Oreja para Cristiano Torres y nefasta novillada de Fermín Bohórquez

Manuel Viera

Ver toros en la Maestranza siempre es un placer, pero presenciarlo en la anochecida sevillana con aromas del Guadalquivir es una auténtica gozada. Tres jóvenes con voluntad de agradar hicieron su presentación en esta plaza. Sin embargo, una mala, por mansa, novillada de Bohórquez dio al traste con las ilusiones de la terna que se presentaba en Sevilla. Tal vez hubo uno que con su fluir elegante y natural mostró detalles de notable calidad. Se hizo evidente porqué imprimió a la lidia del buen quinto la calidad de su concepto. Un toreo con el que ensalzó sus valores y el buen gusto de quien lo interpretó.

Y es que Cristiano Torres le ejecutó al quinto, un novillo de nobles embestidas aunque de escaso fondo, una lidia de hondo colado, impecable en el aspecto técnico, templada y ligada, sobre todo con la derecha. Prologó hincado de rodillas con pases cambiados por la espalda para seguir con un toreo refinado, de trazo elegante y bello final, hecho con eficacia y buena calidad. Alcanzaron interés los trazos con la izquierda, aunque la continuidad no fue posible por el escaso fondo del buen utrero. Aún así dos naturales resultaron imprescindibles. Ya con el novillo muy parado gustó su toreo en redondo, y unas bernardinas finales fueron preámbulo a la estocada con la que finiquitó. La oreja le supo a gloria.

El segundo fue un manso en el caballo que iba y venía a los engaños con nobleza, Torres le dejó la muleta muy adelantada y consiguió hilvanar trazos con la diestra de mano baja y templados. Fue lo mejor de una lidia, muy desigual con la izquierda, en la que sufrió un violento revolcón sin consecuencias aparentes. Acortó distancias para dejar después una estocada contraría que bastó.

Queda dicho que los utreros que mandó Fermín Bohórquez no fueron los idóneos para el triunfo. Desiguales de presentación acusaron su alarmante falta de casta que le hicieron claudicar en los inicios de faenas de muleta. Así las cosas, Uceda Vargas, sólo mostró detalles de buen gusto con su primero, un animal nobles, pero de muy poca fuerzas. Al de Gerena le costó quedarse quieto en los lances de recibo. Traza, pero no emociona su toreo. Unos detalles por bajo y de trinchera dejaron su sello de calidad entre una gran cantidad de pases. Con estocada desprendida acabó.

El cuarto fue un manso que para nada le sirvió. Huía de la telas como alma en pena. Lo intentó de todas formas hasta dejar una serie corta con la derecha y unos naturales de buen trazo, ya con el novillo rajado y a la defensiva. Un pinchazo precedió a la estocada.

A El Mene se le esperaba con expectación, pero poco ha podido hacer con sus dos utreros. Al tercero, chico y muy soso le toreó con sabor en un prólogo genuflexo con mando y verdad. Mejor al natural que con la diestra. Toreó despacio con ese sello de indudable personalidad, pero no tenía novillo. Detalles muy toreros compusieron lo mejor de una faena que no terminó de calar por la mansedumbre del animal. De estocada lo mandó al desolladero.

Con el sexto se las prometía felices por su demostrada nobleza y clase en la embestida, pero su escaso fondo acabó dejando en nada una lidia de solo cuatro excelsos detalles que le definen como torero.