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Álvaro Rodríguez del Moral
El torero José Antonio Morante de la Puebla sorprendió presentándose este jueves en Pamplona con un original traje de luces, hecho en la sastrería de Justo Algaba, que combinaba los bordados de seda blanca con el blanco de las taleguillas y el fondo grana de una chaquetilla que, de una u otra forma, pretendía hacer un homenaje a los colores propios de San Fermín.
El torero estaba anunciado para torear la primera corrida de toros del serial pamplonica en la que, además, se conmemoraba un siglo exacto de la inauguración de un coso levantado según la misma planimetría, firmada por el arquitecto Francisco Urcola, que había servido para levantar la efímera plaza Monumental de Sevilla, inspirada por el mismísimo Joselito, uno de los referentes taurinos del diestro de La Puebla.
El atípico vestido colores distintos para las dos prendas principales y tejido y bordado de un mismo color- escondía otras claves, como la inspiración en viejas fotografías que, desde su contrastada cultura taurina, Morante maneja con soltura. El bordado de la chaquetilla, curiosamente, evocaba el de las casacas de los picadores de la segunda mitad del siglo XIX.
Esa preocupación por la originalidad indumentaria no es nueva en Morante, que en su última época se ha decantado por vestidos de delanteras bordadas en detrimento de los clásicos golpes de alamares.
De hecho, escogió otro traje fuera de catálogo para escenificar su reaparición en la Feria del Caballo de Jerez de 2018 basado en los bordados de sedas y oros de un antiguo capote de Manolo Vázquez.
No ha sido la única inspiración en trajes o toreros históricos, como el que lució el pasado mes de octubre para lidiar la corrida de Miura evocando las postrimerías de Juan Belmonte.
Pero, en cualquier caso, la actual indumentaria taurina de Morante tiende más puentes con otra época, la llamada Edad de Plata, que confirma ese afán enciclopédico y de estudioso del toreo del diestro cigarrero.
Se trata de un apasionante periodo artístico y taurino sin el que no se puede entender el propio universo sensorial del matador. Esos trajes de delanteras bordadas, sin los clásicos golpes de alamares, caracterizaron aquella época febril para las artes y las letras. No hay que perder de vista el telón de fondo que prestaban las vanguardias y el regionalismo musical y arquitectónico en la Sevilla de la exposición del 29 tras la muerte de Gallito.
OTROS TRAJES ORIGINALES
El propio Morante ha experimentado con creadores ajenos al mundo taurino, como la diseñadora Vicky Martín Berrocal que le diseñó el celebrado terno goyesco con el que toreó en Ronda en 2018 siendo absolutamente fiel a la arqueología indumentaria de los majos de finales del siglo XVIII.
La célebre corrida Goyesca ya había sido el escenario del estreno de otros ternos de Cayetano Rivera Ordóñez, que recurrió a Giorgio Armany para que le diseñara un original traje de majo, ornamentado con infinidad de cristales de Swarosky sobre un infrecuente fondo grisáceo que estrenó en 2009.
El propio Cayetano también ha vestido ropa diseñada por su mujer, Eva González, y la mismísima Duquesa de Alba, que firmó el figurín del traje que vistió en 2011.
No ha sido la única incursión de firmas de alta costura en el mundo de los toros y, por su originalidad, hay que reseñar el traje que escogió el diestro onubense Antonio Borrero Chamaco, firmado por el mismísimo Christian Lacroix, para tomar la alternativa en Nimes en la feria de Pentecostés de 1992.
Enrique Ponce, por su parte, recurrió a Lorenzo Caprile para que le confeccionara el traje goyesco que vistió en Ronda en 2010 el mismo día que festejaba la corrida número 2000 de su larguísima trayectoria.
Goyesco fue también el traje que diseñaron Victorio y Lucchino para el diestro extremeño Antonio Ferrera que lo lució el 2 de mayo de 2013 en la plaza de Las Ventas.
Pero hay que subrayar de una manera especial las ideas, más que diseños, de Pablo Picasso para poner el pie la originalísima indumentaria que vistió Luis Miguel Dominguín en su última etapa en los ruedos a principios de la década de los 70 del pasado siglo XX.
Estos trajes han tenido algunos revivals en las corridas picassianas que se celebran en Málaga en los últimos años y prescindían de los bordados, reducidos a unos originales caireles. EFE
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