Es una de las preguntas más recurrentes durante el verano y que se transmite de generación en generación, sobre todo cuando se tratan de niños y niñas de corta edad. ¿Por qué el agua del mar es salada? La respuesta más aceptada se dio hace unos 300 años por parte del científico británico Edmund Halley.

La respuesta se encuentra en la lluvia. Y es que el agua de las precipitaciones contiene una sustancia llamada ácido carbónico que tiene un gran poder erosionador una vez que se disuelven con las rocas que se encuentran en los ríos. Los iones resultantes de los diferentes elementos químicos se depositan en los ríos y acaban finalmente en los mares y océanos.

Por ello, con el paso de los años (cientos de millones), el agua del mar ha ido adquiriendo de manera progresiva más porcentaje de sal, que se estima ronda el 3,5% por cada litro de agua.

Los dos principales elementos contenidos en el agua de mar son el cloro y el sodio que, al combinarse, dan lugar al cloruro de sodio o sal común. Además de las corrientes de agua que desembocan en el mar, hay otros fenómenos que contribuyen a alimentar la salinidad, como los deshielos, la evaporación del agua o las erupciones volcánicas.

¿Todas las aguas contiene la misma concentración de sal?

La respuesta es evidente. No. El motivo es que el grado de salinidad dependerá de las latitudes del planeta. Siguiendo este razonamiento, en las zonas tropicales, donde la evaporación de agua es mayor como consecuencia del efecto de la energía solar, hará que la concentración de sal se vea incrementada. Sucede el proceso contrario en el océano Ártico, donde es menor al tratarse de una zona fría. Por otro lado, en aquellos lugares donde las precipitaciones son cuantiosas, los niveles de salinidad son algo más bajos.

Desde hace años, los cientificos trabajan en estrategias cada vez más eficaces para conseguir desalar el agua del mar, pero a día de hoy no son técnicas que mejoren el método de la destilación.

Los efectos de consumir agua salada

Otra pregunta frecuente cuando tenemos entre nosotros un niño de corta de edad, es si se puede beber de ese agua. Y la respuesta, aunque parezca obvia, hay que repetirla. No es sana su consumición, precisamente por su elevada concentración de sal y sus efectos altamente nocivos en el organismo. De hecho, si probamos a beber este tipo de líquido en exceso, podría dar lugar a una deshidratación enorme que podría incluso acarrear la muerte.

De ahí que a lo largo de la historia los naúfragos que cayeron en la tentación de beber agua marina por la sed, acabaran locos antes de morir, debido a las ensoñaciones que produce la deshidratación.