5ª FERIA VIRGEN DE LOS LLANOS
Daniel Luque triunfa en un desfile de mansos de Domingo Hernández y Garcigrande en Albacete
Sebastián Castella, Paco Ureña y Borje Jiménez salen a oreja por coleta
Albacete - Publicado el - Actualizado
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Lorenzo del Rey | COPE Albacete
La corrida organizada como homenaje a la afición, y que duró más de tres horas y media, se convirtió en un escaparate de la mansedumbre y el descaste. Porque los toros de Domingo Hernández y Garcigrande hicieron muchas cosas y muy pocas eran buenas. Comportamiento de mansos en todos los tercios y con el descaste por bandera. Sólo séptimo y octavo dieron alguna opción en la muleta el poco tiempo que duraron. Luque lo aprovechó en un trasteo inteligente premiado con el doble trofeo-muy debatible esta concesión- mientras que Borja Jiménez dejó patente su buen momento en una faena a ese último con una serie al natural soberbia, dificilmente igualable que durmió el sueño de los justos por el fallo a espadas, quedando todo reducido a una oreja. Castella paseó una oreja de esas ligeritas y Ureña paseó otro más logrado por su firme decisión y valentía ante un manso peligroso.
Y es que el primero de nombre “Pensador” recibió alguna verónica acompasada de Castella como previa a un puyazo pelín trasero y marcado donde hubo conatos de flojedad anteriores y posteriores a la entrada al peto. Se avivó levemente en los palos, llegando a apretar en el último par. El toro pensador, de nombre y comportamiento, más bien fue tardón hasta que se animó a moverse en la muleta de Castella, donde el francés le recetó una serie con buen aire. Sebastián prosiguió aunque lo que era sospecha se convirtió en certeza: nobleza queriendo salirse de la lucha buscando las tablas y cuando metía la cara lo hacía más por inercia que por firme convicción. Estuvo más pendiente el toro de irse a tablas o escarbar en el albero que de la voluntariosa muleta de Castella. El final que llegó a ser atropellado y enganchado incluso, nada aportó. Estocada baja para concluir.
El quinto llamado “Altivo” también derribó al caballo en dos ocasiones ante la sorpresa general, y lo hizo con una facilidad pasmosa. Un tercio caótico, sin más. Un mayor orden en los rehiletes como preludio al brindis de Castella al respetable. Firmeza de plantas en el inicio para proseguir más lineal y sin apreturas, con una serie circular aprovechando inercias. Luego se enredó la cosa con algún toque y medios pases en cercanías ante medias embestidas. Mató de estocada trasera y tendida y se pidió y concedió una oreja de difícil explicación.
Del segundo “Tombolero” diremos que su presencia era bastante justa. Tocó de primeras el capote de Ureña y luego se revolvía más que volvía en el tanteo inicial. Poco que contar en puya y banderillas y no fue hasta que Paco comenzó a ponerla cuando ya quedó claro que había poquito que rascar. Toro aplomado casi desde el inicio que protestaba en los cites, le dio un aviso además -y no para bien- y otro más al natural. Peligro sordo, vaya. Aunque Paco se empeñó y le robó algún natural y luego un par a derechas más tragando y aguantando. La firmeza y disposición fue indiscutible, sin duda. Se tiró a por todas y dejó una estocada arriba aunque algo atravesada. Sacó el acero y el toro se echó. Cuatro golpes de puntilla precedieron a una petición claramente mayoritaria y la oreja cayó por su propio peso. El sexto “Acuarela” se pintó su lomo de rojo sangre tras el puyazo, resbalándose al notar el primer par. Ureña era consciente de que tenía entreabierta la puerta grande y se puso, llegando a golpearle en la pierna el toro y doliéndose el torero. Paco siguió pero era misión imposible porque el astado llegó a irse de najas. Y se aculó en tablas, lo que dificultó la suerte suprema. Un pinchazo junto a una estocada caída y tres descabellos dieron punto final al sexto.
El tercero “Cazador”, tampoco se volvía con estilo en el percal de Luque. Su justa presencia derribó estrepitosamente al caballo, hiriéndolo en el cuello, debiendo ser acompañado por la cuadra de picar y taponando la herida. Luego tardeó mucho hasta que volvió a entrar, siendo picado mucho menos de lo previsto. Hubo cierta incertidumbre en banderillas, por suerte resuelta con eficacia y rapidez. Fruto de ello se desmonteró Iván García. Recibió un golpe de banderilla en el rostro cuando estaba de probaturas y por suerte no hubo nada que lamentar. El toro y su embestida cansina, descastada e informal desbarataron todo lo que planteó Daniel. Capítulo plúmbeo. Pinchó sin soltar y estocada algo caída para terminar. A Dios Gracias. El séptimo, “Achampanado” recibió palmas de tango de salida por su ínfima presencia. Intentó derribar al picador que estuvo habilidoso para sujetarlo con la vara e impedir un nuevo derribo. Apretó de lo lindo y el banderillero Arruga tuvo que saltar las tablas porque estuvo a punto de prenderle. Luque brindó al público y lo poco que extrajo lo hizo a media altura porque de la humillación, ni rastro. Le hizo una colada que pudo costar un disgusto. Después, aprovechó la mansa condición embestidora para, en modalidad unipase, ir construyendo una faena inteligente y medida poco a poco. Uno por aquí, otro por allá, hasta dar unas luquecinas bien rematadas que terminaron de convencer al público. Se tiró a matar y dejó una estocada ligeramente atravesada pero en buen sitio. Las dos orejas se pidieron y concedieron prácticamente a la vez por parte de la presidenta Genoveva. ¿Cómo fue la presencia y comportamiento del toro en todos los tercios? ¿Hubo toreo de capote? ¿Llegó a verse toreo del clásico y rotundo de principio a fin en la muleta? ¿Cómo quedó la estocada? Preguntas para debatir. Y reflexionar.
El que hizo cuarto, llamado “Bochingero” también justo de presencia fue con el que Borja pintó un recibo de capa muy enfibrado. El toro manseó en varas de lo lindo antes, durante y después del puyazo. Y es que en las banderillas aguardaba a que se asomasen los banderilleros como el cazador furtivo que espera a sus piezas. Lo que se desplazó lo hizo manseando descaradamente. Se pusieron como buenamente se pudo y Borja brindó al público. Comenzó con una mano en las tablas y se fue ganando pasos hasta los medios con pases por bajo. Luego siguió toreando acinturado con una difícil facilidad hasta que fue desarmado y la música cesó. Le dio un susto y ya el toro certificó que había abandonado la pelea desde el desarme. Jiménez insistió pero por mucho que llamó, nadie abrió. Pinchó en buen sitio con desarme y luego pinchazo soltando el acero, sumando otro fallo más para dejar una estocada caída y atravesada.
Y el octavo, “Veraniego” pasó como una nube de verano por el solvente capote de Borja, que se quedó con el molde porque el toro venía a hablar de su libro del descaste. Arremetió contra los pechos del caballo y apenas fue picado. Un trámite en banderillas y Borja lo toreó primero en paralelo y luego en redondo para intentar ligar, cosa que logró por momentos. El mansito con movilidad escarbó antes de una tercera serie a derechas que fue muy jaleada porque Jiménez lo llevó con mando y muy metido, terminando el remate mirando al tendido. Luego una serie corta de menor tono y luego una serie al natural difícilmente mejorable. Ingeniería de lo que es el toreo de verdad. Luego el toro ya se deshilachó y vino el cantar la gallina. Se tiró a matar perdiendo la muleta, que se quedó embrollada con la espada que, al quitarse la tela, mostró una estocada baja y atravesada. Los dos golpes de descabello dejaron el premio en una oreja pese al mal uso de la espada.