4ª san mateo
Borja Jiménez sale a hombros y pone el broche triunfal a la feria de Logroño
Morante de la Puebla y Alejandro Talavante vieron silenciadas sus actuaciones. Desigual corrida de Garcigrande.

Borja Jiménez, en su salida a hombros este miércoles en Logroño
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Luis Ruiz Gutiérrez
Morante quedó prácticamente inédito en su primero. Conectó, de aquella manera, con dos en redondo para los muy morantistas que se acercaron al coso de la Ribera. Pero ahí quedó todo, el sevillano mostró las malas querencias del animal y a otra cosa.
Lo del cuarto no fue tampoco para tirar cohetes. Solamente leves destellos de Morante sobre la mano diestra antes de quitarse del medio a su antagonista al segundo golpe de descabell.
El segundo colocó la cara de maravilla en el capote de Talavante, que, por un momento, pareció que podía lograr algo importante, sin embargo, a la faena, muy ligera de principio a fin, le faltó intensidad ante un animal al que le faltó algo más de celo.
Con el quinto se puso de hinojos Talavante para iniciar labor ante un toro sin raza y en el límite de las fuerzas, al que pasó con suavidad por los dos pitones pero sin que aquello llegara a entusiasmar en ningún momento, ni siquiera en un epílogo de cercanías en el que se alargó más de la cuenta.
Largo fue el saludo capotero de Borja Jiménez a su primero: seis verónicas abrochadas con dos medias, que fue de lo mejor que se vio hoy de toreo de capote, además del quite posterior por chicuelinas del sevillano, que se echó de rodillas para abrir faena en los medios, lo que hizo despertar a los tendidos.
Luego llegaron series en redondo, con relajo y mano baja, que pusieron el sello a una faena bien estructurada, con naturales hondos y de gran plasticidad. La pena fue que se dejó tocar un tanto las telas, pese a lo cual la faena no bajó la intensidad hasta que lo echara todo a perder con la espada.
Emotivo volvió a ser el saludo por verónicas de Borja Jiménez al que cerró plaza, con el que, tras brindar al público, lograría los momentos más intensos de la tarde, al iniciar en el centro del anillo, sin inmutarse, con el típico cambiado por la espalda y dejando un toreo vertical muy celebrado.
La gente, con ganas de que la tarde remontara, lo celebró poniéndose muy de parte del de Espartinas, quien porfió sacando series por el derecho algo tropezadas ante un animal encastado y con transmisión, con el que anduvo más sutil al natural.
El ánimo del público empujó de forma metafórica el estoque de Jiménez, quien, de manera fulminante, acabó con el último toro de la feria, del que cortó las dos orejas.