas, maniobras ridículas que devienen en momentos inesperadamente entrañables. Su fuerza está en la camaradería, la risa compartida y el impulso de creer que aún sobreviven los bares pequeños como espacio comunitario.

Cambiando de registro, Maldita suerte nos lleva al mundo de apuestas y destinos peligrosos. Colin Farrell protagoniza a un jugador extremo que, desde Macao, intenta renegociar su pasado mientras las deudas lo acechan. Tilda Swinton lo acompaña con una presencia que vibra entre el misterio y la autoridad silenciosa. El relato combina elementos del cine negro con la tensión psicológica: lo que parecía una historia de apuestas se vuelve un laberinto emocional. Las interpretaciones elevan una trama ya de por sí compleja; aunque no rompe esquemas, consigue que los personajes importen más que el artificio de la historia, al narrar el costo humano de la ambición y la redención imposible.

Retorciendo el cuento de hadas, La hermanastra fea toma como punto de partida Cenicienta pero cuenta desde el punto de vista de la hermanastra marginada, Elvira. En ese reino donde la belleza es moneda de cambio despiadado, Elvira compite con su hermanastra Agnes por la atención del príncipe, aunque está marcada por la idea de ser “fea”, y sometida a cirugías, presiones sociales y deformidades emocionales. La película es parte del movimiento del horror corporal: opera prima de la directora Emilie Blichfeldt, co-producción entre países nórdicos, mezclando fábula y violencia estética. En su recorrido por festivales como Sundance y Berlín, ha generado reacciones viscerales: no es apta para todos los públicos debido a sus escenas intensas de mutilación, malestar corporal y tensión extrema. Pero justamente esa violencia —más simbólica que gratuita— funciona como crítica despiadada a los estándares de belleza, el cuerpo como campo de batalla y la envidia como motor de destrucción. La narrativa subraya que detrás del espejo hay cicatrices que la luz no permite ver. La Cadera De Eva+6Wikipedia+6Common Sense Media+6

Good Boy entra en el catálogo del terror sobrenatural doméstico: un perro, fiel compañero de su dueño, descubre que la casa recién adquirida esconde fuerzas invisibles y peligrosas. No hay monstruos estilizados ni sangre gratuita, sino susurros, sombras y una tensión creciente. Lo fascinante es cómo el vínculo animal-humano se convierte en barrera, valiente escudo frente a lo desconocido. La película juega con la percepción: lo que el perro detecta puede ser un umbral entre lo humano y lo monstruoso, lo que se revela y lo que se oculta.

Finalmente, Exit 8 adapta el videojuego homónimo en una propuesta inusual: un hombre atrapado en una estación de metro experimenta un bucle existencial. Cada decisión lo devuelve al punto de partida si no ve anomalías; si procede sin ver, también regresa. La lógica del videojuego se convierte en pulsión narrativa: la repetición, la duda y el control del espacio se convierten en motor de angustia. La cinta ha sido proyectada en secciones de medianoche en festivales, con elogios especialmente por la transformación del lenguaje lúdico en cine de horror. Cine maldito+1

Un simple accidente, del veterano cineasta iraní Jafar Panahi, cierra esta colección con un golpe delicado pero profundo. La película parte de lo cotidiano: un pequeño accidente de tráfico nocturno. Ese gesto mínimo desencadena secretos, decisiones morales y reencontramientos que van desplegando múltiples capas. Vahid, un mecánico de origen azerí con pasado torturado, cree reconocer en el hombre atropellado a alguien vinculado a su sufrimiento político. Entonces lo secuestra, inicia una confrontación ética entre memoria y venganzas. Filmada bajo condiciones de censura, con recursos limitados, la obra no recurre a la espectacularidad; su fuerza surge de siluetas, preguntas, miradas. Ganadora de la Palma de Oro en Cannes 2025, Un simple accidente se convierte en una de las piezas más resonantes del año: una reflexión sobre el azar, la culpa y la impunidad del pasado.

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