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Victoriano del Río firma otra lección de bravura en Las Ventas
Corrida muy encastada del hierro madrileño con dos grandes toros. Oreja para Emilio de Justo, Rufo pincha el triunfo y Roca Rey es silenciado.

Madrid, viernes 23 de mayo de 2025. Oreja para Emilio de Justo
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La plaza de Las Ventas volvió a rendirse ante una de esas corridas que dignifican el toreo desde la base: el toro. La ganadería de Victoriano del Río firmó uno de los encierros más destacados de lo que va de Feria de San Isidro, con un conjunto cinqueño de irreprochable presencia, bravura medida y, en varios casos, una clase excepcional que llenó de contenido la tarde.
Entre los ejemplares lidiados, destacó especialmente Alabardero, sexto del festejo, que permitió a Tomás Rufo desarrollar su mejor versión al natural. El toledano hilvanó tandas de gran ligazón y belleza, sostenidas en la verticalidad y el ritmo que imprimió al trazo. Por momentos, la faena alcanzó cotas de plenitud que encendieron la plaza. Solo el fallo con la espada le cerró la puerta grande, pero quedó en el ambiente el toreo de altura vivido durante esa obra.
Con su primero, el tercero de la tarde, Rufo intentó construir una faena desde el ímpetu. Comenzó de rodillas con un inicio de gran impacto, pero quizás poco conveniente para un toro que ya desde los primeros compases evidenció cierta falta de raza. El animal, de buena hechura y noble condición, se fue apagando a medida que avanzaba la lidia. Aun así, Rufo se mostró firme y voluntarioso.
Emilio de Justo fue el único en tocar pelo, y lo hizo con el toro Bocinero, cuarto de la tarde, un ejemplar imponente en hechuras y de gran nobleza. La faena comenzó con un prólogo de doblones poderosos, más exigente de lo habitual, que sirvió para asentar las bases de la lidia pero que hizo temer por la duración del fondo del toro. Superado ese tramo inicial, De Justo optó por un planteamiento inteligente, administrando las embestidas con series cortas y a media altura, siempre apoyado en la voz para mantener la atención del animal. La faena creció especialmente al natural, donde el extremeño encontró los mejores pasajes, con muletazos enfrontilados de trazo largo y profundo. Cerró con una serie de ayudados por bajo de excelente factura antes de cobrar una gran estocada en la suerte contraria, que puso de acuerdo al público para la concesión de la oreja.
Con su primer toro, De Justo ya había dejado muestras de que hoy llegaba a Las Ventas más centrado que el pasado domingo. Se trató de un animal bien hecho, de seria expresión, que se desplazó con fijeza y humillación en los primeros tercios. El trasteo no acabó de tomar vuelo por falta de acople, quizá por la velocidad en la ejecución de los muletazos, que impidió al toro terminar de emplearse con más profundidad. Aun así, las series por el derecho, especialmente en terrenos de sol, resultaron templadas y conectaron con el tendido. La estocada final fue defectuosa, y eso restó opciones de premio, pero quedó el poso de una actuación sólida y con momentos de buen toreo.

Roca Rey en su brindis a Isabel Díaz Ayuso
Roca Rey, figura clave en el abono y reclamo indiscutible del cartel, tuvo una tarde marcada por la desigual fortuna del sorteo. Su primer toro, el segundo de la tarde, tuvo genio pero careció de ritmo. Fue un ejemplar áspero, con la cara alta y tendencia a puntear, que no terminó nunca de romper hacia adelante. El peruano, tras evitar el castigo en el caballo, brindó sin preámbulos y se puso a torear con valentía, soportando miradas inciertas y arreones descompuestos. El mérito de la faena residió en aguantar y tragar mucho, pero sin que llegara a fluir el temple ni la conexión con los tendidos, que observaron con frialdad un esfuerzo no siempre recompensado.
Más evidente fue la frustración con su segundo, el quinto de la tarde, un toro de gran expresión pero de fuerza muy limitada. Ya desde los primeros compases evidenció su escasa condición física, lo que obligó a Roca a un planteamiento más medido. El brindis a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, dividió opiniones en el tendido y añadió tensión a una faena que no terminó de remontar. Pese al cuidado, el animal se aplomó pronto, y aunque Roca alargó su intento más de lo habitual, no encontró el eco deseado ni en la transmisión del toro ni en la respuesta del público.