El aire se perfuma en septiembre porque el inicio de algo nuevo, recién exprimido el primer mosto y puesto en marcha el curso que renueva las intenciones, invade toda existencia. Y eso en Jerez de la Frontera llega siempre con olor a nardo que envuelve a la Patrona. Las calles, que lo saben, se han preparado un año más para el encuentro con Nuestra Señora de la Merced Coronada.

El recorrido se propuso a la inversa de lo habitual: primero, procesionando la imagen morena de María Santísima por casco histórico, allá por Francos, Compañía, Padre Rego, San Marcos o Rafael Rivero, y luego regresando hasta el Barrio de Santiago y la Basílica de la Merced por la Porvera, aquella que recogió el dicho popular de quienes transitaban junto a la muralla.

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La historia presidiendo, ya lo dijo el comendador mercedario, Felipe Ortuno. Así, dentro del antiguo recinto murado y luego bordeándolo, quedó encardinada la presencia de aquella caracterizada por las rogativa satisfechas o la fertilidad de los campos en flor que se cantan en el Himno de la Patrona. Y los jerezanos repartidos por el itinerario en pleno ambiente festivo, con un gozo que nace de la devoción.

La estampa clásica de la Virgen en su paso, el revoloteo fervoroso alrededor, monseñor José Rico Pavés acompañado por parte del Cabildo Catedral y los mercedarios con el comendador a la cabeza así como antecedido por la totalidad de los seminaristas, más adelante las cofradías con sus estandartes y pisando las alfombras dispuestas sobre el pavimento más cercano al propio templo patronal...

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El rito cumplió lo esperado y las glorias expresadas en los mil signos que la fe y la devoción determinan alumbraron una tarde noche espléndida que, entre la basilica y la basílica, tuvo un hito en San Marcos. La oración a la Virgen fue entonces compartida ante el Hijo inmerso en el sacrificio eucarístico con la disposición que los cofrades de la Sagrada Cena ponen en lo relativo a la Patrona.

No accedió de nuevo a su casa, la Patrona, sin atender a las palabras del cofrade y pregonero Ángel Rodríguez Aguilocho, designado este año para pronunciar e Fervorín a Nuestra Señora de la Merced a las mismas puertas del templo. Bien decir y sentimiento se dieron la mano en la voz de alguien que no miraba a la Virgen sino desde una gran autenticidad pregonera y devocional.

Todo redundó en un nuevo 24 de septiembre pleno de jerezanía representada en el cortejo no solo por las corporaciones sociales y religiosas integradas en ella sino oficialmente por la alcaldesa y parte de la corporación municipal. Y la verdad del gozo descrito, desparramada por las aceras tan cuajadas del tono festivo instado un año más por la presencia de Nuestra Señora de la Merced.

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