Tramacastilla es un pueblo de Teruel. En invierno cuenta con apenas 70 habitantes. Su prolongación no se extiende más allá de los 25 kilómetros cuadrados. La imagen se compone de numerosos campos y elevaciones de terreno que dibujan un cuadro de belleza natural. Ahí, en esa fotografía, a un kilómetro del pueblo se encuentra la Hospedería El Batán. En este enclave ha conseguido renovar por sexto año consecutivo una Estrella Michelín.

María José Meda dirige la cocina. De sus manos salen las creaciones que han llevado a esta pequeña hostelería, donde trabajan diez personas, a figurar entre las seleccionadas por la guía Michelín. Cuenta a COPE que en el momento de hacerse cargo con las tiendas del restaurante “no tenía ninguna experiencia”. La chef cuenta estudió trabajo social, pero le movía las ganas de sacar el proyecto adelante, “yo estudiaba, probaba y experimentaba”.

Los primeros meses fueron duros. Las puertas de El Batán se abrían pocas veces para poder acoger a clientes. Una cocina que empezaba a dar los primeros pasos y una zona apartada de lo corriente.

Una cocina que busca diferenciarse

“Desde el principio teníamos claro que queríamos hacer algo diferente”. La situación geográfica es un punto clave en esta historia. La hospedería se encuentra a una hora de Zaragoza y a dos horas de Valencia. “Queríamos hacer algo especial que hiciera que mereciera la pena venir hasta aquí”

La primera estrella

En 2013 vino el reconocimiento a años duros. La nominación ya fue “una sorpresa” y la estrella fue un momento “impresionante”. Ahora empezaba el trabajo oculto de este galardón. El de mantener el nivel para “no defraudar” al cliente que viene. Y es que desde ese momento, todo cambió. Notaban que “tenían más clientes de lunes a viernes” y añaden es “otro perfil”.Pero sobre donde más cambia todo es en uno mismo “la estrella cambió nuestro nivel de exigencia.” Los fallos desde este momento cuestan el doble y cada año hay que renovarla. María José cuenta que había que mejorar, de un año para otro.

Productos de la zona

Aragón tiene una variedad de productos que la convierten en un referente de la gastronomía. En las despensas de las casas de los vecinos de este pueblo no falta el azafrán, el melocotón de calanda o la enigmática trufa.

Todos esos sabores forman parte esencial de la cocina de la chef aragonesa. La intención es “explotarlas, darle esa visibilidad y un glamour especial”.