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Esperpento en Las Ventas con una gran novillada de Dolores Aguirre

Destacó el catalán Abel Robles, que dio una vuelta al ruedo. 'Petardo' de Velázquez y cogida de José Manuel.

Abel Robles en su vuelta al ruedo este viernes en Las Ventas

 Abel Robles en su vuelta al ruedo este viernes en Las VentasPLAZA 1

MadridJulio Martínez Romero

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 22:54

La experiencia es un grado, que dirían unos. El traje de luces es lo más transparente que hay, que dirían otros. En la semana más taurina del año, tres desconocidos y veteranos novilleros pasearon al son de La Giralda. En los corrales, una novillada con pinta de corrida de las que exigen algo más que afición. Con 36 años entonces, Javier Velázquez se puso en huelga de hambre frente a la Monumental de Las Ventas demandando un puesto porque decía ser y sentirse torero. Con 37, le dieron la oportunidad. Y en el festejo número 54 de la temporada y en a saber cuántos de la historia de la plaza de toros de Madrid asistimos al mayor ridículo y esperpento vivido en el coso venteño, más propio de una comedia de Jim Carrey. En Las Ventas lo que faltó fue hambre por ser torero. Y vergüenza torera, algo alejado del toreo actual. Antaño, con 37 años los toreros estaban ricos y retirados.

Javier Velázquez se presentaba en Las Ventas después de 15 años con los del castoreño. Con más edad que El Juli, por poner un ejemplo. Seré breve, lo mismo que mi pericia taurina. Jamás viví mayor atraco a un público. Nunca asistí a tamaña vergüenza. La apatía asiática aminoró la bronca. Vaya por delante que la culpa no es del "torero" sino de la empresa. Una empresa que se bajó los pantalones frente a una huelga de hambre sin sentido y que anunció a un personaje que echó por tierra todo lo que tenga que ver con la dignidad y la educación taurina. Para colmo, el percance de Juan Miguel le obligó a estoquear al quinto de la tarde. Tres broncas tres para un hombre de 37 años que no tuvo la suficiente categoría de cortarse la coleta después del escándalo. Claro, que hasta ese detalle es cosa de toreros.

El encierro procedente de Constantina presentó estupenda lámina y superior juego. Lástima que nos quedásemos sin ver el juego real de los utreros dada la impericia de la terna. Se salvó de la quema Abel Robles. El torero catalán, carente de oficio pero rebosante de ilusión, se plantó delante de su lote y trató de hacer el toreo. Después de brindar a Iván Vicente, en un burladero de la Comunidad de Madrid, extrajo un ramillete de naturales soberbio, pero no terminó de redondear la faena. Cerró de entera en el sitio. El novillo se fue entre vítores y el torero de Olot se dio una vuelta al ruedo tras ligera petición.

Abraham Neiro hizo lo mejor frente al sexto en una lidia colosal. Brindó al público Robles y se fue a la cara de Clavellino con firmeza, pero dio la sensación de estar cogido en cada muletazo. Su falta de oficio no es ningún pecado, a pesar de rondar la treintena, pero el final por manoletinas y desplantes saltorranescos echó por tierra su seria labor. Remató la noche con una estocada casi entera ligeramente desprendida. El último novillo se fue entre palmas.

José Manuel venía con los puntos frescos y con poca frescura. Venía además con un torero de plata que vestía de azabache y que sublimó la lidia capotera. Alberto López, el "Niño del Barrio" lidió con maestría y Carlos Pacheco pareó con soltura. Acelerado en todo momento y desbordado por un lote exigente y codicioso se mostró José Manuel. La tragedia rozó la plaza casi en cada lance. Con su primer utrero cayó al suelo tras tropezarse. Torpeza la suya y brío el del novillo. La fea estocada dio pie a una vergonzante ovación y unos no menos esperpénticos

saludos. Con el precioso y suelto quinto, José Manuel no apostó. Su edad de hacer locuras ya pasó. Incapaz de apisonar las zapatillas, el murciano salió volando en un descuido. Cayó de fea manera y pasó a la enfermería acusado de policontusiones. Ahí se acabó su periplo venteño y veremos si algo más.

"Subid los trastos a Wallapop". Con esas palabras abandonó la plaza un aficionado entre las palmas de los más y escasos habituales al tendido. La plaza de Las Ventas tocó fondo con un espectáculo que ni Las Bodas de Fígaro podrían representar. Y para colmo, los novillos respondieron. La sinrazón del espectáculo, un esperpento secundado por una empresa cómplice del bochorno que inundó Madrid. La plaza más importante del mundo cobijando al imserso de la novillería. Una auténtica vergüenza. Y los jóvenes con el traje en el armario.


FICHA DEL FESTEJO 

Madrid, viernes 17 de agosto de 2018. Menos de un cuarto de plaza (5.103 espectadores).

Novillos de Dolores Aguirre, excelentemente presentados y de juego variado. El peor, el 6º; los demás dóciles, exigentes y con recorrido.

Javier Velázquez, bronca en su lote y bronca en el que mató por José Manuel.

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José Manuel, leves palmas con saludos por su cuenta en el único que mató.

Abel Robles, vuelta al ruedo tras petición y aviso y silencio tras aviso.

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