copa chenel
El concepto profundo de Sergio Rodríguez, a hombros junto a Carlos Olsina en Algete
Rubén Pinar es silenciado en su lote. Destaca un buen segundo toro del hierro de José Cruz.

Carlos Olsina y Sergio Rodríguez, a hombros en Algete
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Algete vivió este domingo una tarde de toros con tintes de clasificación y sabor a oportunidad. La segunda corrida de la segunda fase de la Copa Chenel dejó a Sergio Rodríguez y Carlos Olsina como claros triunfadores tras firmar actuaciones solventes, de entrega y toreo caro, que les abren de par en par la puerta de las semifinales del certamen. Ambos salieron en hombros tras cortar una oreja a cada toro de sus respectivos lotes.
El primero en abrir el marcador fue el francés Carlos Olsina, que paseó una oreja del notable segundo de la tarde, un toro importante de José Cruz con casta, nobleza y clase, al que toreó con gusto al natural y despachó de una estocada entera, aunque algo atravesada. Ya en el quinto, que tuvo que ser devuelto por partirse una mano, el sobrero — de José Cruz— permitió a Olsina mostrar su concepto por ambos pitones. Lo mató con acierto y se aseguró la segunda oreja que le llevaría a la Puerta Grande.
Sergio Rodríguez, por su parte, cuajó dos faenas que dejaron patente su evolución y su madurez como torero. Al noble pero medido de fuerzas tercero, de José Cruz, lo toreó con lentitud y gusto, destacando los naturales y los pases de pecho. Pese a los problemas con el descabello —escuchó dos avisos—, logró cortar una oreja de peso. Más cuajado y serio fue su segundo, el sexto de la tarde, de Martín Lorca, ante el que volvió a exhibir temple y seguridad. La estocada, con mucha verdad, le valió una nueva oreja y el reconocimiento unánime del público.
El que no encontró recompensa fue Rubén Pinar, que se topó con un lote desigual y acusó fallos con la espada. Su primero, un toro de Martín Lorca con un problemático defecto visual, protagonizó un espectacular derribo al caballo antes de que Pinar le metiera en una faena de mando y pulso que merecía trofeo. Sin embargo, los errores con el acero dejaron la labor en silencio. En su segundo, un toro deslucido y justo de fuerzas de Martín Lorca, sacó pasajes notables por la derecha, aunque sin opción de mayor premio. Marró de nuevo con la espada.