Se sube este domingo

El Puy de Dome, el volcán dormido que el Tour visita a puerta cerrada

Patrimonio de la Humanidad, su acceso está vetado a los vehículos y el Tour tuvo que pedir un permiso especial para que los ciclistas pudieran reconocerlo. No se subía desde 1988.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

El Tour de Francia visita este domingo, 35 años después, la legendaria cima del Puy de Dome, el volcán Patrimonio de la Humanidad que no se subía desde 1988 y que volverá a vivir otro duelo entre el danés Jonas Vingegaard y el esloveno Tadej Pogacar, pero a puerta cerrada.

En ese histórico día, las cunetas estarán vacías durante la ascensión final y solo los ciclistas podrán adentrarse en la estrecha carretera de un solo carril que asciende hasta los 1.415 metros para coronar el cráter de este gigante durmiente. La mítica ascensión de Auvernia, de categoría especial, es un puerto diferente que alimenta su leyenda en la dureza de sus rampas, pero también en el misterio que encierra el lugar.

Incluido en la lista de Patrimonio de la Unesco desde 2018, el lugar se beneficia de una protección especial desde finales de los años 80 y por eso el Tour apenas se adentra en la carretera de caracol que asciende por sus laderas. De forma excepcional lo hará en la novena etapa de esta edición, que saldrá de Saint-Léonard-de-Noblat.

Todos los ojos estarán puestos en los últimos 13 kilómetros, pero sobre todo en los cuatro finales, un auténtico muro que se cierne en paralelo a una vía férrea, la única forma que existe de subir a la cumbre, lo que limita el turismo y preserva el lugar, que está vetado al paso de coches y bicicletas.

El Puy de Dôme es así un santuario que ningún corredor conoce, aunque de forma excepcional se autorizaron los reconocimientos el pasado 2 de junio. Los nueve primeros kilómetros, que conducen al pie del muro final, se suben por la carretera más escarpada de las dos que existen, pero los porcentajes son bajos. Esa zona es de libre acceso. Ahí pueden subir los turistas sin problemas y ahí los corredores escucharán el clamor del público.

UN DUELO SIN PÚBLICO

Pero al llegar al aparcamiento una barrera se abrirá hacia un mundo desconocido que subirán en el silencio del volcán, sin espectadores, que tendrán prohibido el acceso, que solo podrán tomar unos cuantos coches de la organización. Los asistentes de los equipos podrán subir en bici o a pie y las averías mecánicas tendrán duras consecuencias porque no será fácil obtener asistencia.

PUY DE DOME

La vigilancia será extrema, incluso con el uso de drones térmicos para detectar a los audaces que quieran ganar la carretera escondiéndose en los recovecos del bosque. Las autoridades locales no quieren que el bullicio del Tour rompa el frágil equilibrio de una montaña que da nombre a un departamento y que se yergue como una figura reconocible del relieve francés. Era la condición que pusieron para permitir que, de nuevo, su nombre escriba una página de la historia de la carrera.

Una calzada de apenas 3,5 metros, de asfalto recién reformado, bordea la montaña hasta una cima que el Tour solo ha alcanzado en trece ocasiones, pero que siempre ha dejado una huella en la historia de la carrera.

Herrera en COPE

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