MADRID - 25ª SAN ISIDRO
Samuel Navalón, el verso caro en la prosa gris del Conde de Mayalde
El joven valenciano volvió a dejar su firma en Las Ventas con un concepto puro y valiente frente a una corrida tan desfondada como decepcionante.

Madrid, viernes 6 de junio de 2025. Notable impresión de Samuel Navalón
Publicado el
2 min lectura
En la vigésimo quinta de San Isidro, la emoción hubo que buscarla con lupa. La corrida del Conde de Mayalde, entera de capa castaña, ofreció nobleza difusa pero muy poca vida. Le faltó empuje y le sobraron kilos, lo que la convirtió en un desafío sin recompensa para los espadas. Y, sin embargo, entre tanto desencanto, emergió la figura de Samuel Navalón, que volvió a poner su nombre en la memoria del aficionado venteño.
El valenciano comparecía por segunda vez en Madrid tras dejar una prometedora tarjeta de presentación en la Feria de Otoño. Y esta vez no fue menos. Pese al escaso juego de sus enemigos, Navalón dibujó momentos de verdadero calado. Fue a portagayola, se entregó en unas chicuelinas desmadejadas por el viento y cerró su obra por ajustadas luquecinas. Pero en el corazón de la faena brotaron muletazos hondos, especialmente por la izquierda, que confirmaron que lo suyo no es una moda pasajera. Su cabeza funcionó tan bien como su muñeca para entender al débil toro que tuvo delante. Lo mató con mando y sin titubeos.
En su segundo, de feas intenciones y seco derrote, se creció en el valor. Aguantó con firmeza, a veces desbordado, pero siempre convencido. El arrimón final rozó el exceso, pero dejó claro que hay hambre y verdad.
Ismael Martín, que confirmaba la alternativa, se topó con un lote sin empuje. El primero, de buena lámina pero endeble, fue devuelto. En su lugar saltó un sobrero de hechuras más bastas pero idéntica anemia. Lo saludó con dos largas cambiadas, se lució en el quite —incluso se atrevió con el de Oro— y firmó un tercio de banderillas muy lucido, destacando el tercer par. La faena de muleta tuvo medida, sitio y colocación. Dejó una estocada recta y fue ovacionado.
El sobrero jugado en quinto lugar, mansurrón y huidizo, terminó por echarse sin más historia. Martín, eso sí, se mostró con actitud, valor y aptitud.
El Fandi, fiel a su repertorio, se mostró muy desigual con los palos —donde compartió protagonismo con Martín— y a la deriva en la lidia con dos toros que tampoco ofrecieron opción alguna. El primero, acapachado y carente de fondo, apenas se sostuvo. El segundo, feo de cara y sangrado en exceso, se dejó algo más, pero sin clase. En ambos, el granadino naufragó sin ideas ni sitio.