Llegar a Las Ventas este jueves asustaba si uno miraba al cielo. Las tormentas cercaban al coso madrileño. El gris plomo era el color de un cielo que se fue despejando a medida que fue transcurriendo la tarde. Lo que no se despejó fue la cabeza de Roca Rey que volvía a Madrid después de su primera y espesa tarde isidril.

La ansiedad del torero y la hostilidad de la afición más exigente resultaron de nuevo una nueva combinación de efectos letales para el torero peruano, que sigue sin levantar el vuelo este año en Madrid.

Así sucedió con su primero, un animal de La Ventana del Puerto simplon por fuera y por dentro. Se protestó con razón su escaso trapío. Perdía importancia la embestida del toro cuando Andrés se ponía delante con su alzada. Se sucedían las tandas pero aquello no decía nada. Ya mediado el trasteo, Roca Rey ligó una tanda a derechas. Largo y profundo el trazo, mandona la muleta por abajo. Parecía que aquello podía romper. Recurrió a la cercanía y a la bragueta que ese punto ansioso del torero por demostrar su sitio. Al natural el toro se frenó y el souflé se vino abajo. Tuvo que recurrir a unas bernadinas de asfixiante angostura para intentar elevar la intensidad de un trasteo que coronó de una estocada baja previo pinchazo.

El sexto de La Ventana tuvo más cara que cuerpo. El lote más liviano a esas alturas ya tenía dueño. No se echó muchas cuentas a un Roca Rey consumido en su pelea interior y exterior. Ni fluyó la embestida del toro salmantino ni fluyó el toreo al diestro peruano. Le queda un cartucho en esta feria para revertir su pos este San Isidro

Otro trato se dispensó a Emilio de Justo, que volvía a Las Ventas después de la primera Puerta Grande que se conquistó en el abono. Su primero fue un sobrero basto y enorme de Vellosino. Un buey por hechuras y comportamiento. Lo persiguió el cacereño hasta poder plantearle faena en terrenos de sol. Tras un prólogo mandón, hubo una tanda a derechas por donde el toro se dio con nobleza pajuna y sin terminar de humillar. Emilio lo toreó con limpieza y escaso ajuste. Hasta ahí llegó el animal y la faena.

El quito del Puerto de San Lorenzo si tuvo prestaciones para el buen toreo. Especialmente por el pitón derecho, por donde el 'lisardo' se daba con profundidad y encastada nobleza. Y de nuevo un inicio de faena rotundo llevando largo al toro. De Justo le cogió el aire a la embestida para trenzar tandas de trazo más exigente en los primeros muletazos para abandonarse más en los últimos. Y los de pecho bordándolos a la hombrera contraria. Se puso al natural pero el toro era otro. Más frenado y con más dudas. Esto restó ligazón a la faena para intentar, de uno en uno, rascar las embestidas que tenía el toro por este pitón. Pero se perdió el eco en los tendidos que intentó recuperar el torero en una tanda postrera en redondo. Se presentía el trofeo pero no se contaba con el fallo del acero que alejó a Emilio de puntuar de nuevo en Las Ventas.

Quien ha echado una feria para olvidar ha sido José María Manzanares. En la temporada de su 20 aniversario de alternativa, el alicantino no terminó de entenderse con el remiendo de Valdefresno que abrió plaza. Un animal bravo en todos los tercios que tuvo como lastre su falta de fuerzas. Demasiado tenso y con toques a destiempo, la calidad del toro de Nicolás Fraile se arrastró entera.

El cuarto se paró nada más coger la muleta un Manzanares que lo avío de forma rápida.

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FICHA DEL FESTEJO

Madrid, jueves 25 de mayo de 2023. 14ª de Feria. Lleno de “No hay billetes”.

Un toro de Valdefresno (1º), de buenas hechuras, bravo, con nobleza y calidad aunque sin fuerzas. Dos toros de La Ventana del Puerto (3º y 6º), desiguales de hechuras y de un trapío muy justo. Manejables sin más. Dos más del Puerto de San Lorenzo (4º y 5º), bien presentados. Manso y parado el segundo y de buen pitón derecho el quinto. Un sobrero de Vellosino (2º bis), basto de hechuras y manso de comportamiento.

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José María Manzanares, saludos y silencio.

Emilio de Justo, silencio y saludos tras leve petición.

Andrés Roca Rey, silencio tras aviso y silencio.